sábado, 15 de noviembre de 2025
Luego del frío, fotos Tegucigalpa
domingo, 2 de noviembre de 2025
Tegucigalpa en noviembre del 2025
Hace un buen rato que el celular me ha servido de atajo en la fotografía. NO niego que la rapidez con que me asiste a la hora del parpadeo esencial me ha dado imágenes interesantes, pero la cámara me reclamaba. Hoy recorro Tegus y cargo de nuevo mi cámara. Es como abrir los ojos de nuevo luego de un coma. La luz es gris, pero es el gris de mi interior sedado por la captura positivísima del smartphone. Aquí vuelvo, intentando ver.
jueves, 12 de octubre de 2023
Taller de interpretación poética desde la fotografía
lunes, 11 de septiembre de 2023
Pedro Salinas, poema
10
Amor, amor, catástrofe.
!Qué hundimiento del mundo!
Un gran horror a techos
quiebra columnas, tiempos;
los reemplaza por cielos
intemporales. Andas, ando
por entre escombros
de estíos y de inviernos
derrumbados. Se extinguen
las normas y los pesos.
Toda hacia atrás va la vida
se va quitando siglos,
frenética, de encima;
desteje, galopando,
su curso, lento antes;
se desvive de ansia
de borrarse la historia,
de no ser más que el puro
anhelo de empezarse
otra vez. El futuro
se llama ayer. Ayer
oculto, secretísimo,
que se nos olvidó
y hay que reconquistar
con la sangre y el alma,
detrás de aquellos otros
ayeres conocidos.
!Atrás y siempre atrás!
!Retrocesos, en vértigo,
por dentro, hacia el mañana!
!Que caiga todo! Ya
lo siento apenas. Vamos,
a fuerza de besar,
inventando las ruinas
del mundo, de la mano
tu y yo
por entre el gran fracaso
de la flor y el orden.
Y ya siento entre tactos,
entre abrazos, tu piel
que me entrega el retorno
al palpitar primero,
sin luz, antes del mundo,
total, sin forma. caos.
P.S.
De "Aventura poética", CATEDRA Letras Hispánicas, Edición de David L. Stixrude, 1986.
sábado, 15 de abril de 2023
jueves, 23 de febrero de 2023
Paul Celán en mi mesita de noche
¿Qué me llevo al sueño con obstinada decisión? Versos. Un verso debe ser mi lámpara a medida que me adentro en la defragmentación. El reino holístico perfecto: el sueño... pero el verso, el logro más ultraísta del poema (organización de las sensaciones), debe ser diapasón que me ayude a no perderme y darme una imagen que, de revelación en revelación, se sostenga en el cruce de la noche al día.
Tengo mucho meses ya leyendo a Paul Celán. Redescubriéndolo al filo de la mesita de noche. Entiendo su compromiso con exprimir los signos de la palabra
Reviste las cavidades de la palabra
con pieles de pantera,
amplíalas, piel para allá, piel para acá,
sentido para allá, sentido para acá,
dale aurículas, ventrículos, válvulas
y soledumbres, parietales,
y escucha atento su segundo
y cada vez segundo y segundo
tono.
de esta manera avanzo en su obras completas, la de Editorial Trotta, y aguanto como puedo el peso de los párpados (la rosa... oh pura contradicción rilkeniana) y de pronto lo entiendo. Lo que necesitaba ha llegado justo cuando Celán ejercitaba la dispersión y su antítesis lingüística. El verso llegó y yo puedo dormir tranquilo: hay poetas -pacientes cazadores- que van enhebrando el silencio para prepararnos su revelación, ¿Dónde? En las masas movedizas de la noche:
Dame derecho de paso
por la escalera de grano hacia tu sueño,
el derecho de paso
por el sendero del sueño,
el derecho que yo pueda tajar turba
en la vertiente del corazón,
mañana.
Fadensonnen (1968)
"Soles filamentos"
lunes, 31 de octubre de 2022
Ruinas sobre ruinas
Cuando la justicia histórica no está saldada todo se mezcla (yuxtapone). Las sociedades y su historia son textos sobre textos (palimpsestos) que hierven y crean neurosis inexplicables, precisamente, por todo lo que el robo y la usurpación colonial provocaron. Tomé la foto mientras se hacía la construcción de un centro comercial sobre la vieja casona de lo que fue la primera Embajada de Estados Unidos en Honduras, en el centro de Tegucigalpa. Su construcción fue alrededor de esos mismos años en que John L. Stephens merodeaba por Copán. Con ayuda del photoshop he podido expresar al fin lo que se sentí en ese momento.
F.E.
sábado, 1 de octubre de 2022
Edagrdo Florián siempre en cartel
Florián salía de su casa como actor que va en busca de su escenario. Lo vi masticar las hojas de su ruina y también alcanzar cotas de esplendor en su mundo interior. Y eso lo he visto en muy pocxs. Me hace mucha falta y suelo repasar las fotografías que le tomé, fotos que en su gran mayoría, me pidió que le tomara. Porque él sabía muy bien para qué serviría ese registro: para que Tegucigalpa, que la final lo engulló, no borrara su estro o emulsión, para que sus poemas fueran pie de foto y no al revés.
domingo, 25 de septiembre de 2022
Museo del Hombre Hondureño Pos Narcodictadura
Había olvidado que no teníamos energía eléctrica y que el motor del generador suena como una larga barrida de ametralladora en el frente del Donbass. Estaba a punto de iniciar la grabación del podcast y, bueno, por un intersticio de mi subconciente entró la realidad: imposible grabar con el ruido posFiona. Decidí, para liberar energía creativa, entrarle a crear este collage en photoshop.
La intervención es sobre un registro del curador de arte hondureño Carlos Lanza, quien entró a las ruinas del calcinado Museo del Hombre Hondureño. No solo imagino: siento su dolor al recorrer los salones destruídos y casi puedo advertir al fantasma de mi querido Juan Manuel Posse (ya fallecido), quien fuera el Director del Museo y principal gestor de su renovación. La foto que me sirve de enlace poético es la famosa Holland House, de Londres, destruida durante los bombardeos nazis en la Segunda Guerra Mundial.
Esta segundo collage de los interiores en ruinas, tomo como referencia al Santo, en una sesión de fotos que le realizara a Pavel Núñez en el año 2014.
F.E.
lunes, 5 de septiembre de 2022
Honduras y su gran posibilidad de socialismo democrático
Costa Rica fue la primera provincia en reunir su idea
identitaria en un territorio consolidado, la meseta central. Esa identidad
estaba regida por la visión reductora de la blanquitud. Muy pronto, una vez
lograda la independencia de España, los líderes políticos costarricenses,
imbuidos en la superioridad de ideas del positivismo liberal, se enfocaron en
el intento de replicar la visión del caudillo argentino Domingo Faustino
Sarmiento (1811-1888) detallada en su Argirópolis, donde propone crear
una ciudad capital blindada de neutralidad “para conciliar los intereses y la
libertad de los estados confederados” del Río de la Plata. Como escribe Eugenio
Rezende de Carvalho[1],
esta propuesta argumentaba un medio para alcanzar “libertad comercial, y esta
aseguraría la prosperidad, riqueza y dinero”. Y claro, sin el “lastre” de los
pueblos originarios que no querían incluirse, por sus propias tradiciones, al
proyecto europeocentrista.
El fervor de Sarmiento -especie de espejo de la
conquista de la frontera estadounidense- se convirtió en la práctica en un
avasallamiento de las poblaciones del desierto argentino del tipo solución
final a las causas que él identificaba para el subdesarrollo de las provincias
del sur. Ese desierto, ya extrapolado, radicalizó a los políticos positivistas
de Centroamérica para impulsar sus propios métodos de blanquitud y de impulsar
el progreso sobre los intereses ancestrales de la aún enorme, aunque dispersa,
población indígena remanente del genocidio conquistador. La mayoría de nuevas
naciones centroamericanas posindependencia (15 de septiembre de 1821), llegaron
a adoptar los colores de la bandera de Argentina como un guiño afectuoso a la
utopía de Sarmiento. La paradoja es que solo Costa Rica decidió sus propios
colores para su bandera, para afirmar aún más su neutralidad, posición política
llevada a ultranza en la negación de apoyar a conciencia la República Federal
de Centroamérica que, por 10 años, enarboló y presidió el hondureño Francisco
Morazán, quien incluso murió fusilado en la Plaza Central de San José, Costa
Rica, el 15 de septiembre de 1842. La idea de progreso, entonces, sufrió su
primer gran cisma republicano en una fecha altamente simbólica.
Honduras quiso intentar las reformas liberales a
través de su promotor, el presidente Marco Aurelio Soto (1846-1908) quien se apoyo
en el fervor liberal del pensador hondureño Ramón Rosa (1848-1893), el mismo
que años después de iniciado el impulso tuvo que reconocer que el Estado de
Honduras no tenía capacidad de penetración en todo su territorio. Y es que para
efectos de contextualizar geográficamente, Honduras fue desde su nacimiento el
estado centroamericano con más fronteras, seis en total, y debido a esa
incapacidad de presencia estatal razonada por Rosa, tuvo permanente injerencia
política de sus vecinos una vez que se identificaba qué presidente era
beneficioso para Nicaragua, El Salvador o Guatemala, sucediéndose así invasión
tras invasión o apoyo económico o de armas a los alzados contra el gobierno
central a través de los años. No he mencionado aún el enclave bananero estadounidense
porque es necesario puntualizar que la visión de los liberales del unionista
Francisco Morazán ya planteaba la necesidad de promover el estímulo a la
colonización de las grandes extensiones de tierras sin producir, y los colonos
en que siempre pensaron fueron los estadounidenses, a quienes consideraban los
adecuados para transferir, en las concesiones posibles, la industria y
conocimiento técnico que tanto necesitaba Honduras. Marco Aurelio, así, abre
las puertas a las masivas concesiones bananeras.
Las bananeras
Honduras, a diferencia de la concentración productiva
costarricense en su rica meseta central, posee un territorio mucho más grande y
montañoso, incrustado de ricos valles completamente aislados por las serranías.
Su tierra no está nutrida por la acción volcánica ya que es el único país del
istmo que no posee volcanes[2].
Sus valles, desde el principio de su existencia moderna, fueron repartidos
entre familias criollas que monopolizaron hasta la fecha su productividad. El
resto del territorio es de vocación forestal. Enormes extensiones de pinares.
Sin embargo, el espíritu de Sarmiento trasladado por, la desde aquellos años
considerada ejemplo de nación, Costa Rica, prendió con igual intensidad en la casi
inexistente cúpula burguesa de Tegucigalpa, aunque con posibilidades destinadas
al fracaso por su falta de proyección a lo largo y ancho del país. El
militarismo de caudillos locales ultraconservadores tomo posesión una vez que
Morazán fuera fusilado en San José, y un retorno de la influencia eclesiástica
-enemiga de la unión centroamericana- hizo que Honduras se encerrara y
experimentara con su propio liberalismo vernáculo y montaraz.
La última estampida de las balas que mataron a Morazán
inició un periodo de cien años de guerras civiles, levantamientos o revueltas
de diferente índole, lo que da una idea de la desproporción fragmentaria en que
cayó la incipiente nación. Un contraste absoluto respecto a la cohesionada
Costa Rica. Y lo que es más grave, sin la mínima posibilidad de proponerse como
neutral en todas sus expresiones políticas. El país con más fronteras se diluyó
existencialmente entre la vida ermitaña de la poquísima población desperdigada
por el cimarronaje y las aspiraciones territoriales de los demás países
vecinos.
Las bananeras, como monocultivo estadounidense, llegó
a romper la lógica de producción ganadera imperante hasta entonces[3]
y supuso la creación de un enclave transnacional que convocó a trabajadores
desde El Salvador, Jamaica, Guatemala y Nicaragua, al punto de convertir a
Honduras en el mayor exportador de banano del mundo, superando la producción de
Ecuador, Guatemala, Cuba, Costa Rica y México en conjunto. Ahí es donde nace el
mote de “Banana Repúblic” ya que la injerencia directa de las compañías
transnacionales como la Stándar Fruit Company o la Tela Railroad Company,
sometió bajo soborno a la voluble y pequeña clase política del país. “En
Honduras una mula vale más que un diputado”, llegó a exclamar Samuel Zemurray,
dueño del mayor oligopolio bananero.
A principios de la década de los 50, Estados Unidos,
en su estrategia anticomunista, crea el plan de seguridad hemisférica que
comprende la profesionalización de las Fuerzas Armadas de Latinoamérica, creando,
en el caso hondureño, la Academia Militar Francisco Morazán (vaya paradoja). A
partir de ese momento inicia la existencia de un estado paralelo en la cual el
estado prácticamente se subordina a la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas. Una
serie de golpes de Estado iniciados justo durante la "profesionalización",
termina en el año 2009 con el golpe a Manuel Zelaya Rosales. Doce años después
de atravesar una doble dictadura, Xiomara Castro llega al poder mediante un
masivo voto que expulsa a Juan Orlando Hernández, quien detentó el poder
mediante una combinación de terrorismo de Estado y paramilitarismo de
narcotráfico. Hoy, Juan Orlando Hernández, ya extraditado, espera juicio y
sentencia en la Corte del Distrito Sur de Nueva York.
El contraste entre Honduras y Costa Rica que doy como
referencia, da una idea de cuál es el horizonte que se eleva sobre Honduras, dado
que, Costa Rica, sigue siendo reconocido como el país centroamericano con mayor
amplitud democrática, a pesar de sus notorios problemas de clasismo y racismo,
algo que en Honduras está exacerbado por el generalizado cimarronaje que la
funda, debido a la ausencia sempiterna de instituciones, órganos ciudadanos una
y otra vez socavados.
La posibilidad de crear, y no de reformar, la
posibilidad de cimentar, y no sanear algo inexistente, es la verdadera empresa
que asume Xiomara Castro en su proyecto de socialismo democrático. La amplia
base que le dio su apoyo para expulsar la sangrienta dictadura del Partido
Nacional (hay cifras que aseguran más de 40 mil muertes violentas durante este
periodo), espera el castigo de la impunidad y la primera acción global de
distribución efectiva de los beneficios del estado. Las arcas fueron saqueadas,
la cultura del miedo, la anomia, la sospecha campea pos trauma, y aún así, hay todo un
entendimiento de que Honduras debe iniciar ya su camino hacia un desarrollo
humano que llegue incluso a retar su propia historia.
Fabricio Estrada
Junio 2022
[1] La
utopía identitaria en Argirópolis de Domingo F. Sarmiento,
Eugenio Rezende de Carvalho, Universidad Federal de Goias, UFG, Brasil http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1794-24892014000200013
[2] Marcel D’Ans, Honduras, dificil
emergencia de una nación, de un Estado
[3] El escritor hondureño Medardo Mejía
afirma que la hondureñidad desciende directamente de los arrieros de ganado.
domingo, 21 de agosto de 2022
Episodio 91, La edición de la muerte, el selfie, Cuarta y última parte
domingo, 17 de julio de 2022
Episodio 87: El selfie, tercera parte: hace muchos siglos fuimos uno
Lxs invito, entonces, a escuchar esta tercera parte de mi ensayo "El selfie: Amuleto por siempre moderno".
https://drive.google.com/file/d/1fq8TS4mXHTPAGVm6HlJO229P_35Uv4xA/view?usp=sharing
domingo, 19 de junio de 2022
Episodio 84: Parte 2, El selfie: mi foto para el velorio
https://drive.google.com/file/d/1Xmf0WXWBAAlAuftRgxSDKwJ4fO9R-vZp/view?usp=sharing
domingo, 12 de junio de 2022
Episodio 83: El selfie, amuleto por siempre moderno, Parte 1
martes, 3 de mayo de 2022
Las Crónicas del Capitán Snorkel, 20
Crónica de abril
Así en el mar como en la tierra
retrocedo
a la velocidad de un demonio al volante
y solo me detiene
el asfalto derretido por el verano
Avanzo en muñones
Adelante quedaron las huellas que fui
sembrando
Llego
a la casa de la transparencia
y quisiera dormir
casi muerto y resucitando
Aquí no hay ilusiones vintage
El pasado
lo confirmo es solamente pasado
sin camisetas o emisoras
para adultos contemporáneos
Se es viejo
y con la pintura arrancada a besos
Se es antiguo
y nadie va en busca de un tesoro
sin brillos ni mapas ni corazones arrancados
Aquí lo vintage
son los poemas que la rabia lanza al río
pastoso y verde
casi sepia de postales
el reflejo de tu rostro viendo desde los
puentes
Desciendo sin culpas que pagan sobrepeso
traje mis huesos y piel de camuflaje
No tengo más moda
que la nieve que baja del sol
y broncea el blanco de los ojos
Así me paseo en busca del punto ese
donde se apagan todos los sonidos
y escucho solo la
voz de mis fantasmas
Escucho tu voz
como gota de lluvia ácida en las vitrinas
te veo en los aburridos anuncios del banco
donde mis recuerdos aún abonan al capital de
la muerte
Termina el cielo
justo en la línea de la lluvia cortante
No sé con cuántos debí matarme
por una mirada de amor que no supe explicar
Miraba la debacle y me enternecía
miraba un pozo lleno de cadáveres hermosos
miraba por última vez
la basura que guardé -dulce holder-
y proliferó entre mis libros como coral
fantástico
Flamea una alberca azul turquesa
que apenas contiene
el roer de los tiburones
Toda la belleza contra sus dentelladas
alucinantes
Lo vintage no está en todo pasado
las carencias no flamean
Lo pasado tiene la devoción del crimen y sus
placeres ilícitos
flamea
un retazo de mar
se canta el himno de otras profundidades
y se premia a quien lo canta en el ahogo
Ahí nace lo vintage
en lo lejano
donde ninguna red social muestra el murmullo
de la patria del pasado.
F.E.
domingo, 20 de febrero de 2022
Nadie lee las letras pequeñas de la paz
Esta foto fue tomada por un corresponsal de National Geographic, en la Tegucigalpa de 1983. Me sorprendió descubrirla como portada de una de las viejas revistas NG que se venden en la Plaza Central de Tegucigalpa, alrededor del 2017. La vi y me dio un vuelco el corazón al recordar que yo tuve esa misma camiseta que luce el niño. Su diseño era uno de esos mensajes que circulaban como adoctrinamiento "democrático" en medio de la más férrea acción de la Doctrina de Seguridad Nacional anticomunista. El lema era aquello de que Honduras celebraba la paz, remarcando el concepto de "oasis" en medio de las guerras fraticidas de las demás naciones hermanas en el itsmo. Y claro, la etiqueta, en letras pequeñas podía decir otra cosa: desde Honduras se creaba la intervención para que nuestras naciones hermanas se incendiaran y desangraran. Nadie lee las letras pequeñas de la paz.
Tuve esa camiseta hasta que se le hicieron agujeritos, similares a los agujeros que las balas le hacen a las paredes de cal. También recuerdo esa pelota de plástico que se sostiene como globo terraqueo hecho de puros meridianos. No sé qué hora hacía en esa foto, pero sí sé que fue tomada en una esquina de la cuesta de Las Damas, en el centro de la ciudad. Reconozco ese caracol sobre el que la niña observa. Reconozco ese derrumbe lento de la manpostería, las piedras sueltas de la indiferente Tegus.
jueves, 17 de febrero de 2022
Una foto en el altar de la lluvia
lunes, 10 de enero de 2022
De mil yeguas mustangs nació Estrella
sábado, 27 de noviembre de 2021
Gustavo Campos defraudado por la academia
Un borrón de photoshop es un borrón de la esencia de un poeta en su elección vital. Creo que con Tavo nos admirábamos mutuamente las camisetas de rock con que nos encontrábamos como espejos, así que además de la admiración que le tenía por sus textos estaba también los de su buen gusto musical. Que se queden con la imagen de las levitas y las guirnaldas entonces. Pírrico homenaje con el que colaboré de buena fe pasándoles la foto, pero al final ha resultado esto. Esa noche, además, nos bebimos bien nuestras veinticuatro cervezas. Salud, Tavo!! Qué conste!
lunes, 15 de noviembre de 2021
Blake muere en París a causa de un paparazzo, prólogo de Alex Maldonado Lizardi, Puerto Rico
PRÓLOGO
Fabricio Estrada: las imágenes se toman desde el suelo
I am never
finished answering to the dead.
-Li-Young Lee
![]()
De acuerdo al
informe de la «Comisión de la Verdad y
Reconciliación» sobre «el caso Uchuraccay»1 en el Perú, los
comuneros que acorralaron a los periodistas la tarde del 26 de enero de 1983,
«portaban sus propios instrumentos de
trabajo como armas de defensa: palos, hachas, piedras y lazos.» Por
aquellos días los miembros del
PCP Sendero Luminoso izaban banderas rojas sobre los cerros húmedos de Ayacucho, a 4,000 metros sobre
el nivel del mar. Era seguro el miedo de los campesinos
debajo de las chompas y las casacas; encima de sus alpargatas
telúricas,
como
certero el
miedo entre los ocho periodistas, quienes, según
el informe, «asustados no podían hablar y no pudieron entablar diálogo
con los campesinos.» (134) Y entre la consternación de todos, sus instrumentos
de oficio: los picos y las hachas;
las grabadoras y las cámaras. Incapaz
el diálogo, uno de los líderes comunitarios decidió la muerte de los
periodistas, persuadido de haber apresado a senderistas.
Cuarenta campesinos participaron de la matanza. Willy Retto,
fotoperiodista en el grupo, alcanzó ocho
escenas en su cámara fotográfica
antes de caer apelmazado entre las
rocas andinas y el musgo. «La primera imagen es una estampa rural», destaca el
novelista, Santiago Roncagliolo en un
recuento de la serie de retratos2. La segunda imagen
encuadra a «campesinos andando por unas pacíficas
laderas serranas. El cielo es
gris, el campo verde». A continuación, la cámara parece deslizarse. Las fotos
adoptan la inclinación y el esmalte
de las cosas que parecen hundirse en un aguacero. Las espaldas de sus
compañeros vistas a la 2 Roncagliolo, Santiago.
«Incitar al genocidio». La cuarta
espada: La historia de Abimael Guzmán y Sendero
Luminoso, Buenos Aires:
Debate, 2007.
altura de
la cadera: «Las imágenes ahora se toman desde el suelo. Alguien está
arrodillado. Hay un muro de rocas. La última foto es poco más que un borrón.»
(98) Sus muertes demoraron treinta minutos y ocho fotos.
¿Qué ve alguien cuando
mira el retrato de un muerto?
¿Para qué
alguien los busca y les regala estrofas? ¿Qué es observar la muerte, lo que muere, lo que
sufre? ¿Cuál es el juicio que propina la muerte en un retrato, en un grabado, en un poema? La selección de
poemas en Blake muere en París a causa de un paparazzo: Antología personal (2004-2017) del hondureño
Fabricio Estrada cursa retratos osados que figuran
la muerte, el desastre, la desgracia entre las formas del mundo. Hurga lo que ocupa a la muerte detrás de un
lente. Busca entre sus versos, «las imágenes (que) ahora se toman desde el suelo» para
comprender a quién envía la muerte retratos como estos de
Willy Retto, arrodillado entre los setos de yerba y los balidos de las ovejas.
La poética de Estrada indaga sobre el alcance las oportunidades que
tenemos para considerar el dolor humano en una fotografía. De este esfuerzo
resulta una
poesía que
hace ver los retratos lentos y cansados de los muertos en un camión,
de familiares presos,
de las alcancías de balas detrás de
las hidroeléctricas en Honduras. Son fotografías
como las de «un
pobre hombre … muerto a tiros mientras comía una naranja»
(«Correo para un amigo») que urgen a una reflexión sobre lo que hay que hacer ver de la miseria
entre «los panaderos
que trituran vidrios junto
al pan y los niños con hambre»
(«6»). ¿Quién debe ver la desdicha de otros en un
retrato y qué nos asegura, que la
simpatía, que la compasión es suficiente? La
compasión es de economía precaria, interpela Susan
Sontag3. Requiere el oficio de una figura
o envilece. Solicita ser representada, «apropiándose
de materiales del mundo cotidiano y dotándolos de una estética que muestre
un territorio escindido por
los padecimientos.»4 Sin embargo,
![]()
3 “Compassion is an unsatable emotion. It
needs to be translated into action, or it withers. The question is what to do
with the feelings that have been
aroused, the knowledge that has been
communicated. […] And it is not necessarily better to be moved. Sentimentality, notoriously, is
compatible with a taste for brutality and worse.” Sontag, Susan. Regarding the Pain of Others, New York: Picador, 2003. (101-102)
4 Pilar Vila,
María. «Voces del desencanto y la violencia en la narrativa
es difícil
dirigir la pedagogía del dolor en una foto. Todo aprendizaje que parte del
dolor es contingente. ¿Quién, entonces, busca esos retratos y les obsequia
estrofas? Alguien debe temblar; albergar algún temor que sufrague nuestras
deudas comunes.
![]()
La presente
colección de Fabricio Estrada participa de esa
tentativa. Su voz poética registra
lo que la historia aplaza, discerniendo que: Si no lloraste no
viviste, /y había tanto por qué llorar. Todo
muro caía en pedazos, / los
grafitis, los videos de las fugas,/el cambio de guardia en Check Point Charlie. («89 punto 2») Así, figura en sus
líneas el arrojo de
hacer tangibles los trámites de los muertos, de hacer inteligibles sus cuerpos.
«Es extraña la muerte», dice la voz
latinoamericana».
Basile, Teresa, coord. (2015).
Literatura y violencia en la narrativa
latinoamericana reciente [en línea]. La Plata [AR]: Universidad
Nacional de La Plata. Facultad
de Humanidades y Ciencias de la Educación. Instituto de Investigaciones en
Humanidades y Ciencias Sociales (UNLP- CONICET). Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria. (Colectivo crítico ; 2)(129)En Memoria Académica.
Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/libros/pm.378/ pm.378.pdfdel
poética,
«es como aguantar la respiración/es como tomarse una foto/ posarla y repetirla y
nunca salir bien.» («Es igual a sí
misma cuando la vemos en los álbumes»).
Y es que debe ser así, que no haya respuesta acabada
ante nuestros muertos, que cada uno de sus asaltos a la vida sea indivisible e irrepetible. Que todo lo
que crezca disponga del viento «como lo hace la hierba, sin nostalgias, en
medio de toda ruina.» («89 punto 2») Después de todo, nada afirma el tiempo
como los muertos que imaginamos juntos, esos
que «se desparraman como náufragos/ sometidos por
las olas …» esos que «nacieron para serlo» y que justo por eso «se les observa con reverencial espanto»
(Ouija).
Alex Maldonado Lizardi Toa
Baja, Puerto Rico

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