Lejos, en la baja gravedad,
dejé flotar las cosas una noche.
Estábamos muy juntos, creo,
porque el aire era frío.
Mirábamos el resplandor
rojizo de un astro en el cielo y, a veces,
un poco de la aridez o la
estulticia que corroen esta tierra.
El humo en los fragmentos
de luz también flotaba.
En el canal de la bahía
pitó dos veces un barco holandés.
Mi lengua repitió esta
palabra: Litiusg, litiusg.
Todo lo imposible tuvimos
esa noche desde una ventana abierta.
Estábamos muy juntos, lo
recuerdo siempre.
Lejos, en la baja gravedad,
las sirenas de tu pie danzaban.
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