viernes, 2 de octubre de 2009

3 de octubre: Morazán nace en las calles



Morazán del silencio
Centauro de los miopes,
trofeo augusto de los ciegos,
jinete a punto de caer y aguanta
el estoque pájaro del olvido.
Meteoro en suspenso
vuelto presagio,
molde maestro
para soldados de plomo.
Alfil de la plaza,
monarca de los mudos,
polo a tierra en la tempestad del tiempo,
hombre
a pesar del silencio
hombre:
¿Cuántas campanas harías,
responde,
si pudieras un día
disponer de tu bronce?
(Solares, 2004)
Insisto: Morazán fue secuestrado por la mentalidad militar. Desde muy temprano, centraron su impronta en los triunfos de sus batallas relegando la auténtica virtud que lo elevó sobre sus contemporáneos: su visión civilista.
Trajo la imprenta y la instrucción gratuita, promulgó la liberación de los esclavos, elevó a visión prioritaria la unión centroamericana creando para ello la República Federal de Centro América.
"Como parte de su lucha en contra del conservatismo, Morazán también liberó a Guatemala de la excesiva influencia religiosa en la vida del país. Las acciones que debió tomar para anular tal influencia fueron:
-Expulsión del Arzobispo Ramón Casaus y de los frailes franciscanos y dominicos.
-Confiscación sin indemnización, con la aprobación del Congreso de la República, de bienes y propiedades de los expatriados y de las órdenes religiosas, y su traslado a manos del Estado.
-Abolición de las primicias y los
diezmos.
-Expropiación de bienes de la cúpula clerical.
-Promulgación por ley de la libertad de cultos.
-Legalización del divorcio.
-Confiscación de conventos y monasterios y su conversión en prisiones.
-Expulsión de los sacerdotes católicos que se oponían a sus lineamientos. " (Wikipedia)


Alta es la noche y Morazán vigila.
¿Es hoy, ayer, mañana? Tú lo sabes.
Cinta Central, América angostura
Que los golpes azules de dos mares
Fueron haciendo,
Levantando en vilo cordilleras y plumas
De esmeralda: territorio, unidad,
Delgada diosa nacida en el combate
De la espuma.
¿Es hoy, ayer, mañana? Tú lo sabes.
Hermanos, amanece (Y Morazán vigila).
Neruda.

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