Primera negación
No, yo no estuve en la última cena,
pero vi los platos vacíos
y el pan enfriándose,
el triste rostro
del que esperó a sus invitados
hasta la medianoche.
No me acusen entonces
de pertenecer a ellos:
fui uno más de los que en silencio
y con rabia contenida,
esperó verlo volar, mientras sus ángeles,
con terribles voces,
vengaban su cáliz y espinas.
Segunda negación
Aquí están las piedras.
Con ellas construirán mi muerte.
Aquí dejo mis gallos
y el despecho, la oreja cortada
y mi espada para la buena suerte.
Mi lengua puede servir a los mudos,
pero les advierto
que nuevas torres de Babel
se confundirán con ella.
Mi sombra la heredo a los leprosos
y estas llaves a los ladrones del Reino.
Pido el martirio de cabeza
para que la sangre se agolpe de nuevo
en mis ojos de furia.
Condenan a un inocente, señores,
vine a Roma como turista,
si mi bastón enardeció el avispero
fue tan solo porque quise
disfrutar de sus mieles.
Tercera negación
Le tengo miedo al mar.
F.E. Solares, 2004
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