martes, 6 de abril de 2010

Carta a Ricardo Salgado

Ricardo, es impresionante el punto al que hemos llegado. Resuenan en mí las palabras del poeta Sosa, palabras que, en una ocasión conversando en su casa, quizointentaron tranquilizarme: "a estos políticos asesinos no les interesan los intelectuales porque nos consideran nadie..."

Esto me lo decía como un consuelo Don Roberto, y yo creí parte de su reflexión y así me he movido con cierta conciencia de seguridad hasta la fecha. El atentado que usted ha sufrido indica que todos los estratos han sido permeados y que los "monitores intelectuales" que ya tienen nombre y apellido comenzaron a dirigir sus zarpazos con precisión y alevosía. Basta recordar que Juan Ramón Martínez ya hizo un esbozo público sobre a quién dirigir la represión de entre los intelectuales de izquierda, y esto lo hizo en una columna abierta donde pedía "ponerle ojo a los intelectuales orgánicos" ya que estos "eran el verdadero peligro".

Compañero Ricardo: la hostilidad de una oligarquía analfabeta en humanidad, ha pasado ya a la fase de activar a los que por siempre educaron en el analfabetismo funcional, y de este coctel pretenden hacer nuestra cicuta. ¡Pobres ilusos aquellos que consideran nuestro espíritu una coyuntura entre populismo y desesperación! Usted nos ha mostrado y aclarado en sus análisis el cómo aceitar nuestro mecanismo dialéctico, y por ende, nuestra actitud de vida ante este vendaval oscurantista. No hemos echado en saco roto sus palabras. Organizados desde el alma hasta la punta de nuestras banderas, seguiremos de pie, muy dignos, compañero, reconociendo en vida -y frontalmente- todo el aporte revolucionario que usted, al igual que tantas y tantos compañeros amenazados, nos viene dando.

Ahora mismo se construye aquello que mi generación creía haberse perdido y no dejaremos que la historia se nos pase.
La historia es el hombre y la mujer en lucha, usted bien lo sabe, nada tiene mayor significado que vernos emergiendo de ese olvido calculado que pretende ser lápida y sumisión.

Compañero y hermano: Honduras nunca fue tan nuestra como ahora y no la devolveremos al símbolo vacuo del patriotero, ni a esas guirnaldas que oxidan el lustre de Morazán cada 3 de octubre. Ahora conocemos exactamente lo que en intuición advertíamos y se lo aseguro, no será el fantasma del miedo lo que nos haga detener tanta vida puesta en marcha. Sí, Ricardo, así como dijo Roman Roilland y que bien pudo escribirlo usted mismo: "siempre he escrito para los que caminan pues siempre he estado en marcha".

Llegados a este punto, el abrazo es una asamblea donde todos convergemos, y crealo, en esta asamblea popular todos estamos con usted.

Con admiración y enorme respeto

Fabricio Estrada

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