Domino los gritos,
aclimato las horas a mi silencio.
Arranco ladrillos y me los trago,
tal vez con ellos construya
el alma que necesito para la vida.
Hago preguntas,
preguntas que refutan la existencia
de las cosas
y aprisionan al necio
que sobrevive en mis poros.
Busco razones,
el gran símbolo profético:
la espada o la roca
el número o la letra,
Dios o el hombre.
No hacen falta las primeras luces
para saber que los días regresan,
explicar el por qué hice esto o aquello,
el por qué ahora arde
la creación en mis yemas…
no hace falta en la noche
el suave goteo de la luna,
sino
un dolor,
o la eterna espera que los sueños
me revelen la muerte.
F.E.
(de Sextos de lluvia, 1998)
No hay comentarios:
Publicar un comentario