Reunidos en torno al vapor habanero, Jorge nos propone iniciar el ejercicio de respiración. La verdad es que toda semana santa da como para hacerse el invisible o para prenderse en combustión espontánea.
Apenas logré ver unos retazos de Ben Hur y fue suficiente. El remate llegó con un buen programa de History Channel acerca de los métodos de crucifixión romana ¡edificante,sí! Luego fue el éter, un poco de Yo Yo-Ma y un trago de Morricone, pero lo que salvará esta memoria es la risa y el buen intercambio de poesía con Karen, Mayra y Jorge, adosadas las palabras con la última visión de El Violinista sobre el Tejado... ¡Caramba! ¡Si yo fuera rico...!
Apenas logré ver unos retazos de Ben Hur y fue suficiente. El remate llegó con un buen programa de History Channel acerca de los métodos de crucifixión romana ¡edificante,sí! Luego fue el éter, un poco de Yo Yo-Ma y un trago de Morricone, pero lo que salvará esta memoria es la risa y el buen intercambio de poesía con Karen, Mayra y Jorge, adosadas las palabras con la última visión de El Violinista sobre el Tejado... ¡Caramba! ¡Si yo fuera rico...!
F.E.
Día del aprendimiento
Día del aprendimiento
(La Babilonia de Mayra Oyuela, Fabricio Estrada, Karen Valladares y Jorge Martínez)*
En el patio de los gatos queda mi alma, un aullido sin mariposas, mis poemas, el gusano aplastado que me picó antes de morir, mi pequeño sarcófago de Houdini cuando vuelve a casa. Impresiona tal vez la sombra, que suspendida en agua ha ido erosionando la tarde, no hay ninguna música que en este momento me haga desaparecer bajo la tibia luz de la noche.
Poseída por Juana Pavón, la noche sonámbula se limpia las uñas en el filo de las estrellas. Busqué después si había hormigas alrededor del gusano muerto, y estaba limpio. El gatito imperialista aún jugaba con el cadáver que simulaba estar vivo.
¡Tempus fugit! Llevo una fuga hasta las últimas consecuencias, como un verde leopardo que se ha subido al mango a pronunciar sus sueños.
Me han llevado entonces los sueños, y ahora qué escribo he quedado completamente sola, sin palabras ni gritos, ni llanto.
Mucho menos estrellas en el techo húmedo de la casa.
Beso la palidez de esta mudez, creando en cada respiro la fuga que me conduzca al cementerio de los gusanos, habrá que amanecer con la boca del silencio y vendar los ojos a las mariposas.
Yo soy el gato jugando con Juana Pavón, el gato que defeca en la mano de Satán. Yo soy Papasquiaro. Soy el gato tratando de revivir al maldito gusano que finge estar muerto.
Y que importa que los dedos taladren desde la oscura muerte a la carcomida vitalidad de este disfraz de madera con que me sepultas, ay, blanca, ay, ondulada ternura.
No alucino viajar en ningún ataúd hacía ningún sitio. No me interesa la muerte, mucho menos la vida.
Yo simplemente suelo ser quien soy, sin tartamudear ninguna consecuencia del destino. Bizarra la alegría, fingir con un Papasquiaro en los zapatos, cruzar las calles de la muerte, disfrazar de madera los pasos para dejar hundida la melancolía y seguir fingiendo muerte entre los muertos.
En el patio de los gatos queda mi alma, un aullido sin mariposas, mis poemas, el gusano aplastado que me picó antes de morir, mi pequeño sarcófago de Houdini cuando vuelve a casa. Impresiona tal vez la sombra, que suspendida en agua ha ido erosionando la tarde, no hay ninguna música que en este momento me haga desaparecer bajo la tibia luz de la noche.
Poseída por Juana Pavón, la noche sonámbula se limpia las uñas en el filo de las estrellas. Busqué después si había hormigas alrededor del gusano muerto, y estaba limpio. El gatito imperialista aún jugaba con el cadáver que simulaba estar vivo.
¡Tempus fugit! Llevo una fuga hasta las últimas consecuencias, como un verde leopardo que se ha subido al mango a pronunciar sus sueños.
Me han llevado entonces los sueños, y ahora qué escribo he quedado completamente sola, sin palabras ni gritos, ni llanto.
Mucho menos estrellas en el techo húmedo de la casa.
Beso la palidez de esta mudez, creando en cada respiro la fuga que me conduzca al cementerio de los gusanos, habrá que amanecer con la boca del silencio y vendar los ojos a las mariposas.
Yo soy el gato jugando con Juana Pavón, el gato que defeca en la mano de Satán. Yo soy Papasquiaro. Soy el gato tratando de revivir al maldito gusano que finge estar muerto.
Y que importa que los dedos taladren desde la oscura muerte a la carcomida vitalidad de este disfraz de madera con que me sepultas, ay, blanca, ay, ondulada ternura.
No alucino viajar en ningún ataúd hacía ningún sitio. No me interesa la muerte, mucho menos la vida.
Yo simplemente suelo ser quien soy, sin tartamudear ninguna consecuencia del destino. Bizarra la alegría, fingir con un Papasquiaro en los zapatos, cruzar las calles de la muerte, disfrazar de madera los pasos para dejar hundida la melancolía y seguir fingiendo muerte entre los muertos.
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El miércoles 31 de marzo de 2010 nos reunimos en la casa de Fabricio y Mayra, nos convidaron una botella de Habana Club 7 años. Conversamos sobre los asuntos del día y escribimos un poema colectivo. Recordamos el día de la captura de Jesús de Nazareth (...)
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