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sábado, 15 de noviembre de 2025

Luego del frío, fotos Tegucigalpa







El día posterior al frío. Como apartarse lentamente de un abrazo inesperado, desesperado y luminoso.











 

domingo, 2 de noviembre de 2025

Tegucigalpa en noviembre del 2025









 Hace un buen rato que el celular me ha servido de atajo en la fotografía. NO niego que la rapidez con que me asiste a la hora del parpadeo esencial me ha dado imágenes interesantes, pero la cámara me reclamaba. Hoy recorro Tegus y cargo de nuevo mi cámara. Es como abrir los ojos de nuevo luego de un coma. La luz es gris, pero es el gris de mi interior sedado por la captura positivísima del smartphone. Aquí vuelvo, intentando ver.

jueves, 12 de octubre de 2023

Taller de interpretación poética desde la fotografía



Se me ha dado esta oportunidad de disertar o reflexionar sobre uno de mis más constantes dilemas: la luz o la palabra. Intentaré, pues, trasladar la forma en que veo difuminada esa frontera.
 

lunes, 11 de septiembre de 2023

Pedro Salinas, poema

 

Fotografía: Fabricio Estrada. Tegucigalpa, La Concordia, sept. 23

10

Amor, amor, catástrofe.

!Qué hundimiento del mundo!

Un gran horror a techos

quiebra columnas, tiempos;

los reemplaza por cielos

intemporales. Andas, ando

por entre escombros

de estíos y de inviernos

derrumbados. Se extinguen

las normas y los pesos.

Toda hacia atrás va la vida

se va quitando siglos,

frenética, de encima;

desteje, galopando,

su curso, lento antes;

se desvive de ansia

de borrarse la historia,

de no ser más que el puro

anhelo de empezarse

otra vez. El futuro

se llama ayer. Ayer

oculto, secretísimo,

que se nos olvidó

y hay que reconquistar

con la sangre y el alma,

detrás de aquellos otros

ayeres conocidos.

!Atrás y siempre atrás!

!Retrocesos, en vértigo,

por dentro, hacia el mañana!

!Que caiga todo! Ya

lo siento apenas. Vamos,

a fuerza de besar,

inventando las ruinas

del mundo, de la mano

tu y yo

por entre el gran fracaso

de la flor y el orden.

Y ya siento entre tactos,

entre abrazos, tu piel

que me entrega el retorno

al palpitar primero,

sin luz, antes del mundo,

total, sin forma. caos.


P.S.

De "Aventura poética", CATEDRA Letras Hispánicas, Edición de David L. Stixrude, 1986.

sábado, 15 de abril de 2023

Música

 


El sueño funde nuestros hierros reales,

nos quiere

sólo música.



Luis Eduardo Rendón, Colombia.

jueves, 23 de febrero de 2023

Paul Celán en mi mesita de noche


 

¿Qué me llevo al sueño con obstinada decisión? Versos. Un verso debe ser mi lámpara a medida que me adentro en la defragmentación. El reino holístico perfecto: el sueño... pero el verso, el logro más ultraísta del poema (organización de las sensaciones), debe ser diapasón que me ayude a no perderme y darme una imagen que, de revelación en revelación, se sostenga en el cruce de la noche al día. 

Tengo mucho meses ya leyendo a Paul Celán. Redescubriéndolo al filo de la mesita de noche. Entiendo su compromiso con exprimir los signos de la palabra

Reviste las cavidades de la palabra

con pieles de pantera,

amplíalas, piel para allá, piel para acá,

sentido para allá, sentido para acá,

dale aurículas, ventrículos, válvulas

y soledumbres, parietales,

y escucha atento su segundo

y cada vez segundo y segundo

tono.


de esta manera avanzo en su obras completas, la de Editorial Trotta, y aguanto como puedo el peso de los párpados (la rosa... oh pura contradicción rilkeniana) y de pronto lo entiendo. Lo que necesitaba ha llegado justo cuando Celán ejercitaba la dispersión y su antítesis lingüística. El verso llegó y yo puedo dormir tranquilo: hay poetas -pacientes cazadores- que van enhebrando el silencio para prepararnos su revelación, ¿Dónde? En las masas movedizas de la noche:

Dame derecho de paso

por la escalera de grano hacia tu sueño,

el derecho de paso

por el sendero del sueño,

el derecho que yo pueda tajar turba

en la vertiente del corazón,

mañana.



Fadensonnen (1968)

"Soles filamentos"

lunes, 31 de octubre de 2022

Ruinas sobre ruinas


 Cuando la justicia histórica no está saldada todo se mezcla (yuxtapone). Las sociedades y su historia son textos sobre textos (palimpsestos) que hierven y crean neurosis inexplicables, precisamente, por todo lo que el robo y la usurpación colonial provocaron. Tomé la foto mientras se hacía la construcción de un centro comercial sobre la vieja casona de lo que fue la primera Embajada de Estados Unidos en Honduras, en el centro de Tegucigalpa. Su construcción fue alrededor de esos mismos años en que John L. Stephens merodeaba por Copán. Con ayuda del photoshop he podido expresar al fin lo que se sentí en ese momento.


F.E.

sábado, 1 de octubre de 2022

Edagrdo Florián siempre en cartel


 

Florián salía de su casa como actor que va en busca de su escenario. Lo vi masticar las hojas de su ruina y también alcanzar cotas de esplendor en su mundo interior. Y eso lo he visto en muy pocxs. Me hace mucha falta y suelo repasar las fotografías que le tomé, fotos que en su gran mayoría, me pidió que le tomara. Porque él sabía muy bien para qué serviría ese registro: para que Tegucigalpa, que la final lo engulló, no borrara su estro o emulsión, para que sus poemas fueran pie de foto y no al revés. 

domingo, 25 de septiembre de 2022

Museo del Hombre Hondureño Pos Narcodictadura


 Había olvidado que no teníamos energía eléctrica y que el motor del generador suena como una larga barrida de ametralladora en el frente del Donbass. Estaba a punto de iniciar la grabación del podcast y, bueno, por un intersticio de mi subconciente entró la realidad: imposible grabar con el ruido posFiona. Decidí, para liberar energía creativa, entrarle a crear  este collage en photoshop.

La intervención es sobre un registro del curador de arte hondureño Carlos Lanza, quien entró a las ruinas del calcinado Museo del Hombre Hondureño. No solo imagino: siento su dolor al recorrer los salones destruídos y casi puedo advertir al fantasma de mi querido Juan Manuel Posse (ya fallecido), quien fuera el Director del Museo y principal gestor de su renovación. La foto que me sirve de enlace poético es la famosa Holland House, de Londres, destruida durante los bombardeos nazis en la Segunda Guerra Mundial. 


Esta segundo collage de los interiores en ruinas, tomo como referencia al Santo, en una sesión de fotos que le realizara a Pavel Núñez en el año 2014. 


F.E.

lunes, 5 de septiembre de 2022

Honduras y su gran posibilidad de socialismo democrático

 






 En el ánimo de los positivistas liberales de Centroamérica, en el siglo XIX, siempre pesó la idea de que toda la región estaba escasamente poblada y, por lo tanto, con insuficientes fuerzas productivas. Y no es de dudarlo: la empresa de la invasión y conquista europea impactó con suma violencia en el otrora densamente poblado territorio maya de Guatemala, en el también muy poblado señorío de Naco, Honduras, en la animosa y fuerte población pipil salvadoreña, en la costa de la Veragua nicaragüense que se extendía a lo largo y ancho de la luego llamada provincia de Guanacaste, en Costa Rica y ni qué hablar de las enormes poblaciones del Golfo de Darién en Panamá profusamente utilizadas por los invasores como portadeadores, antes de que existiera el canal. El despoblamiento por muerte física o desplazamiento territorial fue de tal alevosía que, sumado a las políticas exclusivistas de las élites criollas, impidió crear un proyecto de desarrollo europeo entre la población indígena que, desde el principio, inauguró el cimarronaje para luego nutrirse de los miles de esclavos africanos recién llegados.

Costa Rica fue la primera provincia en reunir su idea identitaria en un territorio consolidado, la meseta central. Esa identidad estaba regida por la visión reductora de la blanquitud. Muy pronto, una vez lograda la independencia de España, los líderes políticos costarricenses, imbuidos en la superioridad de ideas del positivismo liberal, se enfocaron en el intento de replicar la visión del caudillo argentino Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888) detallada en su Argirópolis, donde propone crear una ciudad capital blindada de neutralidad “para conciliar los intereses y la libertad de los estados confederados” del Río de la Plata. Como escribe Eugenio Rezende de Carvalho[1], esta propuesta argumentaba un medio para alcanzar “libertad comercial, y esta aseguraría la prosperidad, riqueza y dinero”. Y claro, sin el “lastre” de los pueblos originarios que no querían incluirse, por sus propias tradiciones, al proyecto europeocentrista.

El fervor de Sarmiento -especie de espejo de la conquista de la frontera estadounidense- se convirtió en la práctica en un avasallamiento de las poblaciones del desierto argentino del tipo solución final a las causas que él identificaba para el subdesarrollo de las provincias del sur. Ese desierto, ya extrapolado, radicalizó a los políticos positivistas de Centroamérica para impulsar sus propios métodos de blanquitud y de impulsar el progreso sobre los intereses ancestrales de la aún enorme, aunque dispersa, población indígena remanente del genocidio conquistador. La mayoría de nuevas naciones centroamericanas posindependencia (15 de septiembre de 1821), llegaron a adoptar los colores de la bandera de Argentina como un guiño afectuoso a la utopía de Sarmiento. La paradoja es que solo Costa Rica decidió sus propios colores para su bandera, para afirmar aún más su neutralidad, posición política llevada a ultranza en la negación de apoyar a conciencia la República Federal de Centroamérica que, por 10 años, enarboló y presidió el hondureño Francisco Morazán, quien incluso murió fusilado en la Plaza Central de San José, Costa Rica, el 15 de septiembre de 1842. La idea de progreso, entonces, sufrió su primer gran cisma republicano en una fecha altamente simbólica.

Honduras quiso intentar las reformas liberales a través de su promotor, el presidente Marco Aurelio Soto (1846-1908) quien se apoyo en el fervor liberal del pensador hondureño Ramón Rosa (1848-1893), el mismo que años después de iniciado el impulso tuvo que reconocer que el Estado de Honduras no tenía capacidad de penetración en todo su territorio. Y es que para efectos de contextualizar geográficamente, Honduras fue desde su nacimiento el estado centroamericano con más fronteras, seis en total, y debido a esa incapacidad de presencia estatal razonada por Rosa, tuvo permanente injerencia política de sus vecinos una vez que se identificaba qué presidente era beneficioso para Nicaragua, El Salvador o Guatemala, sucediéndose así invasión tras invasión o apoyo económico o de armas a los alzados contra el gobierno central a través de los años. No he mencionado aún el enclave bananero estadounidense porque es necesario puntualizar que la visión de los liberales del unionista Francisco Morazán ya planteaba la necesidad de promover el estímulo a la colonización de las grandes extensiones de tierras sin producir, y los colonos en que siempre pensaron fueron los estadounidenses, a quienes consideraban los adecuados para transferir, en las concesiones posibles, la industria y conocimiento técnico que tanto necesitaba Honduras. Marco Aurelio, así, abre las puertas a las masivas concesiones bananeras.

Las bananeras

Honduras, a diferencia de la concentración productiva costarricense en su rica meseta central, posee un territorio mucho más grande y montañoso, incrustado de ricos valles completamente aislados por las serranías. Su tierra no está nutrida por la acción volcánica ya que es el único país del istmo que no posee volcanes[2]. Sus valles, desde el principio de su existencia moderna, fueron repartidos entre familias criollas que monopolizaron hasta la fecha su productividad. El resto del territorio es de vocación forestal. Enormes extensiones de pinares. Sin embargo, el espíritu de Sarmiento trasladado por, la desde aquellos años considerada ejemplo de nación, Costa Rica, prendió con igual intensidad en la casi inexistente cúpula burguesa de Tegucigalpa, aunque con posibilidades destinadas al fracaso por su falta de proyección a lo largo y ancho del país. El militarismo de caudillos locales ultraconservadores tomo posesión una vez que Morazán fuera fusilado en San José, y un retorno de la influencia eclesiástica -enemiga de la unión centroamericana- hizo que Honduras se encerrara y experimentara con su propio liberalismo vernáculo y montaraz.

La última estampida de las balas que mataron a Morazán inició un periodo de cien años de guerras civiles, levantamientos o revueltas de diferente índole, lo que da una idea de la desproporción fragmentaria en que cayó la incipiente nación. Un contraste absoluto respecto a la cohesionada Costa Rica. Y lo que es más grave, sin la mínima posibilidad de proponerse como neutral en todas sus expresiones políticas. El país con más fronteras se diluyó existencialmente entre la vida ermitaña de la poquísima población desperdigada por el cimarronaje y las aspiraciones territoriales de los demás países vecinos.

Las bananeras, como monocultivo estadounidense, llegó a romper la lógica de producción ganadera imperante hasta entonces[3] y supuso la creación de un enclave transnacional que convocó a trabajadores desde El Salvador, Jamaica, Guatemala y Nicaragua, al punto de convertir a Honduras en el mayor exportador de banano del mundo, superando la producción de Ecuador, Guatemala, Cuba, Costa Rica y México en conjunto. Ahí es donde nace el mote de “Banana Repúblic” ya que la injerencia directa de las compañías transnacionales como la Stándar Fruit Company o la Tela Railroad Company, sometió bajo soborno a la voluble y pequeña clase política del país. “En Honduras una mula vale más que un diputado”, llegó a exclamar Samuel Zemurray, dueño del mayor oligopolio bananero.

A principios de la década de los 50, Estados Unidos, en su estrategia anticomunista, crea el plan de seguridad hemisférica que comprende la profesionalización de las Fuerzas Armadas de Latinoamérica, creando, en el caso hondureño, la Academia Militar Francisco Morazán (vaya paradoja). A partir de ese momento inicia la existencia de un estado paralelo en la cual el estado prácticamente se subordina a la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas. Una serie de golpes de Estado iniciados justo durante la "profesionalización", termina en el año 2009 con el golpe a Manuel Zelaya Rosales. Doce años después de atravesar una doble dictadura, Xiomara Castro llega al poder mediante un masivo voto que expulsa a Juan Orlando Hernández, quien detentó el poder mediante una combinación de terrorismo de Estado y paramilitarismo de narcotráfico. Hoy, Juan Orlando Hernández, ya extraditado, espera juicio y sentencia en la Corte del Distrito Sur de Nueva York.

El contraste entre Honduras y Costa Rica que doy como referencia, da una idea de cuál es el horizonte que se eleva sobre Honduras, dado que, Costa Rica, sigue siendo reconocido como el país centroamericano con mayor amplitud democrática, a pesar de sus notorios problemas de clasismo y racismo, algo que en Honduras está exacerbado por el generalizado cimarronaje que la funda, debido a la ausencia sempiterna de instituciones, órganos ciudadanos una y otra vez socavados.

La posibilidad de crear, y no de reformar, la posibilidad de cimentar, y no sanear algo inexistente, es la verdadera empresa que asume Xiomara Castro en su proyecto de socialismo democrático. La amplia base que le dio su apoyo para expulsar la sangrienta dictadura del Partido Nacional (hay cifras que aseguran más de 40 mil muertes violentas durante este periodo), espera el castigo de la impunidad y la primera acción global de distribución efectiva de los beneficios del estado. Las arcas fueron saqueadas, la cultura del miedo, la anomia, la sospecha campea pos trauma, y aún así, hay todo un entendimiento de que Honduras debe iniciar ya su camino hacia un desarrollo humano que llegue incluso a retar su propia historia.


Fabricio Estrada

Junio 2022


[1] La utopía identitaria en Argirópolis de Domingo F. Sarmiento, Eugenio Rezende de Carvalho, Universidad Federal de Goias, UFG, Brasil http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1794-24892014000200013

[2] Marcel D’Ans, Honduras, dificil emergencia de una nación, de un Estado

[3] El escritor hondureño Medardo Mejía afirma que la hondureñidad desciende directamente de los arrieros de ganado.

domingo, 21 de agosto de 2022

Episodio 91, La edición de la muerte, el selfie, Cuarta y última parte

La MDZhB, esa emisión fantasma que aún lanza sus coordenadas desde la vieja Unión Soviética, nos trae la voz de Dalí para abrir la última parte de mi ensayo sobre el selfie, "Amuletos por siempre modernos". ¿Quién, realmente, edita nuestra imagen en las redes sociales? ¿Qué deseo profundo nos vuelve compulsivos con las selfies? Bienvenidos a este abordaje desde la antropología de la imagen.

 

domingo, 17 de julio de 2022

Episodio 87: El selfie, tercera parte: hace muchos siglos fuimos uno


 Aquí entra a colación la idea de la temporabilidad en la imagen que las personas tenían de sí mismas hasta el arribo de la fotografía. Se trataba de ofrecerle a la muerte el mejor rostro que se hubiera tenido, algo que a la gente de poder no importaba ya que el estar investidos de autoridad le daba a cualquier defecto físico o desarmonía que presentara un atributo de distinción. Prueba de ello es la cultural modificación craneal vista como elevación estética entre los mayas o la caricaturesca cara de Akenathon, ni que hablar de la glotona apariencia física de Nerón o la obesidad mórbida de Enrique VIII.

Lxs invito, entonces, a escuchar esta tercera parte de mi ensayo "El selfie: Amuleto por siempre moderno".


https://drive.google.com/file/d/1fq8TS4mXHTPAGVm6HlJO229P_35Uv4xA/view?usp=sharing

domingo, 19 de junio de 2022

Episodio 84: Parte 2, El selfie: mi foto para el velorio

 

Ante la fotografía nos hemos comportado siempre con cautela, no con espontaneidad. Somos nuestra propia producción ante los demás aún y cuando no seamos nosotros quien tome nuestra imagen. Pero ¿sucede lo mismo con el selfie en esta época de neobarroquismo compulsivo? Nos acompaña, abriendo con su poesía, la poeta argentina Corina Maruzza. Continuamos así con mi investigación sobre el selfie desde la antropología de la imagen. Bienvenidos al podcast donde su memoria es la que pone la música. 

https://drive.google.com/file/d/1Xmf0WXWBAAlAuftRgxSDKwJ4fO9R-vZp/view?usp=sharing

domingo, 12 de junio de 2022

Episodio 83: El selfie, amuleto por siempre moderno, Parte 1




¿El selfie puede ser un amuleto contra la muerte social? ¿Cómo se enlaza con el deseo ancestral del retrato como instrumento de poder y de reto a la muerte? Les ofrezco en este episodio la primera parte de un ensayo que escribí hace un año desde la antropología de la imagen.


 

martes, 3 de mayo de 2022

Las Crónicas del Capitán Snorkel, 20

 

Foto: Fabricio Estrada

Crónica de abril

 

Así en el mar como en la tierra

retrocedo

a la velocidad de un demonio al volante

y solo me detiene

el asfalto derretido por el verano


Avanzo en muñones

 

Adelante quedaron las huellas que fui sembrando

 

Llego

a la casa de la transparencia

y quisiera dormir

casi muerto y resucitando

 

Aquí no hay ilusiones vintage

El pasado  lo confirmo  es solamente pasado

sin camisetas o emisoras

para adultos contemporáneos

Se es viejo

y con la pintura arrancada a besos

Se es antiguo

y nadie va en busca de un tesoro

sin brillos ni mapas ni corazones arrancados

Aquí lo vintage

son los poemas que la rabia lanza al río

pastoso y verde

casi sepia de postales

el reflejo de tu rostro viendo desde los puentes

 

Desciendo sin culpas que pagan sobrepeso

traje mis huesos y piel de camuflaje

No tengo más moda

que la nieve que baja del sol

y broncea el blanco de los ojos

Así me paseo en busca del punto ese

donde se apagan todos los sonidos

y escucho  solo   la voz de mis fantasmas

Escucho tu voz

como gota de lluvia ácida en las vitrinas

te veo en los aburridos anuncios del banco

donde mis recuerdos aún abonan al capital de la muerte

 

Termina el cielo

justo en la línea de la lluvia cortante

 

No sé con cuántos debí matarme

por una mirada de amor que no supe explicar

Miraba la debacle y me enternecía

miraba un pozo lleno de cadáveres hermosos

miraba por última vez

la basura que guardé -dulce holder-  

y proliferó entre mis libros como coral fantástico

 

Flamea una alberca azul turquesa

que apenas contiene

el roer de los tiburones

 

Toda la belleza contra sus dentelladas alucinantes

 

Lo vintage no está en todo pasado

las carencias no flamean

Lo pasado tiene la devoción del crimen y sus placeres ilícitos

flamea

un retazo de mar

se canta el himno de otras profundidades

y se premia a quien lo canta en el ahogo

 

Ahí nace lo vintage

en lo lejano

donde ninguna red social muestra el murmullo

de la patria del pasado.


F.E.

domingo, 20 de febrero de 2022

Nadie lee las letras pequeñas de la paz


 Esta foto fue tomada por un corresponsal de National Geographic, en la Tegucigalpa de 1983. Me sorprendió descubrirla como portada de una de las viejas revistas NG que se venden en la Plaza Central de Tegucigalpa, alrededor del 2017. La vi y me dio un vuelco el corazón al recordar que yo tuve esa misma camiseta que luce el niño. Su diseño era uno de esos mensajes que circulaban como adoctrinamiento "democrático" en medio de la más férrea acción de la Doctrina de Seguridad Nacional anticomunista. El lema era aquello de que Honduras celebraba la paz, remarcando el concepto de "oasis" en medio de las guerras fraticidas de las demás naciones hermanas en el itsmo. Y claro, la etiqueta, en letras pequeñas  podía decir otra cosa: desde Honduras se creaba la intervención para que nuestras naciones hermanas se incendiaran y desangraran. Nadie lee las letras pequeñas de la paz.

Tuve esa camiseta hasta que se le hicieron agujeritos, similares a los agujeros que las balas le hacen a las paredes de cal. También recuerdo esa pelota de plástico que se sostiene como globo terraqueo hecho de puros meridianos. No sé qué hora hacía en esa foto, pero sí sé que fue tomada en una esquina de la cuesta de Las Damas, en el centro de la ciudad. Reconozco ese caracol sobre el que la niña observa. Reconozco ese derrumbe lento de la manpostería, las piedras sueltas de la indiferente Tegus.

jueves, 17 de febrero de 2022

Una foto en el altar de la lluvia


Esta es una de las fotos más dolorosas que he podido tomar. Fue en San Cristóbal Totonicapán, Guatemala, durante el Festival Internacional de Poesía de Xela, 2012. Los poetas inivitados a esa sede, Francisco Morales (Guatemala), Jonatán Lépiz y Monserrat Artavia (ambos de Costa Rica) y yo, esperábamos dentro de la iglesia San Salvador a que amainara una fuerte tormenta que hizo casi imposible la presencia de público en la pequeña plaza. 

Siempre curioso de los altares, quizá por aquel primer sentido del gusto en que mi abuela me educó respecto al cómo se mide la importancia de un templo católico (su arquitectura), me di la vuelta y vi a la muchacha maya quiché entrar con su recién nacido, cargado y envuelto a sus espaldas. El templo, completamente vacío, dejó escuchar su llanto. Arodillada, lloraba y rezaba sin parar en su idioma. Me hizo recordar la devoción que miré de niño cuando llegábamos en excursión a Esquipulas, en plena guerra civil entre 1982 y 1985. Inmensas filas esperaban el adoratorio del Cristo Negro y yo escuchaba por primera vez las tantas lenguas mayas, ignorando por completo que en esos mismos días Otto Pérez Molina y Efraín Ríos Montt lanzaban a los kaibilis contra el pueblo quiché, en un genocidio espantoso cuya mayor expresión fue la matanza en la aldea de Dos Erres (https://es.wikipedia.org/wiki/Masacre_de_Las_Dos_Erres ).
Mientras la lectura de poesía se demoraba y apenas lograba dar una patética idea de lo que nuestra palabra podía lograr, adentro, frente al altar, la muchacha se puso de pie y dejó de llorar. Se inclinó como despedida y salió, pasando a nuestro lado, que leíamos "poesía" con la lluvia volviéndonos cada vez más insufribles. ¿Dónde estaba ocurriendo el poema, entonces? ¿Dónde se decía la palabra más profunda aquella mañana en Guatemala? 

De las lecciones más vitales que me han dado los festivales se cuentan las que NO enseñan lxs textos de los poetas invitadxs, sino las lecciones de la poesía verdadera, la que camina, la que pasa frente a las narices de las mesas principales y se ve en forma de lluvia, y cuya voz, en todos los idiomas,  nos susurra: ¿Han sido ustedes capaces de sentirme, de escucharme, de consolarme?



 

lunes, 10 de enero de 2022

De mil yeguas mustangs nació Estrella

Fotos: Fabricio Estrada




De mil yeguas Mustangs nació Estrella
heredera de planicies y ciudades fugaces
Vásquez Coronado
la dejó en libertad
la palma de su mano sobre el doble astro de sus ojos

"Mil yeguas truje
bueyes y ovejas
agrandaban con su paso el vacío
Ciboa debí nombrarte
Quivira apedillarte
pero sos la Estrella que galopó
las llanuras de mil quinientos y cuarenta"

De mil mustangs galopaste
junto a bisontes del osario
de mil mustangs pawnees robados a los sioux
de diez miel pitahuiratas haciendo ruido
con gritos y maromas

Desde ellos destellan tus cascos
y de ahí tu nombre insaciable de cielos

Nos sos, entonces, poca yegua
que relincha en la noche y que come mis helechos
no sos la carga desperdiciada contra el muro de lanzas
ni la carne de los cañones de Flandes

De mil yeguas naciste yegua
que hoy mordisqueás las flores
 hoy engullís flamboyanes
y husmeás los dibujos de un caballo
en las cuevas taínas de la Isla de Mona

F.E.

 

sábado, 27 de noviembre de 2021

Gustavo Campos defraudado por la academia

La academia hondureña de la lengua, intoxicada de polillas o con la idea de ese civismo que hace de los poetas bustos clásicos decimonónicos, decidió que Gustavo Campos no debería mostrarse en su homenaje con su camiseta de Pink Floyd. 

Nada de espíritus rocambolescos, no, nada de no rimar con los salones de la ortodoxia más fúnebre, no, nada de ir por allí dando malos ejemplos desde el más allá.



 Un borrón de photoshop es un borrón de la esencia de un poeta en su elección vital. Creo que con Tavo nos admirábamos mutuamente las camisetas de rock con que nos encontrábamos como espejos, así que además de la admiración que le tenía por sus textos estaba también los de su buen gusto musical. Que se queden con la imagen de las levitas y las guirnaldas entonces. Pírrico homenaje con el que colaboré de buena fe pasándoles la foto, pero al final ha resultado esto. Esa noche, además, nos bebimos bien nuestras veinticuatro cervezas. Salud, Tavo!! Qué conste!

lunes, 15 de noviembre de 2021

Blake muere en París a causa de un paparazzo, prólogo de Alex Maldonado Lizardi, Puerto Rico

 

PRÓLOGO

Fabricio Estrada: las imágenes se toman desde el suelo



 

 

I am never finished answering to the dead.

-Li-Young Lee

 

 


De acuerdo al informe de la «Comisión de la Verdad y Reconciliación» sobre «el caso Uchuraccay»1 en el Perú, los comuneros que acorralaron a los periodistas la tarde del   26 de enero de 1983, «portaban sus propios instrumentos de trabajo como armas de defensa: palos, hachas, piedras   y lazos.» Por aquellos días los miembros del PCP Sendero Luminoso izaban banderas rojas sobre los cerros húmedos de Ayacucho, a 4,000 metros sobre el nivel del mar. Era seguro el miedo de los campesinos debajo de las chompas   y  las  casacas;  encima  de  sus  alpargatas  telúricas,  como

1 http://www.cverdad.org.pe/pagina01.php


 

certero el miedo entre los ocho periodistas, quienes, según el informe, «asustados no podían hablar y no pudieron entablar diálogo con los campesinos.» (134) Y entre la consternación de todos, sus instrumentos de oficio: los picos y las hachas; las grabadoras y las cámaras. Incapaz   el diálogo, uno de los líderes comunitarios decidió la muerte de los periodistas, persuadido de haber apresado    a senderistas.

Cuarenta campesinos participaron de la matanza. Willy Retto, fotoperiodista en el grupo,  alcanzó  ocho  escenas  en su cámara fotográfica antes de caer apelmazado entre las rocas andinas y el musgo. «La primera imagen es una estampa rural», destaca el novelista, Santiago Roncagliolo en un recuento de la serie de retratos2. La segunda imagen encuadra a «campesinos andando por unas pacíficas laderas serranas. El cielo es gris, el campo verde». A continuación, la cámara parece deslizarse. Las fotos adoptan la inclinación y el esmalte de las cosas que parecen hundirse en un aguacero. Las espaldas de sus compañeros vistas a la 2 Roncagliolo, Santiago. «Incitar al genocidio». La cuarta espada: La historia de Abimael Guzmán y Sendero Luminoso, Buenos Aires: Debate, 2007.


 

altura de la cadera: «Las imágenes ahora se toman desde el suelo. Alguien está arrodillado. Hay un muro de rocas. La última foto es poco más que un borrón.» (98) Sus muertes demoraron treinta minutos y ocho fotos.

¿Qué ve alguien cuando mira el retrato de un muerto?

¿Para qué alguien los busca y les regala estrofas? ¿Qué es observar la muerte, lo que muere, lo que sufre? ¿Cuál es el juicio que propina la muerte en un retrato, en un grabado, en un poema? La selección de poemas en Blake muere en París a causa de un paparazzo: Antología personal (2004-2017) del hondureño Fabricio Estrada cursa retratos osados que figuran la muerte, el desastre, la desgracia entre las formas del mundo. Hurga lo que ocupa a la muerte detrás de un lente. Busca entre sus versos, «las imágenes (que) ahora  se toman desde el suelo» para comprender a quién envía   la muerte retratos como estos de Willy Retto, arrodillado entre los setos de yerba y los balidos de las ovejas.

La poética de Estrada indaga sobre el alcance las oportunidades que tenemos para considerar el dolor humano en una fotografía. De este esfuerzo resulta una


 

poesía que hace ver los retratos lentos y cansados de los muertos en un camión, de familiares presos, de las alcancías de balas detrás de las hidroeléctricas en Honduras. Son fotografías como las  de  «un  pobre  hombre    muerto a tiros mientras comía una naranja» («Correo para un amigo») que urgen a una reflexión sobre lo que hay que hacer ver de la miseria entre «los panaderos que trituran vidrios junto al pan y los niños con hambre» («6»). ¿Quién debe ver la desdicha de otros en un retrato y qué nos asegura, que la simpatía, que la compasión es suficiente? La compasión es de economía precaria, interpela Susan Sontag3. Requiere el oficio de una figura o envilece. Solicita ser representada, «apropiándose de materiales del mundo cotidiano y dotándolos de una estética que muestre un territorio escindido por los padecimientos.»4 Sin embargo,

3 “Compassion is an unsatable emotion. It needs to be translated into action, or it withers. The question is what to do with the feelings that  have been aroused, the knowledge that has been  communicated.  […]  And it is not necessarily better to be moved. Sentimentality, notoriously, is compatible with a taste for brutality and worse.” Sontag, Susan. Regarding the Pain of Others, New York: Picador, 2003. (101-102)

 

4 Pilar Vila, María. «Voces del desencanto y la violencia en la narrativa


 

es difícil dirigir la pedagogía del dolor en una foto. Todo aprendizaje que parte del dolor es contingente. ¿Quién, entonces, busca esos retratos y les obsequia estrofas? Alguien debe temblar; albergar algún temor que sufrague nuestras deudas comunes.


La presente colección de Fabricio Estrada participa de esa tentativa. Su voz poética registra lo que la historia aplaza, discerniendo que: Si no lloraste no viviste, /y había tanto por qué llorar. Todo muro caía en pedazos, / los grafitis, los videos de las fugas,/el cambio de guardia en Check Point Charlie. («89 punto 2») Así, figura en sus líneas el arrojo  de hacer tangibles los trámites de los muertos, de hacer inteligibles sus cuerpos. «Es extraña la muerte», dice la voz

latinoamericana». Basile, Teresa, coord. (2015). Literatura y violencia en  la narrativa latinoamericana reciente [en línea]. La Plata [AR]: Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (UNLP- CONICET). Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria. (Colectivo crítico ; 2)(129)En Memoria Académica.

Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/libros/pm.378/ pm.378.pdfdel


 

poética, «es como aguantar la respiración/es como tomarse una foto/ posarla y repetirla y nunca salir bien.» («Es igual a sí misma cuando la vemos en los álbumes»).

Y es que debe ser así, que no haya respuesta acabada ante nuestros muertos, que cada uno de sus asaltos a la vida sea indivisible e irrepetible. Que todo lo que crezca disponga del viento «como lo hace la hierba, sin nostalgias, en medio de toda ruina.» («89 punto 2») Después de todo, nada afirma el tiempo como los muertos que imaginamos juntos, esos que «se desparraman como náufragos/  sometidos  por las olas …» esos que «nacieron para serlo» y que justo por eso «se les observa con reverencial espanto» (Ouija).

 

Alex Maldonado Lizardi Toa Baja, Puerto Rico