jueves, 15 de abril de 2010

Testimonio de Hermann Grabe, juicios de Nuremberg, 1946

"El 5 de octubre de 1943, cuando visite el edificio de oficinas de Dubno, mi capataz me explico que en las inmediaciones del lugar, los judíos de Dubno fueron ejecutados en tres grandes fosas. La totalidad de los 5000 judíos que vivían en Dubno antes de aquel episodio tenían que ser eliminados.

Inmediatamente fui hasta el lugar y en las cercanías vi varios montículos de tierra de unos treinta metros de largo por dos de alto. Delante de los montículos había varios camiones. Unos milicianos ucranianos armados hacían bajar a la gente de los camiones bajo la supervisión de un oficial de las SS. Todas estas personas llevaban los parches amarillos reglamentarios en sus ropas, en el pecho y espalda, de manera que pudiera saberse que eran judíos.

La gente que había bajado de los camiones, hombres, mujeres y niños de todas las edades, debían desnudarse de acuerdo con las ordenes de un oficial de las SS, que llevaba una fusta para perros o para caballo, y colocar la ropa en los lugares designados, según fueran zapatos, prendas externas o ropa interior. Sin gritos ni lloros, esas personas, desnudas, permanecían de pie, reunidos por familias, mientras se besaban, se despedían y esperaban la señal de otro oficial de las SS que se encontraba cerca de la fosa y que también blandía una fusta.

Durante los quince minutos que permanecí allí no oí que nadie se lamentara ni suplicara piedad. Vi una familia de unos ocho miembros. Una anciana de pelo cano sostenía en brazos a un niño de un año, le cantaba y le hacia cosquillas. Un padre cogía de la mano a un chico de unos diez años mientras le hablaba con dulzura, y el chico trataba de contener las lágrimas. El padre señaló al cielo, le acarició la cabeza y pareció que le explicara algo. En ese mismo momento, el oficial de las SS del montículo le gritó algo a su colega y le dio instrucciones para que los llevara detrás del montículo.

Rodeé el montículo y me topé con una enorme tumba. Las personas yacían unas sobre otras de manera que solo se les veía la cabeza. A casi todos les caía sangre de la cabeza por los hombros. Algunos aún se movían."


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Testimonio de Hermann Grabe, EL principal testigo en los Juicios de Nuremberg. Texto extraído del libro "Nuremberg, el mayor juicio de la historia"

2 comentarios:

Revistacidadesol dijo...

Oi, Fabrício. Forte.

Fenix dijo...

Mentiras contadas por las ratas judías! -.-