La multitud de cuerpos mutilados fueron apresuradamente cargados por los muchachos ayudantes de los sacerdotes hasta el cercano canal, el que fluía hacia la avenida Tepeyaca. Fueron puestos dentro de grandes canoas de carga, y cuando todos estuvieron cargados, éstas fueron enviadas a diversos puntos de la tierra firme, hacia los viveros de flores de Xochimilco, para los huertos o las hortalizas que se encontraban alrededor de los lagos, en donde los restos de los cuerpos serían enterrados y utilizados como fertilizantes.
Un pequeño acalí acompañaba aparte a toda la flota de chalanas. Éste cargaba fragmentos o pedacitos de jade, pedacitos tan pequeños que no tenían ningún valor y cada uno de ellos sería puesto en la boca o en el puño de cada hombre antes de ser enterrado.
Nosotros nunca negábamos a nuestros enemigos vencidos ese talismán de piedra verde, el cual era necesario para su admisión en el más allá.
Gary Jennings - Azteca
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