domingo, 20 de febrero de 2022

Nadie lee las letras pequeñas de la paz


 Esta foto fue tomada por un corresponsal de National Geographic, en la Tegucigalpa de 1983. Me sorprendió descubrirla como portada de una de las viejas revistas NG que se venden en la Plaza Central de Tegucigalpa, alrededor del 2017. La vi y me dio un vuelco el corazón al recordar que yo tuve esa misma camiseta que luce el niño. Su diseño era uno de esos mensajes que circulaban como adoctrinamiento "democrático" en medio de la más férrea acción de la Doctrina de Seguridad Nacional anticomunista. El lema era aquello de que Honduras celebraba la paz, remarcando el concepto de "oasis" en medio de las guerras fraticidas de las demás naciones hermanas en el itsmo. Y claro, la etiqueta, en letras pequeñas  podía decir otra cosa: desde Honduras se creaba la intervención para que nuestras naciones hermanas se incendiaran y desangraran. Nadie lee las letras pequeñas de la paz.

Tuve esa camiseta hasta que se le hicieron agujeritos, similares a los agujeros que las balas le hacen a las paredes de cal. También recuerdo esa pelota de plástico que se sostiene como globo terraqueo hecho de puros meridianos. No sé qué hora hacía en esa foto, pero sí sé que fue tomada en una esquina de la cuesta de Las Damas, en el centro de la ciudad. Reconozco ese caracol sobre el que la niña observa. Reconozco ese derrumbe lento de la manpostería, las piedras sueltas de la indiferente Tegus.

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