jueves, 11 de junio de 2009

Poema del hombre que despertó solo

¿Qué significa tener ambiciones?
¿Caer agotado
y boquear sin remedio,
correr de un lado a otro
elevando los brazos al cielo?

¿Sacudirse a los inoportunos,
estampar nuestros nervios en el papel?

¿Qué significa la austeridad y la recompensa?
¿Una larga y posible vida,
una calle por la cual resulta incómodo andar,
un autobús dentro del cual
resulta incomodo andar,
un niño demasiado molesto
porque pide,
porque mira en tu piel
la suave tersura de los que comen,
de los que al salir del baño
encuentran la leche sobre la mesa
y un periódico que informa
sobre la cumbre de los presidentes?

¿Qué significa tener los pies sobre el suelo?
¿Un reloj que al girar sus manecillas
abre un gran agujero en la espalda,
un pastel de cumpleaños,
el llanto y la histeria
porque hoy no se tuvo
para entrar a una pizzería
y sentarse holgado
y comer ensalada
y olvidar que mañana no se tendrá
ni siquiera para dar lo que nos sobra,
ni para sentir
el frío acostumbrado de las monedas?

¿Y qué significa ser un poco serio?
¿Qué nunca se habló de revolución,
que nunca se imaginó
la puntería de los fusiles
y el recorrido de balas
que entraban por detrás del cuello
justo por el sitio
donde los sueños nos hierven
y se piensa en segundos
en miles de rostros y situaciones
o en algún abrazo que se dio
sin saber
que ese era el último
el de la última vez?

¿Pero qué significa tener ambiciones?
¿Una rosa y amar los ojos más bellos,
ir de frente espantando espíritus,
abrocharse los botones de la camisa,
corregir la sonrisa que se nos va de lado
con un dejo de tristeza inconfundible,
un brindis,
una copa de cristal que salta
estallando contra el suelo
y sus diez mil pedazos
con cada uno
de nuestros diez mil reflejos?

¿Pero qué significa tener ambiciones?

F.E.
(de Poemas contra el miedo, 2001)

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