jueves, 13 de mayo de 2010

Entrevista a Juan Manuel Torres (hijo), para Puertas Adentro

Juan Manuel, junto a su familia, le dio vida a uno de los centros culturales más alternativos de la movida capitalina: Cinefilia, ahora bajo la administración de Fabricio Herrera y Susy, otros incansables.

Investigador periodístico y narrador, le permite una entrevista a Puertas Adentro, misma que replico bajo la premisa de dar respuestas -como él mismo lo dice- y no seguir promocionando el silencio sabelotodo que muchas veces la intelectualidad hondureña despliega para con sus colegas.

Obra:
“Desfiladero” (editorial Roca en el Aire -2003-. Cuentos).
“El libro azul” (2006) y “El dolor de la ausencia” (-2008-, investigaciones para Casa Alianza Honduras).



PA: ¿Ya lo han entrevistado antes o es la primera vez que lo entrevistan sobre su oficio literario? ¿Le gusta el bajo perfil o prefiere proyectarse? ¿Por qué?
JMT: Sí, ya he sido entrevistado anteriormente, sobre todo para emisiones radiales. Me gusta proyectarme cuando tengo algo qué decir, de lo contrario, no tengo ningún interés en hablar.


PA: Hablando exclusivamente de sus profesiones, siendo periodista y escritor, ¿cuál de las dos facetas nutre a la otra o cree que son totalmente independientes al sentarse a la computadora?
JMT: Las dos tienen mucho que ver: el periodismo significa arar las realidades, removerlas, comprenderlas y transmitirlas de tal manera que sean comprendidas por un público determinado. La literatura tiene estos elementos pero la mayor diferencia es que se suelen introducir componentes ficcionales o fantásticos. Los dos oficios son complementarios pero hay que saber diferenciarlos. No es grave cuando el periodismo se entromete en la literatura, de hecho, lo enriquece, pero no es recomendable que la literatura hago lo mismo con el periodismo. Lo que sí me queda cada vez más claro, es que tanto para uno como para el otro oficio es preciso investigar para sostener argumentos sólidos.


PA: ¿Hace cuánto vive en Argentina? ¿Por qué vive allá?

JMT: En Argentina estoy desde hace más o menos cuatro meses. Me vine con mi novia, ambos, con la idea de buscar trabajo e instalarnos por un tiempo en este país a fin de encontrar experiencias laborales y culturales enriquecedoras; viajar es crecer. Sin embargo, pronto nos mudaremos de país. Creo que permaneceremos en América del Sur unos meses más, no sé cuánto exactamente, dependerá de si conseguimos o no un trabajo en alguna parte; si no sale nada, pensamos volver a Honduras o a Francia- de donde es ella-… por el momento, no sé donde viviré.


PA: ¿Sabe si existe biblioteca en la embajada de Honduras en Argentina?

JMT: No lo sé, supongo que no ha de existir, en todo caso, no me he acercado a ella porque no me interesa conocer a las personas que laboran para el Estado hondureño.

PA: ¿Sabe que Ernesto Sábato abandonó la Física por la Literatura?, ¿abandonaría la comunicación por la literatura?, ¿por qué?
JMT: Sí, Sábato abandonó la física. Por lo que sé de él, ha sido un hombre muy metódico, muy entregado a sus pasiones, y supongo que la idea de ejercer dos trabajos tan complejos al mismo tiempo le resultaba imposible. En mi caso, yo no puedo abandonar la comunicación porque el oficio de periodista lo ejerzo aún cuando no estoy escribiendo ni trabajando como periodista; lo que sí haría, es dedicarme de lleno a proyectos literarios. Sin embargo, como he dicho anteriormente, para mí estas son dos actividades complementarias.


PA: Seamos completa y absolutamente honestos, ¿qué diferencia existe entre el mundo literario y la plástica de Buenos Aires con el de Tegucigalpa?

JMT: La pregunta es complicada, estamos hablando de dos ambientes totalmente diferentes. Para empezar, Buenos Aires cuenta con una institucionalidad cultural de muchas décadas, con una tradición literaria, musical, teatral, cinematográfica, plástica a gran escala.
Esta ciudad es una referencia cultural iberoamericana y mundial; en Buenos Aires se filman películas todos los días, las agendas culturales están repletas de eventos de todo tipo y calidad.
A pesar de las crisis que han azotado este país desde hace ya muchas décadas, sigue habiendo un debate cultural y un diálogo interno y externo bastante importante que aborda con mucha profundidad las correlaciones existentes entre la cultura y el arte, la cultura y la política, la cultura y la economía, etcétera.

Pero cabe señalar que Buenos Aires, actualmente, dista mucho del auge cultural que se vive en ciudades como Berlín, Barcelona, Nueva York, por nombrar algunas. Aunque Buenos Aires es una ciudad poderosa en cuanto a su cultura, son muy pocos los que pueden vivir de su trabajo en este sector – lo digo porque he conocido ejemplos cercanos.

El neoliberalismo, la corrupción, la violencia, las desigualdades sociales, la injusticia social, al igual que en Honduras, también han provocado un deterioro cultural de grandes magnitudes y el panorama no se ve prometedor. Analizar el momento cultural de Argentina rebasaría mis conocimientos del país, pero tengo la sensación de que este sigue siendo un país muy centralista donde la demagogia y la corrupción política han creado enormes vacíos.

Conozco lugares de la Argentina profunda, totalmente abandonados a la desidia del polvo y el atraso, muy parecidos a los pueblos y ciudades medianas hondureñas y que conforman un sector muy grande del país y que prácticamente no han sido tomados en cuenta por el Estado porque no representan un negocio. Y no podemos negarlo, para impulsar la cultura a gran escala, se necesitan políticas estatales que se preocupen por el tema.

En el caso de Honduras, nuestra tradición literaria y plástica ha sido doméstica, sin pretensiones regionales, por no decir universales – salvo muy pocas excepciones. Carecemos de instituciones culturales capaces de lograr cambiar el paisaje cultural del país y de instituir diálogos sociales inclusivos y propositivos. En Honduras se construyen centros comerciales, no teatros.

Hay artistas, hay escritores jóvenes, y creo que son buenos, algunos, capaces de dialogar de una manera bastante genuina y contundente, con una potencialidad discursiva que podría generar aportaciones epistemológicas interesantes, sobre todo, por nuestra posición con respecto a los grandes centros culturales; tenemos cosas “nuevas” qué decir, pero la batalla no se ganará mientras esta idea esté regulada por las iniciativas individuales. No se trata de que el Estado subvencione a los artistas, pero sin políticas culturales los espacios de difusión y de diálogo seguirán siendo muy sesgados. Lo que me preocupa es que el talento se pierda en la frustración de no conocer una respuesta.


PA: ¿Cuál es la diferencia entre "El Libro azul" y "El dolor de la ausencia"?; es decir, ¿por qué el mismo tema?
JMT: Ambos libros son investigaciones periodísticas con un carácter sociológico. En ambos, la temática principal son los jóvenes viviendo en situaciones de marginación social. El primero analiza a Casa Alianza como una institución que ha apoyado durante muchos años a los niños que viven en las calles, aborda sus dolores, reconoce el trabajo de esta institución, tan estigmatizada por una sociedad que siempre se ha preocupado por esconder sus problemas y no por encararlos.

El segundo libro es una serie de testimonios de familias que han tenido un pariente que ha sido asesinado impunemente, ya sea por órganos de represión estatal (limpieza social) o víctimas de la violencia de su contexto. En ambos se señala algo que es impostergable en nuestra sociedad: la ausencia de justicia social. Se tiene que seguir escribiendo sobre el tema, tenemos que comprenderlo mejor.

Los que nos dedicamos al periodismo o a la literatura debemos hacer un esfuerzo mayor por apropiarnos de las realidades que perviven en nuestra sociedad. Honduras, durante muchos años, ha vivido una guerra de “baja intensidad” que apenas ha sido señalada pero en la que han muerto miles (no es un decir) de personas sin que el Estado haya hecho un ápice por solucionar la situación.

PA: Su libro "Desfiladero" busca establecer saberes, es decir, es muy filosófico; entonces, ¿Por qué la mayoría de los escritores contemporáneos en Honduras carecen de los principios generales de la misma, los cuales puedan establecer una buena orientación para el conocimiento de la realidad, ¿qué está fallando?
JMT: No sé qué puede estar fallando. Pero creo que vivimos en una sociedad de suposiciones y de prejuicios muy fuertes, donde la interrogante, que es la base de la filosofía, no existe. No tenemos preguntas, siempre parecemos estar respondiendo sin habernos hecho las preguntas correctas. Vivimos bajo la sombra de un Estado mediatizado, en el que además, los medios de comunicación se interesan por lo que produce la información y no por la comunicación en sí.

También hacen falta librerías completas, donde se puedan encontrar textos actualizados que abordan la filosofía y el pensamiento desde las nuevas perspectivas y avances. Las carreras de Ciencias Sociales (y las universidades en general, comenzando por la UNAH) en Honduras son muy pobres, atrasadas, no se genera pensamiento, evidentemente, esto repercute en el quehacer de los que escribimos porque nos hacen falta diálogos de altura y debate.

PA: Usted estaba en Honduras cuando el Golpe de Estado, ¿se sintió ofendido? Explique.
JMT: Claro que me sentí ofendido. Yo no soy ni he sido nunca partidario del ex presidente Zelaya porque en principio, discrepo en esencia del bipartidismo y él fue un presidente liberal, un caudillo de la misma cepa de los que han dejado a Honduras en la miseria.

No obstante, el golpe de Estado fue un ataque directo contra la ciudadanía hondureña, de un sector todavía más oscuro y atrasado de la derecha hondureña; fue un acto cobarde que sigue perpetrándose con el gobierno actual y que no frenó un futuro prometedor, porque este no existía, pero que nos atrasó muchos años más. Como periodista, trabajé bastante en un periódico que se llama “El Inventario” (que fundamos con mi hermano y otros colegas), que por cierto, fue la primera publicación masiva que denunció el golpe de Estado.

PA: ¿Cuál es, para usted, el dolor más soportable en medio de un Golpe de estado?
JMT: No hay dolor soportable durante el golpe de Estado, lo único bueno es que los reflejos de la población se despertaron –al menos de una parte de la población- más allá de que el movimiento de Resistencia tenga una raigambre liberal y que muchos de sus líderes tengan una credibilidad cuestionable.

Lo importante es la ciudadanía indignada y que a partir del golpe la sociedad hondureña ha comenzado a darse cuenta que tiene enemigos muy grandes que se deben enfrentar.

PA: ¿Cuál es la verdad política de Micheletti y su séquito?

JMT: No hay verdad política en el sector golpista, nada más intereses ciegos y desmedidos, de una clase política totalmente degenerada, que es capaz, ya lo ha demostrado, de generar una violencia terrible.

PA: ¿Qué fórmula daría usted para el futuro del país?
JMT: Profundizar en lo que es la democracia: revisarnos como sociedad, asumir posiciones más solidarias como ciudadanía, procurar justicia social, regenerar la UNAH, debilitar el poder que ejercen las iglesias actualmente, tanto católicas como protestantes, fortalecer los derechos sociales, económicos y culturales, quitarle poder a la empresa privada, romper el bipartidismo.

Prefiero puntualizar en lo que ya podemos comenzar a hacer después del golpe de Estado y creo que para ello es básico construir y cuidar nuestros archivos de memoria. Hay mucha memoria que todavía está viva después del golpe, debemos cuidarla, crear archivos para que después, un día, cuando se pueda, podamos tener las pruebas para demandar justicia de una manera contundente.

Necesitamos probar lo que nos ha pasado, lastimosamente las verdades se borran con el tiempo y nosotros somos demasiado frágiles como humanos, pero para eso existe el orden y la sistematización, que son posibles desde la articulación de instituciones – no estatales, sino ciudadanas; y digo no estatales porque en estos momentos no sería realista proponerlo- que hagan frente y sostengan la vergüenza y el dolor que todavía tenemos.

PA: ¿Es buena la crisis para la literatura nacional?

JMT: La crisis genera ideas, pero no crea sistemas y lo que necesitamos es continuidad, estructuras y esto se logra solamente mediante procesos de “superación” de las crisis. Por el momento, tenemos la rabia, pero el día que intuyamos la justicia, tendremos los relatos; mientras tanto, podemos dar cuenta de lo que pasó, de lo que sucede, denunciamos, construimos cosas, pero la gran literatura también tiene, en medio del dolor y del caos (con respecto a las literaturas post crisis) una dosis necesaria de victoria.

Por el momento, nada más hemos sufrido reveses. Lo que sí es cierto, es que nuestras crisis nos dan más argumentos, más peso dentro de nuestros contenidos.

PA: ¿Para usted es importante una literatura social y comprometida?
JMT: Sí, es fundamental, pero hay que definir bien qué es una literatura social y comprometida. Si se siguen los modelos del realismo socialista, no se llegará demasiado lejos. El compromiso social, y en este caso cito a Sábato, se logra cuando el escritor sabe transmitir con su trabajo los sueños y las pesadillas de la colectividad.

No existe literatura sin filosofía ni literatura que no pretenda entender a la gente: la literatura, por sí misma es social y es comprometida, la buena literatura. Y en la literatura tenemos muchos recursos para hacerlo. El literato que maneja bien su técnica, hará forzosamente una literatura social y comprometida, aunque en su momento, quizá no se la vea como tal.

PA: En Literatura, ¿en qué trabaja ahora?
JMT: Estoy escribiendo los insumos de una novela larga, tengo tres nouvelles que debo revisar y corregir, además de algunos relatos.

PA: ¿Y en comunicación?

JMT: Mientras viajo hago entrevistas: en Argentina he entrevistado a Ananké Assef, que es una artista de la fotografía bastante interesante, a Hermenegildo Sábat, uno de los caricaturistas y grafistas más importantes del país, a los realizadores de un documental sobre los Padres de la Plaza de Mayo y tuve un encuentro con García Lupo, uno de los fundadores de Prensa Latina, amigo personal del Ché y de Rogelio Walsh; quise entrevistarlo pero no se dejó, de hecho, tenía unas cuantas preguntas qué hacerle: ¿de dónde sacaba las fuerzas el Ché o un Walsh para hacer lo que hicieron? ¿Cómo eran cuando jóvenes? ¿Eran tan brillantes como apunta el mito que se cierne en torno a ellos?

Quería saber más sobre los aspectos personales de estos hombres para no verlos como dioses sino como hombres, hombres en la historia, que es finalmente lo que creo que eran. Hombres de valor, con agallas, eso sí, pero hombres finalmente. Siempre hago artículos, próximamente los publicaré en una página acá en Argentina y espero mandarlos a Honduras.

PA: ¿Para finalizar, cree que el Gobierno actual realice mejoras con respecto a la cultura y sus ramas? ¿Por qué?
JMT: Definitivamente no. El gabinete de Lobo es uno de los peores de la historia del país, son los perros guardianes de la maquinaría detrás del golpe de Estado y de gente como ellos, no puede salir nada bueno.

PA: Autores extranjeros de los cuales guste...

JMT: Muchos y no solamente escritores, sino también pintores, cineastas, deportistas, músicos. En cine tengo algunas favoritas: “1900” de Bertolucci, “Germinal”, de Claudel, y que es también una obra genial de Zola, los “Padrinos”, “Apocalipsis ahora”, de Coppola, el cine de Buñuel, “La leyenda del indomable” con Paul Newman; en literatura me encanta Rulfo, Kundera, Vargas Llosa, recientemente leí a Murakami y me dejó impresionado… Proust, Dostoievski, Kafka, hay muchos….

Hace unos meses conocí mejor el trabajo de Miró y me encantó; uno de mis pintores favoritos es Ribera, pero he quedado impresionado con obras de Courbet, de Goya... se me escapan nombres. A mí particularmente me influyen elementos dispares y asistemáticos, no puedo decir cuáles son mis autores favoritos porque siempre estoy en búsqueda de nuevas fuentes y no solamente las encuentro en el ámbito artístico.

Debo decir que también me encanta el fútbol y la música y que tanto un Zidane o un Mágico Gonzales como un Silvio o Pink Floyd han ejercido una influencia poderosa en mí. Eso es lo bueno de los escritores, podemos aferrarnos al ala de cualquier pájaro…

PA: Y autores hondureños...
Sin respuesta.

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