lunes, 15 de noviembre de 2021

Blake muere en París a causa de un paparazzo, prólogo de Alex Maldonado Lizardi, Puerto Rico

 

PRÓLOGO

Fabricio Estrada: las imágenes se toman desde el suelo



 

 

I am never finished answering to the dead.

-Li-Young Lee

 

 


De acuerdo al informe de la «Comisión de la Verdad y Reconciliación» sobre «el caso Uchuraccay»1 en el Perú, los comuneros que acorralaron a los periodistas la tarde del   26 de enero de 1983, «portaban sus propios instrumentos de trabajo como armas de defensa: palos, hachas, piedras   y lazos.» Por aquellos días los miembros del PCP Sendero Luminoso izaban banderas rojas sobre los cerros húmedos de Ayacucho, a 4,000 metros sobre el nivel del mar. Era seguro el miedo de los campesinos debajo de las chompas   y  las  casacas;  encima  de  sus  alpargatas  telúricas,  como

1 http://www.cverdad.org.pe/pagina01.php


 

certero el miedo entre los ocho periodistas, quienes, según el informe, «asustados no podían hablar y no pudieron entablar diálogo con los campesinos.» (134) Y entre la consternación de todos, sus instrumentos de oficio: los picos y las hachas; las grabadoras y las cámaras. Incapaz   el diálogo, uno de los líderes comunitarios decidió la muerte de los periodistas, persuadido de haber apresado    a senderistas.

Cuarenta campesinos participaron de la matanza. Willy Retto, fotoperiodista en el grupo,  alcanzó  ocho  escenas  en su cámara fotográfica antes de caer apelmazado entre las rocas andinas y el musgo. «La primera imagen es una estampa rural», destaca el novelista, Santiago Roncagliolo en un recuento de la serie de retratos2. La segunda imagen encuadra a «campesinos andando por unas pacíficas laderas serranas. El cielo es gris, el campo verde». A continuación, la cámara parece deslizarse. Las fotos adoptan la inclinación y el esmalte de las cosas que parecen hundirse en un aguacero. Las espaldas de sus compañeros vistas a la 2 Roncagliolo, Santiago. «Incitar al genocidio». La cuarta espada: La historia de Abimael Guzmán y Sendero Luminoso, Buenos Aires: Debate, 2007.


 

altura de la cadera: «Las imágenes ahora se toman desde el suelo. Alguien está arrodillado. Hay un muro de rocas. La última foto es poco más que un borrón.» (98) Sus muertes demoraron treinta minutos y ocho fotos.

¿Qué ve alguien cuando mira el retrato de un muerto?

¿Para qué alguien los busca y les regala estrofas? ¿Qué es observar la muerte, lo que muere, lo que sufre? ¿Cuál es el juicio que propina la muerte en un retrato, en un grabado, en un poema? La selección de poemas en Blake muere en París a causa de un paparazzo: Antología personal (2004-2017) del hondureño Fabricio Estrada cursa retratos osados que figuran la muerte, el desastre, la desgracia entre las formas del mundo. Hurga lo que ocupa a la muerte detrás de un lente. Busca entre sus versos, «las imágenes (que) ahora  se toman desde el suelo» para comprender a quién envía   la muerte retratos como estos de Willy Retto, arrodillado entre los setos de yerba y los balidos de las ovejas.

La poética de Estrada indaga sobre el alcance las oportunidades que tenemos para considerar el dolor humano en una fotografía. De este esfuerzo resulta una


 

poesía que hace ver los retratos lentos y cansados de los muertos en un camión, de familiares presos, de las alcancías de balas detrás de las hidroeléctricas en Honduras. Son fotografías como las  de  «un  pobre  hombre    muerto a tiros mientras comía una naranja» («Correo para un amigo») que urgen a una reflexión sobre lo que hay que hacer ver de la miseria entre «los panaderos que trituran vidrios junto al pan y los niños con hambre» («6»). ¿Quién debe ver la desdicha de otros en un retrato y qué nos asegura, que la simpatía, que la compasión es suficiente? La compasión es de economía precaria, interpela Susan Sontag3. Requiere el oficio de una figura o envilece. Solicita ser representada, «apropiándose de materiales del mundo cotidiano y dotándolos de una estética que muestre un territorio escindido por los padecimientos.»4 Sin embargo,

3 “Compassion is an unsatable emotion. It needs to be translated into action, or it withers. The question is what to do with the feelings that  have been aroused, the knowledge that has been  communicated.  […]  And it is not necessarily better to be moved. Sentimentality, notoriously, is compatible with a taste for brutality and worse.” Sontag, Susan. Regarding the Pain of Others, New York: Picador, 2003. (101-102)

 

4 Pilar Vila, María. «Voces del desencanto y la violencia en la narrativa


 

es difícil dirigir la pedagogía del dolor en una foto. Todo aprendizaje que parte del dolor es contingente. ¿Quién, entonces, busca esos retratos y les obsequia estrofas? Alguien debe temblar; albergar algún temor que sufrague nuestras deudas comunes.


La presente colección de Fabricio Estrada participa de esa tentativa. Su voz poética registra lo que la historia aplaza, discerniendo que: Si no lloraste no viviste, /y había tanto por qué llorar. Todo muro caía en pedazos, / los grafitis, los videos de las fugas,/el cambio de guardia en Check Point Charlie. («89 punto 2») Así, figura en sus líneas el arrojo  de hacer tangibles los trámites de los muertos, de hacer inteligibles sus cuerpos. «Es extraña la muerte», dice la voz

latinoamericana». Basile, Teresa, coord. (2015). Literatura y violencia en  la narrativa latinoamericana reciente [en línea]. La Plata [AR]: Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (UNLP- CONICET). Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria. (Colectivo crítico ; 2)(129)En Memoria Académica.

Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/libros/pm.378/ pm.378.pdfdel


 

poética, «es como aguantar la respiración/es como tomarse una foto/ posarla y repetirla y nunca salir bien.» («Es igual a sí misma cuando la vemos en los álbumes»).

Y es que debe ser así, que no haya respuesta acabada ante nuestros muertos, que cada uno de sus asaltos a la vida sea indivisible e irrepetible. Que todo lo que crezca disponga del viento «como lo hace la hierba, sin nostalgias, en medio de toda ruina.» («89 punto 2») Después de todo, nada afirma el tiempo como los muertos que imaginamos juntos, esos que «se desparraman como náufragos/  sometidos  por las olas …» esos que «nacieron para serlo» y que justo por eso «se les observa con reverencial espanto» (Ouija).

 

Alex Maldonado Lizardi Toa Baja, Puerto Rico

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