Ahi está siempre el lago, que tal vez, siempre quiso para compañera, una Managua igual de llana como su espejo. La he caminado ( a la ciudad, no a las aguas) junto a Marta Leonor Gonzáles, Francisco Ruiz, Rosario Abaunza, Juan Sovalbarro y Henry Petrie (cuatro poetas y una musa dariana), cinco amigos y amigas entrañables, nicas a través de los cuales, he interpretado tanto el pasado como el presente que se extiende y da vueltas en las numerosas rotondas managüenses.
Sí, con ellos sí que he caminado sobre las aguas y a través del horno de 38 grados, y ellos, me acercaron a estas imágenes que sigo buscando para aprehender la ciudad que adiviniba a tientas.
He aquí, pues, la Managua de antes del terremoto:
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