martes, 27 de abril de 2010

Antonio Negri, memorias propias

"Nací bajo el fascismo y viví mis primeros años durante la guerra, hasta los 12 o 13 años.
Y la guerra me marcó muchísimo, la guerra, la miseria, el esfuerzo de vivir. Fui comunista antes de ser marxista. Cuando tenía 20 años trabajé en un kibutz en Israel, y allí me hice comunista, bajo la exigencia de una vida en común, experimenté esa fase de Israel que fue muy bella.
Después me puse a trabajar en política y me volví marxista.

Me inserté sobretodo en un proceso de lucha, entre los años 60 y 70, que fue creativo, realmente formidable, y que permitió desarrollar una crítica extremadamente fuerte. En Italia, el 68 no fue un mayo, no fue un mes, fueron 10 años que nos permitieron, a mí, a miles, a millones de compañeros, desplegar una crítica del capitalismo como crítica, justamente del modo en que el capitalismo maneja las pasiones. Luego de lo cual fui a la cárcel, y ahí leí a Spinoza interpretando, criticando mi viejo marxismo pero recuperando al mismo tiempo esa capacidad spinoziana de fundar sobre el mecanismo de conatus vivente, el conatus de vida, el conatus sensible, el amor o la cupiditas, como el momento de asociación constructiva y constituyente.

Y después el amor racional, ontológicamente constructivo, que me permitió reconquistar no sólo el sentido del trabajo, de la actividad que el marxismo me había enseñado, sino ese sentido de la pasión que debe cubrir los conceptos y permitirles desarrollarse.

Cuando, por otros motivos, me encontraba frente a un análisis constitucional positivo , aprendí de esa manera, por ejemplo, a evaluar si detrás de cada fórmula jurídica existía un conjunto de pasiones que era cultivado. Y cuando posteriormente, en la etapa que siguió a la prisión, me encontré con la temática de la crítica a las instituciones, del globalismo, del desarrollo de la bio-política, el desarrollo foucaultiano, esas cosas se unieron y se dio esa síntesis que fue más o menos correcta.

No creo que la historia de la filosofía nos enseñe mucho, al contrario. Deleuze decía: "Espero ser el primero que no fue castrado por la historia de la filosofía".

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