Las lluvias hacen su trabajo. Riegan montañas inverosímiles según el plan acordado. Es tan extenso el altiplano que se dan el lujo de pasar de largo de nuestro asombro.
Los niños ya están acostumbrados: ven la niebla y la tratan como una blanca vaca que pasta cerros abrevando en Chiligatoro.
Ahí, es la utopía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario