La siguiente es un fragmento de la entrevista que Chris Dercon le hiciera a Oscar Niemeyer hace 1 año. Niemeyer sigue tan vivo que el Gobierno de Brasil ha hecho público que él será el encargado de diseñar el estadio donde se inaugurará el mundial de Brasil 2014. Si el más longevo arquitecto de la historia occidental llega a la inauguración, contará con 107 años.
Por Chris Dercon | © Letra Ñ
No es posible pasar por alto la contribución de Niemeyer a la arquitectura del siglo XX. Hizo un agujero en la modernidad inyectando a la doctrina internacionalista las tradiciones y los lenguajes populares y en especial locales (brasileños), desde el barroco colonial hasta la naturaleza tropical. Eso lo convirtió en un arquitecto tan importante. Y es probable que explique también por qué es tan popular entre los jóvenes diseñadores y artistas contemporáneos, desde el diseñador de moda Nicolas Ghesquière, director de Balenciaga, hasta la artista Dominique Gonzalez-Foerster, pasando por el fotógrafo Andreas Gursky. El tropicalismo de Niemeyer y otros visionarios brasileños se encuentra hoy en el mismísimo centro de las escenas culturales de París, Londres y Nueva York.
Al igual que otros radicales del arte brasileños, como el músico Caetano Veloso o el artista Hélio Oiticica, el arquitecto Niemeyer creó una sensibilidad lírica y populista. A Niemeyer no sólo le gusta combinar curvas, sino que encuentra inspiración todos los días en las curvas de las montañas situadas cerca de Río y en las de las mujeres brasileñas. Su autobiografía publicada en 1998, Les courbes du temps está profusamente ilustrada con formas femeninas. Como dijo Rem Koolhaas tras una visita a la oficina de Niemeyer en Copacabana: "Niemeyer es la prueba viviente de que en la arquitectura interesante, el sexo y el comunismo van juntos".
El propio Niemeyer es, por una vez, más realista: "El verdadero reto para la arquitectura del futuro sólo está planteado por la tecnología, y la tecnología nunca ha sido tan generosa con la arquitectura. Pero el arquitecto tiene que ser capaz de reflexionar también sobre otras cosas además de la arquitectura. No hay que convertirse en especialista, porque en ese caso no puede uno inventar ni tener influencia". "La política, la filosofía, la literatura, la música, las artes visuales –dirá–, todas esas disciplinas desempeñan un papel igual de importante que la ingeniería. Los arquitectos deberían querer ser ante todo intelectuales. "
"Como la poesía, la arquitectura por sí misma no puede cambiar el mundo", afirma Niemeyer con tono resignado. Pero, ¿qué ha hecho o hace él para mejorar el mundo? Cuando tuvimos nuestro encuentro, Niemeyer estaba diseñando un centro de congresos en Fortaleza, en el nordeste del país, para el Movimiento de los sin Tierra, una organización de trabajadores pobres de las zonas rurales. "Un arquitecto solo no puede solucionar sus problemas ni los problemas de la favela, porque eso es como luchar contra la naturaleza o contra la naturaleza de una montaña. Sin embargo, podemos ofrecer mejoras paralelas, como construir escuelas, o nuevas infraestructuras deportivas o culturales".
Niemeyer habla con toda naturalidad de abarcar más metros sin apoyo alguno, mientras cita a Le Corbusier diciendo "la arquitectura es invención" y "sólo me gustan las iglesias por los grandes espacios". Sin embargo, salvo por la mención al gran modelo Le Corbusier, tampoco hay nada religioso ni sofisticado en Niemeyer.
La sofisticación perdida sólo se encuentra en la vieja casa familiar de Canoas, cerca de Boa Vista –los nombres lo dicen todo–, donde, en medio del exuberante verdor de la montaña, se encuentra ahora la Fundación Oscar Niemeyer. La casa de Canoas, construida en 1951, es un ejemplo perfecto de cómo Niemeyer aceptó sin reparos desde muy pronto las limitaciones y los desafíos del entorno natural.
"Hay que saber enfrentarse a cada terreno. Construyo con la naturaleza, no contra ella". ¿Y por qué esas rampas que parecen interminables? "Las rampas ofrecen la oportunidad de disfrutar del paisaje y de la arquitectura en su conjunto; la rampa es como un viaje".
Habíamos acordado hablar del futuro, pero Niemeyer volvió una y otra vez al pasado. Considera como uno de sus grandes logros el recinto universitario de Constantina en Argelia, construido en la década de 1970. La noticia es nueva, porque hasta hace poco sus proyectos más preciados eran todavía la iglesia de San Francisco, el casino y el puerto deportivo de Pampulha cerca de Belo Horizonte, en Minas Gerais. Los edificios pioneros de Pampulha sólo pudieron construirse gracias a la fe ciega del entonces gobernador de Minas Gerais, Juscelino Kubitschek, más tarde presidente y fundador de Brasilia. "Como la mayoría de los políticos, no entendía nada de arquitectura; y, en realidad, eso permitió que esos imaginativos edificios pudieran construirse" .
¿Y qué ocurre con la conservación y la restauración? "Lo construido, construido está. Igual que con los seres humanos, habría que dejar que la arquitectura envejeciera. "
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