Para aquellos que no fuimos a la asamblea nacional del FNRP en Tocoa, porque no fuimos electos por nuestras organizaciones como delegados o simplemente porque no militamos en ninguna organización otra que el frente, los acontecimientos de este fin de semana resultan aun muy poco claros. Por la tarde habrá terminado la asamblea, y esperamos todo se conozca más ampliamente. Mientras tanto, se me vienen varias ideas que creo es importante explorar para entender mejor el “conflicto” que vivimos internamente.
El Partido Liberal, de origen histórico medianamente progresista, ha sido controlado por la derecha por lo menos en los últimos 60 años. Ya anteriormente escribí el pasado 17 de Junio, sobre el papel que el Partido Liberal jugó en las etapas más claves de la historia hondureña, como la huelga del 54, el golpe de estado del 63, los diferentes gobiernos militares de los 70, la guerra sucia de los 80, el neoliberalismo de los 90 y sobre como siempre, con contadas excepciones individuales, se plegó a los intereses de la oligarquía nacional y el capital transnacional. Y si bien el código de trabajo, el Servicio Militar Voluntario y ciertos cambios legales se han dado en administraciones liberales, resulta pues alejado de la historia tratar de decir ahora, que los cambios que se han logrado en materia social corresponden a la voluntad política del partido sólo, invisibilizando a los movimientos sociales y populares que impulsaron dichos cambios. Debe entenderse que en Honduras, nada nunca se ha hecho sino es a presión.
La crisis que vive actualmente el pueblo hondureño proviene en esencia de una lucha de clases. Es producto del desgaste de un modelo económico y político que favorece a los más ricos, desplazando de la riqueza a un amplio sector de la población que carece de representación dentro de las estructuras de poder.
Nunca el Partido Liberal como institución podrá, a través de sus distintos líderes, dueños y caudillos, comprender las urgencias de las clases desposeídas del país, simplemente porque ellos pertenecen a otra clase y por ende, a otra Honduras. No quiere decir esto que no hay liberales que pertenecen a las clases populares, claro está que los hay y que ellos entienden muy bien lo que es ser pobre en Honduras. Pero aquellos que toman las decisiones, esos que hoy urgen del rescate del partido, pues sin él son nada políticamente, esos NO son de la misma clase que llenó las calles en repudio al golpe de estado.
Esta es la contradicción básica del Partido Liberal en Resistencia. Formar parte del FNRP y plantearse “rescatar” al Partido Liberal que es en esencia rescatar el bipartidismo imperante por más de cien años. Para rescatar al Partido Liberal habría que arrebatar el Partido, al Partido Liberal mismo.
No ha sido claro hasta el momento cual sería la estrategia para de los liberales en Resistencia para rescatar a su partido. Por momentos se les ve sentados en con la embajada gringa, luego en la oficina de Rosenthal y su meta suena sumamente parecida a la de Elvin Santos o Micheletti: Volver al poder en las próximas elecciones.
Ellos, los Liberales en Resistencia, acusan ahora a la facción de izquierda del frente de no ser “incluyentes” al impedírseles “asaltar la asamblea” colocando 29 delegados más de los que por acuerdo habían obtenido en la pasada asamblea en Siguatepeque. Esta estrategia me recuerda mucho a las asambleas de los 90 en la UNAH, cuando era práctica común traer cien delegados de otro campus, normalmente del norte del país, para voltear los resultados e imponer una directiva acorde a los intereses del caudillo del frente estudiantil e era ingenuo pensar, que con tantos años de experiencia, no aprenderíamos.
La separación ideológica dentro del frente se ha evidenciado básicamente entre lo que los liberales llaman “los bloqueros”, en referencia al bloque popular, pero que está compuesto también por los partidos de izquierda, (PSOCA, TR, MND, OPLN, CNRP, BP, sindicatos, gremios y movimientos sociales), por un lado y por el otro los liberales, que independientemente del apellido que usen sigue siendo un partido de derecha con toda la práctica y vicios de la política tradicional.
Todos hemos dicho siempre que el FNRP es una organización diversa y pluralista. Y aunque el pluralismo como concepto nos pueda parecer acertado, lo cierto es que ese nos ha empujado a aceptar, en algunas ocaciones, el accionar contrario a la voluntad de las bases, tanto de organizaciones políticas como de individuos, que lejos de unificar en su pragmatismo político nos han debilitado.
Pongo como ejemplo la decisión de UD de participar en las elecciones de noviembre anterior, legitimando las mismas y sus inflados resultados, y luego participar en el Gobierno de Unidad Nacional de Lobo Sosa, permitiéndole que este diga internacionalmente que su gobierno es de Reconciliación pues cuenta entre sus ministros a uno que “es de la resistencia”. Dicha acción, aceptada por ese equivocado sentido pluralidad, ha traído un costo político grande para el Frente y lo sigue teniendo.
Por otro lado, y como preludio a la asamblea, el COPINH lanzó un comunicado que ha tenido cierta réplica, tanto por las Feministas en Resistencia, como por algunos autores independientes. Los planteamientos básicos del comunicado público de COPINH, lejos de representar diferencias en los objetivos del FNRP, muestra una discusión que tarde o temprano será necesaria tener.
Lo que estos comunicados reclaman, más que una representación dentro de la dirección del frente, es una visión diferente del poder. Es un llamado de atención a la izquierda tradicional que sigue pensando en el centralismo democrático, el buró político o las negociaciones del real politik alejados de la voluntad de las bases. Es un cuestionamiento sobre el concepto de representación popular y la democracia como expresión de la voluntad de la mayoría (negando vos a las minorías). Es un reclamo, al FNRP todo, para que vea el poder como algo que se construye desde la base, desde abajo, porque la historia de los pueblos nos ha demostrado que al final, un gobierno revolucionario sin poder popular no es más que un gobierno reaccionario con discurso populista.
Mientras todo esto pasa, la maquinaria de terror no se detiene. Lobo viajó a Miami en una visita relámpago para entrevistarse con Insulsa en relación al retorno (en agosto, según CODEH) del expresidentes Manuel Zelaya, como requisito previo para lo que sería el total reconocimiento de Lobo Sosa en la Asamblea extraordinaria de la OEA a finales de Julio.
“Estamos cerca de una solución, pero no creo que pueda hablar de una solución todavía ni ser demasiado optimista”, dijo Insulza.
Y es que el des-gobierno entiende muy bien, porque su maestro Colombia se lo ha demostrado, que una cosa es el reconocimiento internacional y otra muy distinta la legitimidad interna.
En Tocoa, el mismo municipio en donde la Asamblea se lleva a cabo, “varios comandos policiales y militares avanzan hacia las tierras donde se encuentran más de 190 familias en el bajo Aguan” según informa COFADEH, violentando de esta forma el acuerdo suscrito por la presidencia con el MUCA el pasado mes de abril, echando fuego al polvirín del conflicto agrario nacional.
Y la represión continua y cuando en esta semana en Tegucigalpa despedimos (muertos por causas naturales) a dos conocidos luchadores del Bloque Popular, Luis Morel y Oscar Padilla, en la costa norte asesinaban frente a su casa a Julio Fúnez Benítez (57), sindicalista del SANAA y miembro del frente, y a Jorge Alberto Castro Ramírez, de 41 años, vendedor de horchata en las numerosas marchas del 2009.
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