El cine bélico da pocas sorpresas, pero cuando las da, alcanza niveles de esplendor insoslayables. La gran escena de batalla de El nacimiento de una nación de Griffith, impuso un reto a todos los cineastas que se atrevieron a trasladar el horror de una batalla hacia las cómodas butacas, pero fueron demasiados los directores que se contentaron en repetir la fórmula de los miles de extras en medio de las explosiones.
A mi parecer, los auténticos giros de visión en la dirección fueron dados por películas como Die brücke (Bernhard Wicki), Pecados de guerra ( Brian de Palma), Apocalypse now (Coppola), La delgada línea roja (Terrence Malick), Salvando al soldado Ryan (Spielberg), Enemigo al acecho (Jean-Jacques Annaud) y Cartas de Iwo Jima (Clint Eastwood).
En todas estas películas, el guión no se contentó en demostrar la espectacularidad de los efectos especiales, sino que se fueron a fondo en los vericuetos psíquicos de sus personajes, no dudando en la deformación que sobreviene en la personalidad ingenua que va a la guerra como camping y regresa de ella como un árbol cansado de vivir, exprimido hasta la última hoja y derramada toda su savia.
Taegukgi: Brotherhood of war (Je-gyu Kang) es una película surcoreana filmada en el 2004, y creo con certeza que es una película digna de subirla al salón de las películas fundamentales en el tema bélico. Ambientada en la guerra de Korea, concentra la atención en la historia de dos hermanos que, de la mansa paz que dio la salida del colonialista japonés, de pronto son arrastrados vertiginosamente por la guerra entre el sur ocupado por Estados Unidos y el norte gobernado por un Estado Comunista incipiente.
La crítica occidental ha querido descalificar la película como una copia de Salvando al soldado Ryan, pero quitándole algunas salidas del montaje y alguno que otro cliché utilizado por el canón cinematográfico gringo, la historia se defiende por sí misma y logra alcanzar esa incidencia reflexiva en cuanto al ser humano enfrentado en la guerra: no hay voluntad para matar sin pestañear, no existe el héroe si no es éste un hombre o mujer desgarrándose para sobrevivir.
La suprema hermandad que habita en los dos hermanos de la película, será deformada por el asco de la matanza, no así su sentido de la orientación final centrado en la única patria a defender: los recuerdos de su infancia, el hogar perdido. Taegukgi toma como signo este amor filial y logra instrumentarlo para mostrar la gran metáfora de una nación conflictuada. Es memorable, en este sentido, la escena donde prisioneros norcoreanos son obligados a pelear (como gladiadores) por comida.
Como ocurre con casi todas las producciones dignas de ver, dudo que en Honduras se les ocurra traerla, aunque la película se puede ver (en 17 partes) por youtube. Así que sólo es de armarse de paciencia y de mucha curiosidad y listo. Les aseguro que no se defraudarán en los dos aspectos del conocimiento de una guerra como fue la de Korea (murieron más de 2 millones de personas) y el disfrute de una estética cinematográfica rebosante de fotografía, fineza en la edición y cargas de profundidad anímica imborrables.
F.E.