viernes, 20 de junio de 2008

Adán Vallecillo: El mundo con pinzas






Adán Vallecillo(1977), representa el lado más filoso de este metal que conforma a los artístas de Arte Contemporáneo en Honduras. Con una mirada penetrante, disecciona la hipocresía social y luego limpia su escalpelo, suavemente, en la solapa con clavel de
los manipuladores ocultos de nuestra realidad.
"El hierro más pulido es el que está más cerca del óxido"
El retorno a la Mengele Society, a los cazadores de marfil y su deslumbrante corte; al resuello y desolle del paquidermo de la amnesia.
El retorno al ortopeda y su maquinaria borra-huellas.
El retorno a los que levantan uñas y luego se hacen el manicure de la caricia más lasciva.
El retorno de los limpios de conciencia de los gentleman con su frak de palomas y polillas.
El retorno a las brillantes autopistas que cruzan sobre cementerios y favelas a una velocidad inhumana, prístina, ráfaga de las miradas pobres que salen a contemplarlas como se ve un a río desbocado.
El retorno al instrumental de los quirófanos mientras asciende el geiser de la sangre y la anestesia avanza hacia el sueño.
Las cadenas, el banquete de los saciados, la gula de un tiempo antropófago, la ostia como alimento para el que se muere de hambre y entra a los templos en busca de la última cena,
el retorno a la muerte minimalista, a los hilos, a la escafandra y la asfixia, al camino lento de la burbuja de aire en la sangre, como una nube, somos, como una nube lenta que teme manchar el paso de las montañas.
¿Tan sucios nos sentimos ante tanta pulcritud?¿Por qué esa sensación de manchar con nuestra presencia las pinzas de un mundo que hunde en nosotros su más bizarra curiosidad?
Adán Vallecillo dispone el banquete de la asepsia, y la voracidad de los ángeles esteriliza -con cada mordisco- nuestra ingenua manera de aceptar lo corrupto y sus piezas más delicadas.

Fabricio Estrada, junio 2008

Ezequiel: advertencia para coleccionistas






Ezequiel Padilla Ayestas (Tegucigalpa, sept. 1944), uno de los artistas plásticos más contundentes en su impronta dentro del arte hondureño. Inclaudicable en su visión del mundo y de lacerante discurso a la hora de plantear la realidad humana que se debate en las fronteras que impone el consumo y la fiesta rosa del status quo.


“El arte griego nos ha enseñado que no hay superficies realmente bellas sin espantosas profundidades” (Nietzsche)
Verás pasar a la gente en llamas.


Te abrasarán en las esquinas, y de sus miradas, alimentarás la fragua donde el bronce de los héroes se funde en un largo feriado que dura siglos; el humo será la estatua y la polvareda, su leve guirnalda.

Verás un carnaval de sonámbulos, te dirán que es día de fiesta y atrocidad. . . verás pasar un tigre incendiando los puestos de periódicos, y las letras se sumarán a tu piel; el graffiti será el salmo de las masas. Salmodia de broncas y palabras dichas a medias; en la esquina del cuadro te saciarás de escombros, vuelto mendigo pedirás monedas y recibirás a cambio, un pincelazo de fiera sangre en el rostro.


Rostros frente a las vitrinas, ¡salud, tímidos traidores! Ezequiel os retrata y nunca sabréis de su nombre, trampa versicular, profecía del solo que lanza una paloma al aire y espera su regreso con verdes ramajes en sus brazos y labios. Cada cosa es medida, cada signo revelado, yuxtapuestos en lo infinito de la memoria en blanco, hombre y sombra, mujer y esplendor, tristeza y arrebato, rapto y trance encerrados es un espacio que apenas sujeta la razón de los geómetras.

Creerás entonces, que un mutilado mezcla los colores, creerás que alguien te viene abriendo todas las puertas que cerraste al ángel.. macabro espanto, ¡ah terrible belleza! teñiste la madera y ofreciste sin piedad al primogénito que ahora limpia con plumas los autos y pide, luego, un azul plomizo para pintar el cielo.

Serás el dueño de casa que reclama a su albañil, le preguntarás sobre el acabado final y él te responderá, con sorna, con un filazo de su pala: ¡Aquí no espere acabados finales, señor, no hay belleza así que no hay conclusión! ¡aquí no hay fronteras, maese! ¡la auténtica vida está ausente…nosotros no estamos en el mundo!

Y le verás el rostro, y la luz se cuajará en el tuyo, viejo prisma, hombre desollado por la ciudad que él mismo te ha construido, como un inmenso marco encargado aprisa, como una inmensa tela, en tu rostro caerán relámpagos, duros fogonazos, Dix, Permeke y Kokoschka cantando xiques bajo la artillería fantasma, un bombardeo silencioso que sólo el más aguzado puede advertir, sentir, describir.


El pánico ronda, ninguno de los tres termina las frases, las últimas palabras se convierten en duras manchas, el sujeto es sujeto del cuello y exprimido como un tubo de fresco óleo. Contenerse y estallar es el contenido. No hay distancias, no hay cristales de por medio y por lo tanto, no hay reflejos, puro músculo, pura osamenta, el inframundo orgánico profetizado por Klee …tiembla gravemente el pulso, las estampidas cruzan por los nervios, el color va sacando lo que es verdad, ¡la Phycis resplandeciente! el artefacto ornamenta las clínicas donde la neurosis es amansada y reintegrada a las calles… el horror vacuii del ocio, la espera del homo sapiens que descubre la contundencia asesina de un tordo hecho de líneas y remolinos.

Y pasás a la siguiente página, pasarás lentamente, rozando el relieve que ha dejado el sol sobre las hojas blancas.. .cada lienzo es una fragua que te funde y funda, un libro contuso, un códice recuperado a los conquistadores; y no hay más verdad que la grotesca sombra -que como un rastro- va dejando la historia, el rumor de los hinchas que suben al estadio, el siseo de las lonas que visten a los mecánicos, el golpeteo de los niños en la ventana de tu auto, el mueble Bauhaus de tu nueva casa, los afiladores, las espadas del héroe alzadas para la venta: melladas, dobladas, rotas, vueltas sacacorchos, abreautos, abreesposas, antenas, pararrayos, mondadientes, dedos acusadores, las espadas del héroe pasarán en una mercancía ambulante, de mano en mano cómo se trafica con lo digno, siempre subversivo, siempre acechador, Ezequiel dejando un ojo en todas las esquinas, sensibles ojos que contraespían a las cámaras de vigilancia y captan la luz de las estaciones, el sobrecogedor verano que instala su horno y multiplica al hombre artesanal, al transitorio, al que se vende medio cocido y que ensucia y causa repulsa entre coleccionistas, que a pesar del riesgo, lo compran, lo exhiben, lo tasan, lo encierran y olvidan que, radiando, envenena la sangre, contagia e inventa un lenguaje crudo sólo conocido por las bestias, por el amor en gestación, por la rabia sorda y convulsa del oprimido.

¿Tenías el dinero? ¿Tenías las ganas? ¿Todavía quiere, el señorito coleccionista, adornar con Ezequiel su afectada sala de gordos querubines y bodegones de pútridos frutos prohibidos?


Fabricio Estrada ®

jueves, 5 de junio de 2008

Poetas latinoamericanas, muestra




Leonor Silvestri - Argentina
Sea side town




Observada por
un tenebroso público
una imagen que se congela
ante la casa sin dejar
de aplaudir, espían
por la rendija de mis parpados
entornados al amanecer


La angustia es plomo
en las venas, en algún lugar
una flor se abre, los pétalos
se abren apretujados en el interior
vivir y desear ya no son la misma cosa


un montón de ropa abandonada
farsante, como restos de un suicidio
el timbre se confunde con las olas
perfora los pliegues grises de la mañana
la lentitud de los sucesos penetran
la inmensa marisma de la vida
provocaban profundas palpitaciones


El rostro es un novio formal y afligido
al que sucumbir en enamoramiento obsesivo
y fútil, quisiera arrojarme delante
para protegerlo de la bala
de esta vida vulgar


El viaje es aterrador y turbulento
días y noches sin detenerse jamás
sin saber qué significa vivir
adelante, aferrada sin soltarse jamás


La pista


Patinando
abrazada al frío
puedo sentir
en el hielo
cada una y todas
las vidas que pudiera haber
vivido.

Are you a dancer?
Are you a figure skater?
Are you from Portugal?

En el frío recuerdo
patinar en línea.

No.
Quise ser gimnasta alguna vez
No.
Tomé clases de danza.
No. Hablo español.
Soy de
una ciudad
subtropical
allí no hay
nieve
no hay
ni invierno.

Bajo el frío
en mis pies
recuerdo.

¿Qué me queda
ahora
de todo eso
más que este hielo infinito
y esta cuchilla usada
una y mil veces
que no corta?


Anita


Toma sol tras mi ventana
se refresca
bajo los rayos
que entran
a nuestro departamento
sin protección

luego se cansa
y me registra
sabe que yo soy yo
quiere que no haga nada
más que mirarla
adorarme

entonces comienza:
ella se sube a mí
y la bajo
y se sube
y la bajo
y se sube
y la dejo
cansada de luchar
contra los molinos
de gata
esa paciente insistencia asiática
ese constante reclamo de afecto
llena los espacios que quedaron
después de vos






Lucía Estrada - Colombia




Poemas del libro Las Hijas del Espino


ALMA MALHER

Yo también lo prefiero.
Es más bella la mano
al pulsar una cuerda invisible.

Cuando duermes,
reaparecen las tres mil sombras de tus dedos
tejiendo filigranas
en el oscuro cuello del dragón.

Te miro inquieta
sin atreverme a respirar.
Es la hora más alta
del doble vuelo nocturno.

Escribo en la seda de tus párpados
mi temor de perderle,
de que huya como un gato por los techos,
de que salte y reviente la cuerda


de todas las campanas del mundo,
de que se despeñe con el sonido metálico
de un arcángel
en el centro mismo de la orquesta.

Yo también lo prefiero
cóncavo y oscuro.

La clave blanca y negra
de todo cuanto existe
se advierte
en su sinfonía de agujas.


EMMA DEUNIE

El estupor es tan viejo
como la espera.

No hay ventanas que miren
hacia la gran ciudad,
sólo ríos de palabras
chocando contra las paredes.

Lo que resta de lejanía
es mi consuelo,
el cuerpo mutilado de la araña
que no alcanza su presa.

Un poco más de dolor
y estarás a salvo.

Tela sangrante
en el confín de toda esperanza.

Sólo el espejo
se conduele de su imagen,


sólo el cristal
del resplandor que encierra.

Un rostro visto muchas veces
termina por echarse al olvido,
no así la rueda de la fortuna
que se repite
y derriba cada vez el cerco
de las premoniciones.

Quien se aferra
es el primero en salir.



CRESCENCE EUGÉNIE MURAT
Nada se revela más oculto
que lo cercano,
aquello que miras sin mirar,
las palabras dichas
desde siempre,
los trazos de una caligrafía
abierta,
el corazón que hiende la espada
y que se ofrece
a quien no pronunció su nombre
desde antiguo.

Si descubriera una sola
de mis manos
¿descifrarías las líneas
del misterio?
¿sabrías que toda búsqueda
tiene su lámpara,
todo camino su límite,
toda sabiduría
su árbol de inocencia?






Mayra Oyuela - Honduras


(del libro Escribiéndole una Casa al Barco)




Ballena de sal
A Ezequiel Padilla


Una ballena de sal apareció muerta
en la Plaza Central de Tegucigalpa.

Nadie sabe nada.

La expectativa a puerta cerrada
y el miedo como piedra torcida en la mano
se abalanza sobre el crepitar de los pasos.

Rifles despuntando esperanzas,
palabras cuánticas midiendo injusticias.
Se ha levantado un triangulo de huno sobre la plaza
y perfora a cuadros el grito glacial de la multitud.
Una sustancia violenta ronda las esquinas,
hombres verduscos con bombas tragapalabras
llenan alforjas de desesperación,
cuento común para empezar el día.
Sólo seis heridos pronostico el diario;
nadie vio nada, nadie sabe nada.

Y la ballena de sal vuelta piedra
por la impotencia de rostros que siempre serán ajenos.






Tragame luna


Tragame luna
o aterrizá en este océano que soy.
Mirá que tengo la piel fosilizada de lenguas
y un abanico azul
que golpea desde mis trompas de Falopio.

He acampado en la sangre del abismo,
he provocado la suntuosa apatía por los ocasos.
Mirá que busco los ojos del sur
y llevo en las manos el paracaídas de la locura..
Escuchame luna,
la serpiente de la soledad
moldeó mi estatura rompiendo mis olas,
inyectando la dosis precisa de la seducción.
Mirá que me ha mordido desde adentro,
profundo,
vaciando los restos de la nostalgia
que se reproduce
en el inventario de las sorpresas.
Me ha dejado intacta la incertidumbre
y esta reseña de manipular los géneros
a mi conveniencia.
He volado profundo tus cielos luna,
mientras un hombre ha deletreado
mi arena más húmeda,
he comido de la catarsis de la investidura;
tragame luna
o volvete caracol,
velero,
arrecife, lo que querrás
pero volvé,
acampá,
quedate.






Escribiéndole una casa al barco

Esta casa vuela.
Su altura conjura um papalote
que se distorsiona a la distancia.
Esta casa es un mar
y un barco también,
donde crispados, salimos
a contemplar
los delfines mas blancos de la locura.

Esta casa tiene un color, un nombre,
su capitán Morgan lanza de sus anzuelos
aurelianos peces,
espectros que devoramos
en lo profundo de los desvelos.

Esta casa barco se desliza
por las olas de una Tegucigalpa oscura,
mientras humanos veleros,
navegan lento
dentro de botellas.






Blanca Varela - Perú


Sin fecha


a Kafka


Suficientes razones, suficientes razones para colocar primero
un pie y luego otro.
Bajo ellos, no más grande que ellos ni más pequeña, la
inevitable sombra que se adelanta y
voltea la esquina, atientas.
Suficientes razones, suficientes razones para desandar,
descaer, desvolar.


Suficientes razones para mirar por la ventana. Para observarla
mano que cuenta a oscuras los dedos de otra mano.
Poderosas razones para antes y después. Poderosas razones
durante.
La hoja de afeitar enmohecida es el límite.
Lasciate ogni speranza voi ch'entrate.
No se retorna de ningún lugar. Y la regla torcida lo confirma
sobre el aire totalmente recto,
como un cadáver.
Y hay otras.
Palidez, sobresalto, algo de náusea.
Misterioso, obsceno chasquido del vientre que canta lo que
no sabe.
La luz a pleno cuerpo, como un portazo. Adentro y afuera.
No se sabe dónde.
Y las demás. ¿Existen?
Infinitas para la duda, evidentes para la sospecha.
Dejarse arrastrar contra la corriente, como un perro.
Aprender a caminar sobre la viga podrida.
En la punta de los pies. Sobre la propia sombra.


No más grande que ellos ni más pequeña.
Uno, dos, uno, dos, uno, dos, uno.
Uno atrás, otro adelante.
Contra la pared, boca abajo, en un rincón.
Temblando, con un lívido resplandor bajo los pies, no más
grande que ellos ni más pequeño.
Tal vez, tal vez la estancada eternidad que algún alma
inocente confunde con su propio excremento.
Malolientes razones en la boca del túnel.
Y a la salida.
A la postre tantas razones como cuellos existen.
Defenderse del incendio con un hacha.
Del demonio con
un hacha, de dios con un hacha.
Del espíritu y la carne con un hacha.
No habrá testigos.
Se nos ha advertido que el cielo es mudo.
A la más se escribirá, se borrará. Será olvidado.
Y ya no existirán razones suficientes para volver a colocar
un pie y luego el otro.
No obstante, bajo ellos, no más grande que ellos ni más
pequeña, la inevitable sombra se adelantará.
Y volteará la misma esquina. A tientas.






Nora Nani - Argentina


9


Se me ha deshecho de pañuelos
la alborada.
Por el adiós salpiqué de piedras
el camino
y fui buscando
mi cruz en el agua.
Perdí la sombra
en un dintel de lluvia.
Me siguieron perros desolados
con lenguas de azúcar
y un olor a pobreza
en la percusión de sus pasos...
Bestias temblorosas
como los sueños
soñados por un niño
que jamás va a crecer
y que promete definir en viento
su estatura...


Yo puse las manos adentro del agua,
pero la lluvia era el adentro
y el afuera,
un desconcierto de perros y de niños,
un azul desolado
que no sabía qué hacer con mi sombra
y sus tropelías de cielo.
Después me volví hacia la noche
y era más clara sobre el pasto,
casi como el eco de tus pasos
que un día derramaron
el adiós por los tréboles
e hicieron un viento manso
con mis ojos que te seguían
como niño
como perro
como lamento de estrella
tan lejos y tan sola.

Pero me brillan las manos
en la noche.
No es mentira la eternidad
si te sigue mi sombra
en la lluvia.


Nora Méndez - El Salvador


(del libro La Puerta)


III

Era el día
para entregar los oficios
una luz de tarde
amarilla
obesa

El silencio intermitente de la galaxia
habitaba tras de la perilla del solar vecino
él la montaba
y la poltrona aguardentosa
se arreglaba de alaridos
las bragas
como una flor en la tormenta

logró herirme
para toda la vida

La multitud quiso despejar mis lágrimas
pero el acto de horror había sido consumado
en mis siete vértebras
el corazón guardó curioso ese trance

Vinieron a contarme su historia
las comisuras del sol
dos seres desterrados
dejaron tirados los ejes
y se arremolinaron con las pizarras

Era un día para el mal
las sombras minúsculas
con que se retorcían los tapetes
hicieron las paredes más angostas
hasta herirse con los limoneros

Me han cambiado el mar
por cuatro nombres detestables
y no tengo boca
para mostrarles mi desprecio






Lauren Mendinueta - Colombia




Así pasan los años
Pasan los años,
y aunque la vida me acusa de inmovilidad,
también yo he viajado.
Como una partícula de polvo
he revoloteado por la casa y me he prendido a los libros.
Como un insecto he reposado a la orilla de las acequias,
o simplemente he sido una mujer que de tarde en tarde
ha mirado hacia el mar
buscando barcos olvidados por la neblina
y que vuelven a la memoria,
sin esperanza distinta de la muerte.

Autoabandono
Apenas ayer tenía cuarenta y nueve años.
Hoy, primera mañana de abril de 1977,
Busqué mi rostro en el espejo,
mi rostro aún más roto
en el espejo roto del baño.
Cuerpo mío inasequible
¡¿por qué sigues terco reflejándote?!
Soy culpable de vivir.
Puedo verte derruido
y en el pasado también fresco y tembloroso,
todo tu peso sobre la liviandad del sueño.
Te vi caminar por entre las dentaduras cariadas
del puerto en la niñez,
correr sobre piernas esparcidas
como por entre robles,
cobijarte en las manos sudorosas de ciudades trajinadas
y dar el pecho a infantes que en vano
buscaban líquidos distintos de la piedad.
Te vi, cuerpo,
descansar el rostro sobre la tumba modesta
que ahora evoca tu propio rostro.
Soy casi un escombro,
una mancha indistinguible
en los espejos de asilos y supermercados.
Sé que estoy viva porque siento dolor;
el cuerpo es una prolongación
absurda y obligada de la mente.





Como ayer fue siempre

Separados, pero iguales,
los días avanzan hacía la terca evidencia del calendario,
hacia la diaria justificación de sus nombres.
Como ayer fue siempre;
la luna que venía de más allá,
la oscura evidencia de tu pelo,
tu voz donde el viento,
tu voz don del viento,
la arena contra tu rostro,
el frágil signo de la palabra
que soplaras hace tanto tiempo en mis labios.
Hoy vuelves a mi suerte,
vuelves a donde nunca estoy.






Francesca Randazzo - Honduras

No quiero
estrellarme
romperme
deshacerme
quebrarme
despedazarme
desprenderme
despreciarte
destruirte
quererte
deshilarte
rehacerte
estrecharte

caer
desde
tus manos.


Se aferranlos días
a esta pequeña muerte

estrepitosas cadenas
abren tus puertas
pordioseras de mentes
y lamentos
que muerdo en el pan

quererte
es el vacío
protuberante de mi vientre
y tu deseo de cal
fuegos amargos que hierven
y castran

quererte
es amarrar el piso
de surcos y señales
es atar al cuello
y proponerte
que no volvamos nunca
a empezar



(del libro Compás de luz)


de cada dos noches
hacemos una
entre puentes colgantes
e inventos
llenando hendiduras

brillamos luna
y por todo el cielo
volcamos penumbra

del amanecer
queda el incierto
en tímidas formas
del vago espacio que compartimos

entre miradas
que no son nuestras
escapan inusuales parpadeos
coincidencias

ancladas en las camas
nuestras voces
permanecen con los cuerpos


estás frente a míen tu nombre que soy yo

en el color que veo concéntrico
hasta tu pupila

en el estero que sumerge mi lengua
atravesando tiernas riveras

pues soy el río que desemboca
y sos vos el que avanza en las mareas


mi piel sin norteroza todas las ramas
ellas esconden el sendero
yo invento nuevas rutas

pero me pierdo en tu isla
esta geografía
irremediablemente
me precipita hacia el mar

de las áreas protegidas
no han de tomarse nada

pero me llevo
largas esperas de auroras
y unos pies
marcados por tus playas







Alejandra Flores Bermúdez - Honduras

(del libro Sol Pétreo)
Cosecha

Tu alma
boca de lenguas
de agua
girasoles de
cabellos húmedos
moluscos sudorosos
tu montaña
corto
la flor
de tu altura
hurto
tu sangre
que como
bola
de fuego
corre
por el vértice
que corta
el trigo de mi vientre.



Dioses
Tu espalda
es una celda
me observa
el monje
en tus axilas
me explica
el ritual
de los dioses
adonde
enterrados
el uno
en el otro
resucitamos.


Al fondo
Camino
por tu rostro
al fondo
de tus ojos
una gaviota
toma la forma
de una elipse
con su ala
cierro mis labios
espasmo
de maravillas
mariposas
rebeldes
navegan
por mi vientre.






Rebeca Becerra - Honduras






Siluetas
Todos caminan apresurados
sin tiempo para las aceras
y los parques

No olvidan
porque no han vivido
pasan...
como un simple viento de muerte.



Sola a La mesa

No me gusta
sentarme sola a la mesa
no encuentro palabras para los cuchillos
si le digo al mantel que está elegante
miento:
no tengo manteles bonitos

Soy materia entre materia
y aún no me acostumbro
me da pena sentarme sobre una silla
saludar con ojos al tiempo
cuando ya se ha marchado
o caminar despacio por las calles
dejando a mis espaldas
el vaho silencioso de los perros

Lentamente cruzo a través de este tiempo
ocupando espacios que tal vez
no me pertenecen
arrebatando días que esperan sentados
en el umbral de una puerta
acumulando de esta tierra
el polvo que se levanta sobre las cabezas

Todo esto es una fiesta
donde no he sido invitada

Un ir y venir de soledades
donde el címbalo de mi cuerpo
golpea con su eco
este mar infinito.



El corazón en la tierra

Vuelvo a esconder
el corazón en la tierra
esta vez no quiero que nazca
déjenlo
que se alimente de piedras
que viva atado entre las raíces
que conozca la dureza de los metales
que sepa dónde nace el agua
y dónde se esconde su furia

Todos tenemos una parte oscura
necesito algo de infierno
en los ojos.



Distanciamiento

Hoy quiero descansar
bajo la sombra de un almendro
pero los que conozco
están derramando lágrimas
y no me gustan las sombras tristes
tal vez los hombres tristes
tal vez las mujeres tristes

Hoy mi ser no tiene territorio
vivo en un paraíso de metales
no hay dioses
no hay hombres
sólo mi pensamiento sin frontera
nadie puede llegar si no es por mi camino
nadie puede tocarme si no me ha tocado


antes.



Tal vez
Tal vez
los puentes nos conduzcan
hacia otra orilla
hace falta un árbol
para descansar en este camino

Hablo de los pies
que merecen lavarse
en un claro río.



El color de la madera
Llego
Encuentro las sombras
aferradas a las cosas desesperadamente
hurgando su centro
su esencia
queriendo arrancarles
lo que no llevan adentro

-Ya no determino
cual es el principio y el final
de cada una-

Desaparece
la última vocal de nuestros poros


El último grito

La última palabra

El último dolor de hombre
queda sumergido
en el hermoso color de la madera


***
Yo sabía que dios era bueno
por eso lo tomé de las manos
y lo llevé de paseo
Le enseñé las montañas
las piedras
y los ríos

Bajo la impenetrable sombra del mediodía
descansamos

El día avanzaba con pies de paloma

Luego partimos hacia las ciudades
conoció las sillas
las camas
la mesa vacía
las ventanas

Entonces
me peguntó por el hombre
yo callé
lo invité a morir






Lety Elvir - Honduras


Imperfecta dama


Él quería tener
Mujer con día y noche
Mañanitas de aderezo
Domingos de pastel
Una cocina blanca
Paredes sin agenda
Mujer de azúcar
Ovejita de algodón.
Sabihonda en medidas
Exacta al caminar
Puntual en la cita
Precisa en el acierto
Perfecta en el orgasmo sin amor.
Pero ella solía ser
Metáfora al ajillo
Ambigüedad al tiempo
Agua entre las manos
Punto de fuga en el retrato del despiste
Sexo y amor
Imperfecta dama
Mujer entre perro y lobo


La historia rota


Con sabor a locurase va contando los dedos
hablando quedito
para no herir la lluvia
Con sabor a locura
se va cortando el cabello
lloviendo despacito
para no ahogar la Luna


Con sabor a locura
se va tragando el deseo
sorbiendo a poquito
todo el bar de dudas
Con sabor a locura
se va desnudando
bailando en penumbras
al que ya no la esperase ha ido en silencio
robó su cuarto, su nombre
también los aplausos


Con sabor a locurase dibuja la mente
lagartos sus brazos
serpientes sus pechos
Venus, la del saurio
monte
pájaros sus manos
amapolas sus ojos
tucanes los pies
sus nalgas son olas
aluvión sus ideas
quetzalcoatl su lengua
de barro sus piernas
cintura choques eléctricos
¡cállate, loca!
Su piel, sabana mármol
para que el fantasma
esculpa su firma
escupa su semen


Con sabor a locura
se va escribiendo la historia
con palabras mudas
ciegas camisas de fuerza
Con sabor a locura
vamos todos por el mundo
aplastando sonrisas
caballitos azules.






Alma Karla Sandoval - México


Lluvia Alada


Sólo te apoyas en el lápiz,
en su punta conmovida.
—El silencio trae espuma
en cada labio—.
Y las sombras vuelan,
se esconden en nubes alargadas.
Hay un azul enfermo,
azules en noviembre
como el arco iris
cayera del naranjo.
En el jardín
las hojas aprenden a olvidar
donde alguna vez se accidentó el silencio,
donde se ahogaban golondrinas.
Después algún cometa,
jirones vespertinos:
túnel de palomas,
viento narrador,
pasos de agua
en la escalera.






Elisa Ángel - Guatemala


(del libro Ángeles Asesinos y Otros Desquicios)

en nebulosa oscuridad
pueden transitar almas en pena (sí nene sí)
agitadas
en la virtud de ser gélidas
[y eternas]
en la oscuridad que te invita
ya tú sabes
a pecar
a sentirnos
más vivos unas galaxias más
unas lluvias
más vivos
unos infiernos
que dentro de pocos respiros
que dentro de pocos otoños
nada habrá
más que silencio
nada habrá
más que los huesos


ahí en el semblante del germen MALDITO (niña pre-vanguardista llora a sus padres
muertos)
no quería/ es más
ni lo hubiese pensado
pero ellos se percataron de mi FEMENINA presencia
de los siglos
fornicando enviando pensamientos puros
AL DIABLO
Etnairis Rivera - Puerto Rico
He querido escribir más que nada vivir
He querido escribir, más que nada vivir
intensamente,
estar en los pájaros, en el aroma, en la médula de las cosas.
Tantos fantasmas dijeron amarme
y sobre ellos me derramé como la lluvia de anoche.
La que ame fantasmas se convertirá en lluvias,
largas lluvias en la aurora.
Irán enamorándose los árboles, la apasionada tierra de tu espacio
y te poseerán los duendes mensajeros de la celosa señora soledad
y será ella el sol que entra por tu mañana
y el agüita mansa que se filtra y ocupa tu casa vacía
y la fibra misma de tu pétalo y tu camino.
Hay una pena, es cierto, mas hay un gozo entrenado en el misterio,
en la lengua tibia de la poderosa señora soledad.
He querido romper el miedo y vivir
y estar siempre cerca de algún cuerpo caluroso,
mas ya no sólo se pierden trenes ni poemas
ni billetes del imperio ni lentes para ver de lejos
en la noche cuando ya no te llevan de la mano.
Ahora se pierde el cansado nombre de sumisa.
Llámate flor, llámate fruta, hija de ti misma,
amor predilecto de la sabia señora soledad
y viste sus túnicas y collares de semillas y corales
y ciñe su cinta ancha a tu cabeza
y deja que tu pie camine familiar en su sandalia
y que tu soleado ojo conozca el desierto
intensamente, igual,
enteramente, como a las lluvias que amanecen.
Ariadna pasa entre sus muslos el hilo
Aquel laberinto lame sus adoquines.
Descubre el himen y el espejo de unos lazos.
En la vieja ciudad, Ariadna pasa entre sus muslos el hilo
antes de entregarlo como un mapa
y brinda por un nómada corazón, por la esmeralda,
por las huellas encendidas del tigre.
El carnaval cuelga de los balcones,
mitad incógnita, mitad de un viaje en el asombro.
Dina Posada - Guatemala
Fuego sobre el madero
Después de romper el áspero castrante hostil
cerrojo de las ataduras
apuñalé al pecado cayendo agónicas mis trabas y mis culpas
Dejé de pedir permiso para vivir
Disponiendo conocerte abrí tus brazos en cruz
—cristo de mis pasiones—
y hundí el sabor de mi presencia en tus pies
en tu cuello en la blanca playa de tu espalda
Recorriéndote fui creciendo
hoja de tu rama rama de tu árbol
árbol de tu bosque hoja loca al vaivén de tu tronco elocuente
Empinando a la fiebre mi despertar caminé
y rodé en tus cumbres y tu sexo brotó
dejando su vasta lluvia en mi rezumante tierra nueva.
CINTA ABISMAL
Es tu lengua
acierto de vigilia
dejándose llevar por el lascivo
inquieto
travieso viento moreno de mis muslos
Hebra de agua tibia descubriendo mis pechos despiertos
piruetea con la gana que el espejo refleja
en una marejada de pulsos agitados
Lápiz de filo diligente perfilando mi abertura que se explaya
enardece
y grita soltando su vena salpicando los sentidos
Voluntad de labios
sometiendo labios a su voluntad
Anzuelo que pesca
sujeta
y
vuela con mi carne
al punto preciso
donde el resuello
dice
que termina
y
la quietud
clama por nacer
Vilma Vargas - Costa Rica
Clamor
Era aquí.
Yo decía mi nombre.
Quería romper el cuello que me ceñía.
Vivir era un pequeño deseo,
un parto confuso entre garras.
¿Qué se hicieron los ojos,
el temblor tímido que me arropaba?
Crecí con un beso andrajoso,
crecí dormida en las llamas,
no sé de dónde llegó el dolor,
está aquí después de todo,
recoje su furia y vuelve;
¿dónde dijeron los padres que podía dejarlo?,
¿dónde están mis hermanos?
Les pido que sonrían cuando puedan.
Borde
Y yo me había ido.
Las voces del mundo tenían el sonido de un muro.
Como una boca seca una campana chasquea.
No hay puertas.
Miro al cielo con impaciencia.
En el borde del bosque el viento se oye,
toca la memoria como un violín.
Las hojas caen. Se tienden contra el cielo.
Sortilegio
El mundo clava sus golpes,
los repite.
Lejos de mí vuelvo a recojerme.
Comprendo,
en una mano las cosas y en la otra su sombra.
Los que me hirieron también están desnudos.
Nada me arrebataron:
amé un sortilegio,
conservé su belleza,
dejé un retrato elevándose de la tierra.
Amanda Castro - Honduras
Callate, vos no sabés!
Sí!
Vos no sabés lo que ha pasado
vos estás acostumbrada al silencio
a lavar ajeno/ a limpiar ajeno
a agachar la cabeza
-buscando estrellas en la arena-
Vos estás acostumbrada a que te roben todo
el deseo
la juventud
los hijos.
La mama
Alta y de piel oscura
grande mitológica
peleadora y tierna era la mama
sus ocho hijos todos aprendieron a leer
a creer en dios
a entender lo que su madre amaba
ellos
todos con título de secundaria
profesores secretarias
todo
por aquellas manos carrasposas
agrietadas por los años de la angustia
y el abandono
-aquellos hombres que prometieron ayudarte
y se marcharon-
todo por aquellas manos
rajadas con el olor putrefacto
-lugares donde ella buscaba el pan-
limpiando pisos
limpiando servicios
limpiando
todo
por un pan para sus hijos
porque sus hijos fueran a la escuela
porque tus hijos fueran alguien
por darles lo que vos nunca tuviste
una cama en lugar del petate
una casa en lugar del cuartito maltrecho
una vida en lugar del tormento
Mama
¿no te das cuenta?
cambiaste el curso del sol con tus manos
con tu enorme cuerpo lacerado
El sol en tu frente cuesta abajo
cuesta arriba de vuelta al trabajo
asegurando el futuro en tus manos
(las mismas que hacían la ropa
más simple del universo)
-el amor encerrado en un cuerpo de mujer-
Mama
no te das cuenta
cambiaste el curso del sol
Éxodo
Todo se había vuelto un Profundo silencio
--un caos como al principio--
Bajo una piedra se hallaba
la placenta de la vida
que podrida como estaba
hizo surgir a Odosh'a
el espíritu del mal
Xibalbá
--la casa de los cuchillos--
--la casa de los tormentos--
Los seres de maíz empezaron a pelearse entre ellos
y fue así como nació el odio
y el llanto
En la casa de los murciélagos
la sangre del maíz se transformaba en vísceras humanas
En la casa de los espejos
los hombres se arrancaban los ojos con las manos
--Odosh'a les enseñó a matar
y Odosh'a estaba alegre-
Diana Bellesi - Argentina
Enero
Dios mío, se abre,
el instante consagra
la rosa en el aire
pequeña y perfecta
Es boca entreabierta
de un pálido ámbar
de bella innombrable
¿Pulverizarse? No,
tan sólo entregarse
Volvernos la rosa
He construido un jardín
He construido un jardín como quien hace
los gestos correctos en el lugar errado.
Errado, no de error, sino de lugar otro,
como hablar con el reflejo del espejo
y no con quien se mira en él.
He construido un jardín
para dialogar
allí, codo a codo con la belleza, con la siempre
muda pero activa muerte trabajando el corazón.
Deja el equipaje repetía, ahora que tu cuerpo
atisba las dos orillas, no hay nada, más
que los gestos precisos -dejarse ir- para cuidarlo
y ser, el jardín.
Atesora lo que pierdes, decía, esta muerte
hablando en perfecto y distanciado castellano.
Lo que pierdes, mientras tienes, es la sola compañía
que te allega, a la orilla lejana de la muerte,

Ahora la lengua puede desatarse para hablar.
Ella que nunca pudo el escalpelo del horror
provista de herramientas para hacer, maravilloso
de ominoso. Sólo digerible al ojo del terror
si la belleza la sostiene. Mira el agujero
ciego: los gestos precisos y amorosos sin reflejo
en el espejo frente al cual, la operatoria carece
de sentido.

Tener un jardín, es dejarse tener por él y su
eterno movimiento de partida. Flores, semillas y
plantas mueren para siempre o se renuevan.
Hay poda y hay momentos, en el ocaso dulce de una
tarde de verano, para verlo excediéndose de sí,
mientras la sombra de su caída anuncia
en el macizo fulgor de marzo, o en el dormir
sin sueño del sujeto cuando muere, mientras
la especie que lo contiene no cesa de forjarse.
El jardín exige, a su jardinera verlo morir.
Demanda su mano que recorte y modifique
la tierra desnuda, dada vuelta en los canteros
bajo la noche helada. El jardín mata
y pide ser muerto para ser jardín.
Pero hacer gestos correctos en el lugar errado,
disuelve la ecuación, descubre el páramo.
Amor reclamado en diferencia como
cielo azul oscuro contra la pena. Gota
regia de la tormenta en cuyo abrazo llegas
a la orilla más lejana.
I wish you were here, amor, pero sos, jardinera
y no jardín. Desenterraste mi corazón de tu cantero.
Soledad Álvarez - Rep. Dominicana
Imanes
En espacio de nadie, toda piel
acaricio la brisa que nació hoy
y sin pudor desnuda las hojas
en remolino que envuelve y estremece.
En espacio de nadie, sin saber
rozo frutos, larvas, imanes
miríadas de formas
sustancias de espesura perdurable.
Florece el latido terrestre.
Colma lo vacío con su savia.
Mi cuerpo es cuerpo nada más
dejándose ir, hundiéndose
en el éxtasis de los contornos
en el goce de la dentellada de la piedra
en el aquí que prolonga sus mudanzas
para que el tránsito sea breve:
más espléndido que las orillas áureas.

Voyeur
Los amantes en la playa no saben que miro
el encuentro de sus cuerpos a la sombra del atardecer.
Hombre y mujer como mástil de un velero.
Verticales.
Horizontales como cetáceos en lo alto de la ola.
El uno en el centro del otro
en el centro de un mundo que sólo durará un instante
inmensurable de belleza efímera
de paisaje sin límite.
Alguien tiene que llegar.
Por el aire una fervencia acaricia
me envuelve el quejido del amor.
Ligera como en la danza recupero latidos
playas de arenas desbordadas
aterciopelado salitre.
Soy lo que miro.
Antierótica
Conozco el centro de tu cuerpo
palmo a palmo la piel y sus aristas
dientes
gestos que son dédalo
hasta que encuentro el camino
por la curva del pie
hasta el gozne de las piernas.
Conozco el pozo donde me detengo
para alcanzar el manantial de tu sexo:
puente de venas
torbellino de nervios
vellos.
Tendido estás y en tu mano
el pezón apunta desaparece
uva blanda en la fuga de amor
erizado renuevo
cuando cierras los ojos para verme
cuando abres el alma
y soy tu cuerpo.
Chiqui Vicioso - Rep. Dominicana
I. Rojo mar, oleaje de sedas
...en redor de tu retrato
con la mirada impenetrable
y esa distancia del gesto
que intuyo era propia de las Doñas
de tu época.
II. Negra solicitud de la «impureza»
...me interesaste tú, más que tu poesía
porque concebida sin pecado original
me resultabas tan remota de mi
y de todas las mujeres
como jesucristo la primera vez
que se me atragantó la hostia
al darme cuenta de que cargaba en mi boca
su cuerpo y su sangre.
III. Rosa desatada la brisa que envuelva
...a ti no podía ni puedo cargarte
más que en la conciencia
y para eso tenía y ahora tengo
que volver a tus afanes como hija"ejemplar"
de Nicolás Ureña de MendozaPoeta,
Abogado de buena reputación
Senador, Magistrado. Maestro y Periodista
y de Gregoria Díaz de León...
simplemente tu madre.
IV. Naranja ondulando en la blanca doblez...
de ser "nieta y sobrina ejemplar de una tía nana
que ejerció el magisterio
durante sesenta años y no se casó nunca
"y que se aseguró de que aprendieras a sufrir
o si no a sufrir a sobrellevartus sentimientos y a controlar
tu emotividad
esa que desde tu infancia"te hacía llorar sin motivo aparente"
consumiéndote con mi misma enfermedad
aunque Santo Domingo no fuera Amherst
pueblecito cárcel de Massachussetts
para tu menos afortunada colega
la tímida Emily Dickinson.
V. Cimbreante arcoiris decapitando la palabra...
...los siete poemas que publicó los dió a la luz
como las Bronte, anónimadamente,
porque era impropio para una mujer
preguntar, responderse y volver a preguntar...
"¿Cuántas veces estos pies tan bajos
habrán de destacarse?
- sólo la boca soldada podía decirlo-
trate
¿podría usted remover esta horrorosa cerradura?
trate
¿podría usted levantar las aspas de acero?"
Marta Leonor González - Nicaragua
No está
Qué de mí
si en mi cama se extiende
enrollada en mi cuello
absorta de delirios
con sus esmeraldas me mira.
No es el ungido escorpión
en el lecho entre horas,
no está.
Se retuerce
me ataca con el flagelo
de su cola.
Escamosa va
repta, serpentea
fluctúa en serpentín
y en retroceso arremete
en azotaína con artilugios
y añagaza.
Tijera
No sólo repta.
En el pozo está,
atrapada de aldabas.
La mano confirma el orificio húmedo
ojal oscuro de la infancia,
vaginal caverna
que la atrapa.
La atrapa.
El tacto pulula rodea el albergue,
vacuo
vano va sobre el veneno.
Recorre la mano la hornacina,
esponjoso el sitio y frío mullido en lo oscuro
el vestido blanco es almácigo
como torga.
Boaco, abril 1978
Leticia Luna - México
Levitación del aire

Cuando el crepúsculo se baña en los cristales
Es extraño sentirse sexy en los aviones
Ver las despedidas a lo lejos
Y esperar la noche sin estrellas

Nada en el mundo me es ajeno
Cuando la tarde se baña en mis pupilas
Y los pájaros dicen ¡mientes!
Porque tu nombre no eres tú
Ni las cosas son el nombre de las cosas

No dormiré esta noche
No sepultaré mi voz en la penumbra
No seré un pequeño eco
Ni una burbuja de humo en la ceniza

Nada en el mundo me es ajeno
En el instante en que el nombre
Más exacto de las cosas
No eres tú


Levitación de la lengua

Porque en nombre de tus labios
Dios habló aquella noche
Mi corazón no se lamenta
Porque el ojo del relámpago
También sufrió al enterrar sus llagas
No morirá mi vocación de estrellas

Porque en Babilonia
Extraviamos a nuestra Madre
Por las calles del mundo
Encontré al predicador
Lo vi dar de comer a las palomas
Pintar lienzos en el rostro de la tarde
Y sentir su pulso en el latido de mi voz
Pero su ira grande era y mi ayuno inmenso
Cuando lanzó su profecía:
Envainarás tu espada en medio de los hombres
Tu lengua se hará paloma
Y estremecerá los aires
Y surcará los vientos
Y todo aquel que oídos tenga
Escuche…
Aleyda Quevedo - Ecuador

Hondo muy hondo
Me afeito la cabeza
y empiezan las preguntas
sobre lo que dejamos de hacer
La alfombra verde que se hace hierba
cuando la pisas y se extiende como
mancha de insectos sobre mis manos
aún permanece en la sala de televisión
Un presentimiento puro sale de mí
Las preguntas cubren mi cabeza afeitada
¿Quién soy?
¿Quién soy?
Tal vez la mujer senos de ámbar
y pies helados que escribe versos
para reconfortarse
Más la poesía solo logra descarrilarme
Como el tren rojo que soy
Ese tren que se abre paso entre las montañas puntiagudas
y difíciles de algún país
Ese tren que nunca llega
a ninguna estación de humo
Esta mujer que emana voces
Trenes y más trenes que me esperan
Versos para sobrevivir
¿Quién soy?
Quizá este cuerpo encendido que aún guarda tus huellas en los pliegues.

Ventana
Todo en tu mente
es el cuerpo me dice Robert Creeley
La piel campo de batalla
los ojos un bosque extenso
y a partir del sentimiento una punzada
al corazón de cuando niña
La serpiente de la enfermedad
rasgando tus tejidos
Las costillas desdoblándose para escribir
sobre plantas e hijas bienamadas
Felicidad alcanzada por instantes
Con forma de un hombre de manos tibias
que retiene tus senos como pájaros blancos
Un río místico
ancho imantado y turbio que llega a ser etéreo
intentando salvarte a ti misma
pero regresa a tu cuerpo que es tu mente
y a partir de allí construye tu vejez en ese río.

El ansia de ser traspasada amorosamente
rompe los sentidos y turba mi noche
Es poco lo que alcanzo rozando la almohada
Hacer caballito en el sillón suave tampoco engaña
y deambulo por los pasillos de la casa
con los senos al aire y el cabello peinado
divina Safo coronada de violetas
dolencia de amor
el "olisbo" del padre Aristófano
finalmente entrará en mí.
Waldina Mejía - Honduras
Mujer todos los días
Una madre puede hacer todo lo que hace,
no por ser mamá sino por ser mujer
Mamá es una mujer como las otras:
es alegre, tiene canas, se enoja
trata de adelgazar aunque no de a de veras/está enferma
casi no se cuida
mi madre se equivoca
mi mami alguna vez ha sido injusta
lleva sus cuantos errores a la espalda
sus pecadillos por allí escondidos
o deseados
pero mami crió a sus hijos ella sola
y a tres hijos más como a sus propios hijos
ella sola/mas era yo tan joven cuando madre quedó sola/
que nunca pregunté cómo comimos siempre
/y ahora todavía no lo sé
pero tiene que ver con la multiplicación de los pesares./
Ya que es una mujer como las otras
mi madre quiso más de alguna vez
reflorecer su amor
pero los que idolatran el estéril espejo
no entiendenel prodigio
de la transformación del oro en sueños
y si no derrotó en esta batalla
por lo menos a la rabiosa soledad
ya la tiene enjaulada como la bestia horrenda que es
/por el claro milagro de los nietos.
Mi mamá nos recibe cuando estamos cansados y caídos/
pero no nos convierte las espinas en flores
porque nos enseñó a quitarlas solos
y no es la más clara imagen de Dios sobre la Tierra/
no alcanza requisitos para Santa
ni se parece en algo a la Virgen María
sin embargo
mamá puede reír aunque esté triste
madre puede amar aunque ella no sea retribuida/
mami puede ayudar aunque ella esté también necesitada/
madre puede trabajar aunque haya trabajado hasta la madrugada/
mamá puede aguantar aunque ya no aguante más.
Por esomamá es una mujer como las otras
una mujer, sencillamente un ser humano,
le dan derecho a serlo
sus cuidados su ternura su amor por los demás/
su aguante en aguantar que ya me habría muerto/
y por tanto que es esa mujer
me asombro
me inclino
me acorazoy no sé cuánto decir
cómo la quiero.

Juana Pavón (Juana La Loca) - Honduras
Nosotras: esas sujetos
Una, dos, cien, miles
así vamos las mujeres por aquí
aquí donde nos tocó pernoctar para siempre.
No importa lugar ni apellido
definimos nuestra situación
desde hace mucho tiempo.
Hemos aceptado el papel que nos corresponde
no importa el status.
Estamos las privilegiadas
y las no privilegiadas
Estamos:
la funcionaria porque funciona
la obrera por obrera
la madre por madre
la estéril por estéril
la dama por dama
la prostituta por prostituta.
Hacemos maniobras con el tiempo
ligadas a esta inercia
que llamamos vida
porque siendo mujeres
tenemos que aceptarlo
porque son leyes para mujeres
hechas por hombres
¿qué más nos da?
Las habemos flacas y gordas
unas por tomar agua de masa
otras, por tomar leche y cereal.
El día de la madre
a unas nos da frío
a otras nos da calor,
el día de la mujer
a unas nos da risa
a otras satisfacción.

Estamos las poetas académicas
y las poetisas de la calle.
Estamos las que vendemos rosas
en una floristería elegante
y las que ofrecemos claveles
en una esquina de banco.
Nosotras, que somos anónimas
del amanecer
y nos-otras burbujas de hambre
nosotras somos esas – a la que se nos vende
y a las que se nos protege
hasta los ochenta años.
Somos la esposa ignorada
en un centro nocturno
y la sirvienta seducida.
Todas somos nosotras
a cada quien lo suyo
así fue repartido
sin ponernos a escoger.
Estamos las amargadas
y las indiferentes
las antisociales
y las socialísimas
las que damos de comer a nuestros hijos
en cucharita de plata
y las trágicamente miserables
que damos nuestros vástagos
a engordadoras y traficantes de niños.
Nosotras las que siempre callamos
y esperamos
las que tenemos motivos
para gritar
y no esperamos nada.
Estamos las saludables
porque tenemos un gato en casa
y estamos las enfermas
por una existencia solitaria.
Somos muchas las que bebemos champagne
y muchas las que bebemos guaro
las primeras fondeamos en cama
con sábanas de seda
y las segundas
en una escondida acera húmeda.
Estamos las feministas asociadas
y las lesbianas reprimidas
muchas asistimos al Catecumenado
y otras levantamos los ojos
para ver a Dios.
Así vamos todas nosotras
nosotras, esas sujetos
todas somos mujeres indestructibles
nada nos detiene
no importa si somos abogadas
si somos verduleras
médicas, tortilleras
maestras, campesinas
teatristas, pintoras
esposas, amantes
primera dama
o última dama.
Un vientre nos une a todas por igual.
Somos las que motivamos
todos los sentimientos
ternura, delicadeza... amor
aunque haya en cada una de nosotras
una gata furiosa
o una gata sumisa.
Somos las que estamos paradas en el tiempo
y latimos... latimos... latimos!
somos río, mar
jungla, sol
luna y pulmón
¡somos patria!
- Yo siempre he pensado
que Honduras tiene nombre de mujer –
Krisma Mancía - El Salvador
Cinco
me reconocí fantasma de foto
fantasma de fotosíntesis
fantasma con sabor a aguja oxidada en cada pierna
fantasma con una miopía triste en cada frase

por qué no permito que se pudran las flores
y me voy
y me llevo lo irremediable de cada espejo roto

por qué no permito que el cabello encanezca
y que los dientes se consuman en el vacío de la boca

por qué no dejo de mirar
para que todo se apague en un silencio de tumba

y sacarme los ojos con la ayuda de los buitres
y entregarlos a la damita que me hizo nacer

ahora crece el musgo de mi frente
y fluye el manantial de mis dedos

ahora agonizan los pájaros en las ramas de la angustia




Seis
(epitafio para la tumba de mauricito mora)

aquí yace el amor
latido perdido de un ciprés
canto sin voz
olor de Siemprevivas

(duerme lentamente
arrullito de ave efímera)




Siete

muerde la manzana con la longitud que produce el deseo

muerde la manzana


no pasa nada

(Dios esta dormido sobre un séquito de ángeles
también Dios fornica pero es un secreto
no se lo digas a nadie)

las manzanas se pudren al borde del manzano

es torpe la ternura
es torpe el primer roce

(Dios no se ha vuelto transparente
se esconde
es un fugitivo del paraíso
pero es un secreto
no se lo digas a nadie)

no pasa nada
Roxanna Méndez - El Salvador
Hacia El Poema

Las manos desatadas por un soplo inhumano
regresan en las noches, las auroras, los días,
ánforas que trasnochan sobre láminas frías
y fiebre que congela sabores del verano.

Las sílabas secretas todavía se esconden
para encontrar senderos de antiguas lejanías,
amarillas distancias, viajantes melodías
que en el papel preguntan y en el papel responden...

Continúa el silencio, los ritmos y las pausas
y los vientos de otoño son vientos y son causas
a través de las noches, las auroras, los días...

Y siguen las palabras muriendo y renaciendo,
los pensamientos rotos que el viento va tejiendo
entre estas estaciones que no vienen vacías...


Memoria
Todo es presente ahora: mis ojos desatados
pueden ver la penumbra del cielo en este instante,
y en ese cielo inmenso, frío, extraño, distante,
vuelan aves de siempre sobre sueños pasados.
Otras calles retornan y es presente en mis labios
que besan las siluetas de los que ya han partido:
los niños de otras tardes y el viento conmovido
que trae de la iglesia su aroma de incensarios,
y las beatas señoras musitando oraciones
y el abuelo en el patio cantándonos canciones
y las lentas campanas de las cinco doblando.
Las calles imprecisas retornan al silencio
y ese cielo de ahora que sufro y que presencio
comprendo que es de un día que existió no sé cuándo.