viernes, 20 de noviembre de 2009

Rubik

Héctor Hernández me ha hecho llegar esta pieza "síntesis" de mi poemario Solares. El tobogán se hace y deshace tridimensionalmente. No hay instructivo, es puro prisma y por lo tanto, algo caído del sol, como una gota fragmentándose en el día.


SON RUINAS
Reescritura de Solares de Fabricio Estrada (Honduras, 1974)


Fuimos llamados a ser una mano del sol
ahí donde las piedras se disfrazan de catedral
hasta oscurecer la luz de la época,
las ráfagas de humo vuelven
con la fiebre y los planetas
alineados a medio camino del mar.

El país a nuestra espalda
regresa a sus sueños de piedra
que de nada sirven pues allí
se presiente la sombra para iniciar
su propio derrumbe
y luego comienza todo:
las muchedumbres en las plazas
como palabras abiertas
contra los buitres que convierten todo
en no más que jaulas hechas con carroña.

Todo oscurece.
Un escalofrío me obliga a encender
las luces de las noticias
mientras que a capa y espada
contra las máscaras muecas
sostenemos en pie los hoyos del cielo
para sorprender a Dios.

Los coreógrafos de la muerte
llevan anzuelos en la barba
y ensayan día a día
noche a noche
sedientos de los aplausos
y los crujidos de huesos.

Uno quisiera, por lo menos,
que tuvieran la decencia de entender
que la noche es un artículo de primera necesidad,
más aun cuando las ruinas
se apoderan de la historia que se va escribiendo
y que tal vez termine siendo un punto final
en alguna lápida abandonada.

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