miércoles, 12 de noviembre de 2025

Barberías y literatura

 



El Maese Nicolás es el barbero y gran amigo de don quijote de la Mancha, el mismo a quien le quita la bacía, creyendo que era el yelmo de Mambrino. La bacía la ocupaba el Maese Nicolas para los sangrados que hacían todos los barberos de la época. Se decía que hacer pequeños cortes sangrientos liberaba de humores el cuerpo, como se pensaba de las sanguijuelas. La bacía entonces tenía ese diseño, una escotadura semicircular en el borde que permitía colocar el cuello y recibir la sangre del cliente de turno. Por eso el distintivo original que se pintaba en las puertas o en un rótulo y después en un bolillo de madera, era una línea roja que iba bajando y subiendo a medida que el bolillo giraba. Hoy las barberías lo pintan de azul, blanco y rojo. La vadera oficial de toda barbería, así como no podemos dejar de asociar al quijote con su yelmo extraño que parece un sombrero de hojalata.

De barberos está llena la historia del mundo, pero en esta época de don quijote los barberos eran personajes que podían ser considerados también cirujanos. En 1523 se distingue entre los médicos y cirujanos y boticarios y barberos, y la barbería llegaría a ser una materia universitaria en el siglo XVIII. Felipe II, nos dice David Reher, permitió que los cirujanos romancistas pudieran llamarse licenciados (un título antes reservado exclusivamente a los graduados en la universidad) a pesar de su falta de educación formal. Los barberos de esa época son intermediarios que leen en voz alta a su público, y al parecer, eran muy conocedores de libros de caballería. Cuando el Maese Nicolás, nuestro barbero, se da cuenta de que don quijote parece loco, aconseja que se le ponga agua fría para cortar el humor colérico, y eso, claramente, es un consejo que proviene de su profesión alterna de médico.

En la famosa ópera el barbero de Sevilla, la connotación del barbero es de dimensión erótica, en el barbero del dictador hondureño Tiburcio Carías Andino la dimensión es de verdugo y hombre de confianza a la vez, porque esa navaja en el cuello de Carías fue la auténtica sangre fría del pueblo hondureño para contenerse una y otra vez. Signo de nación entre brillos y precisiones de miedo, entonces.

Hay una historia poco conocida de Puerto Rico, pero un barbero del barrio obrero fue el último que resistió en la insurrección de 1950. Los soldados coloniales disparaban y disparaban a la barbería creyendo que eran mucho los insurrectos, cuando solo era un valiente barbero en una de las sublevaciones anticolonia gringa más desconocidas de Latinoamérica. En la puerta de esa barbería estaba el famoso cilindro del oficio, rojo de la sangre, blanco del pañuelo de algodón manchado de sangre y el azul pálido de la bandera puertorriqueña.


Aquí les dejo una historia de barbería para que tengan de qué hablarle, como homenaje a sus propios barberos. Haga para atrás la cabeza, exponga el cuello, confíe, porque puede nacer otro Cervantes y usted puede aparecer en una escena inolvidable.


F.E.

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