Héctor Hernández Montecinos es poeta chileno. Este año se le ha concedido el Premio Nacional Pablo Neruda.
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[N – 1]
[o Lista de deseos para una nueva democracia]
Al Presidente de Chile.
La “Dictadura” no se terminó con la salida del Tirano Visible. Continuó
un proceso de Post (paraíso de los juguetes) y actualmente de Hiper (infierno de la seguridad).
La Hiperdictadura reduce las libertades personales y sociales con su
enfermiza obsesión por la protección y la vigilancia;
Hiperdictadura (sujeción política), hipercontrol (cámaras de seguridad), hiperrepresión (abuso legal de poder) matan la relación libre y creativa de la comunidad en los espacios públicos e íntimos. No nos encierren en nuestras propias ciudades.
La economía de mercado tiene agarrado del cuello a los enfermos, a los
profesores y alumnos, a los agricultores, a los artistas, a los
indígenas, a los homosexuales, a los pequeños comerciantes, a los refugiados, a los gestores culturales comunales, a los soñadores, a los que no quieren usar tarjetas. El libre mercado es un sueño americano convertido en una pesadilla chilena.
La buena voluntad de los parlamentarios y la tecnología verde podrían
rehabilitar la Tierra. La buena voluntad de los parlamentarios y
una decidida campaña pública podrían crear hábitos ecológicos en los niños y jóvenes. La buena voluntad de los parlamentarios se demostraría si renunciaran a sus beneficios económicos y abrieran cupos ‘no políticos’ para que la sociedad civil esté verdaderamente representada en el Congreso. Esto es ecología social.
Los combustibles derivados del petróleo intoxican a nuestra gente.
Desenvenenar el país: el humo nos asfixia, la basura y los
químicos de las industrias contaminan el agua y el aire. No
olvidemos a los cisnes muertos, los ríos muertos, los cielos
muertos, los niños y ancianos muertos. Limpiar la nación es
tarea del gobierno, pero limpiarnos a nosotros mismos es tarea
de cada día.
Insistir en las medicinas no tradicionales en los servicios de salud
pública y tener una previsión proporcional a las necesidades y no obligatoria. Como dice una machi: “las plantas son la farmacia de Dios”. Koliu Rayen para esos días de la mujer, Leliantu a los que se les muere el pajarito, Frokin para los que van camino a Pelequén, Trapi para las pasivas, Liglolkin para los que no pueden dormirse, Kalchakura para los sordos, Pelu para los huesos, Pengo para los curados.
Aprobar las leyes que modernicen y democraticen el Estado,
disminuir la ingerencia de las minorías morales ortodoxas en cuanto a temas valóricos. Financiar canastas de alimentos para las familias más pobres. Dar a conocer de manera fraternal y humana la triste realidad de las enfermedades terminales. Construir servicios descentralizados de salud, arte y cultura, credos, etnias, organización social. El bienestar de una sociedad no sólo se logra con inyectarle recursos sino también con aprender a escuccharla.
Coordinar un Programa de emergencia para abaratar los costos de los
tratamientos de las enfermedades terminales. Legalizar el
derecho de las mujeres con respecto a su cuerpo. Permitir el
cambio de nombre de los y las transgéneros para que dejen de
ser humillados por su identificación civil. Ponerse en el lugar
de ese otro, ponerse en sus pantalones, ponerse sus vestidos, ponerse su peluca y sus tacos, ponerse su bigote. Vivir en paz consigo mismo es vivir en paz con los otros.
Apartar la influencia religiosa, no la espiritual que sí es necesaria, del
arte, la educación y el derecho civil. Crear de una vez el
Ministerio de la Cultura y las Artes y enseguida una Imprenta Nacional subvencionada, de calidad, libre y sin mafias. Aumentar los cabildos culturales para el desarrollo de la autogestión local. La cultura y el arte serán los que permitan seguir soñando. Le da oxígeno libre y creativo a la sociedad de mercado. Nos recuerda que somos humanos cuando ser humanos es creer en que mañana será un día mejor si lo queremos.
La sexualidad no tiene nombres, es móvil, no es identidad fija sino
circulación plena. Liberarla.
Despenalizar la imagen pública de los drogadictos, los homosexuales,
los inmigrantes, los pobres. Los políticos deben tener más contacto real con la gente. Reducir los millones que se gastan en la puerta giratoria de la justicia. La venta de anestesias orgánicas es un tema médico. Las enfermedades sociales son igual de urgentes que las otras, pues son silenciadas por los medios de comunicación y los malos gobiernos.
Despenalizar la opción de fumar marihuana: sus ventajas terapéuticas
son reales y es menos dañina que el tabaco; no monopolizar la
venta de antestésicos orgánicos y propinar su cultivo en zonas
agrícolas pobres.
Confiar en la ternura y el delirio como vías de expresión libres y
creativas. Terminar con el monopolio del amor que es puro
mercado y rating edulcorante para las telenovelas de clase. Querer lo mejor para mi grupo, para tu grupo, para el grupo de los peruanos, bolivianos, ecuatorianos, palestinos, tibetanos, hermanos de mis hermanos, hermanos de mí.
Reducir radicalmente los ingresos del cobre para las Fuerzas Armadas;
reinvertir ese dinero. Los ex militares que son dueños de
universidades privadas podrían tomar cursos de ética, de arte y de literatura.
Incentivar con publicidad de calidad una dieta saludable y rica en
alimentos sanos y naturales. Alertar sobre los reales efectos del
consumo de carne y de grasas saturadas, pues aparte de ser un
desastre ecológico es un desastre alimenticio. Prohibir los
colorantes y preservantes como la Tartrazina y el Amarillo
Crepúsculo pues está confirmado que producen cáncer y están
en el 90% de lo que compramos en el supermercado.
Reforestar con especies nativas las zonas rurales y devolverles más
terrenos a las comunidades indígenas para que puedan sembrar
y cosechar libremente. No exterminarlos, no criminalizarlos
más. Un indígena siempre será el hermano mayor de un poeta.
Establecer la noción de granjas urbanas para que cada familia pueda
plantar sus propios vegetales en su jardín y así se reduce la
manipulación de los precios de los alimentos de la tierra, pues
son sagrados.
Alentar el comercio internacional de tecnologías verdes en vez de los
TLC que sólo hacen ricos a los más ricos y pobres a los más
pobres.
Iniciar programas regionales que incentiven la creatividad en todas las
edades, se enseñen los derechos sociales que tenemos cada uno
y que se asegure la libertad como voluntad suprema. Devolverle
las ganas de vivir a los ancianos, a las mujeres solas, a los niños
pobres. Una nación alegre es el Paraíso Terrenal.
Incentivar a nivel de país el uso del reciclaje de la basura, de los
desechos químicos, del papel y el cartón para potenciar
instancias como editoriales cartoneras que usen material
reciclado, artesanías en vidrio o plástico, etc. La metáfora del
arte es convertir la basura de este mundo en belleza. Seamos
todos artistas desde nuestro propio don.
Mejorar las condiciones laborales de profesores de todos los niveles
educativos, que se valorice su trabajo; premiar los buenos
desempeños y los buenos resultados a escala de bienestar
humano. Prohibir los uniformes y la separación de niños y
niñas: afuera la vida no es así.
Disminuir la importancia del dinero en la sociedad y fomentar formas
de trueque. Devolverle el valor al cariño, la confianza, la
amistad, la lealtad, la honestidad, la justicia cotidiana de las
pequeñas cosas. Lo que más vale en cada ser humano es su don
individual.
Aceptar y reconocer no sólo los crímenes cometidos por los militares
sino también las complicidades de los civiles y juzgarlos. Abrir
los procesos contra todos tipo de criminales impunes y darle
paz a los familiares de los asesinados políticos. También juzgar
los delitos económicos en la Transición. Una justicia ciega y sin memoria es una forma de perpetuar el daño.
Abrir los archivos históricos de dos siglos y repensar críticamente todo
lo sucedido para aprender de los errores y renovar los aciertos y
los logros en todo ámbito. El Bicentenario que queremos es una nueva herramienta para aprender a vivir en paz, libres y con justicia los próximos cien años.
Enseñar a la policía a respetar a las personas según su edad, su género,
su raza, su religión, su clase social, su salud; sólo así tendremos
una nueva paz ciudadana y habrá menos delincuencia.
Por último, comprometerse la derecha a respetar a la mayoría menos
poderosa, a no querer imponer su moral y a recordar que el
dinero sube y baja como el frío y el calor. Comprometerse la
izquierda a escuchar nuevamente a la sociedad civil y no a los
presidentes de sus partidos, a renovar su pacto con la justicia social, con la calidad de vida, a ser más progresista y sobre todo, pero sobre todo a forjar nuevos sueños para este nuevo siglo.
Texto de Debajo de la Lengua
de próxima publicación por Cuarto Propio.
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