martes, 22 de junio de 2010

Extracto 4

En determinadas ocasiones se sufre un cansancio de estatua. A pesar de ser un amaranto, el mundo pesa más que los rincones vacíos.

En el desayuno me alimentaron con el polvillo fino de las canteras. Avena de Carrara -me mintieron-, plumones de ángel -insistieron-.

Bien pude crecer a las orillas del Estigio sin embargo vino el viento y me llevó apretado a su pecho.

Cuando se iba la luz era la mayor alegría, era como anunciar a lo grande un juego de escondidas eterno. Éramos sombras, atravesábamos los patios, molestábamos murciélagos incesantes.

Yo tenía un sexto sentido para orientarme entre las risas y así reconocer -en plena oscuridad- a los tristes.

Volvía la luz cuando yo estaba de frente con mis preguntas, cuando las luciérnagas me acompañaban con su lenta suave y lenta pirotecnia.

Entonces todo comenzaba a pesar y las piernas se negaban a seguir

y despertaba.

En el desayuno, me alimentaron con panecillos cortados de la santa cena. Desde ese día, el cuadro quedó incompleto. Roto. Hueco.


F.E.

1 comentario:

Boehmaya dijo...

Poquitas veces en mi vida he leído algo con lo que me he identificado tanto como estos cuatro extractos. Es como un espejo, que hasta me asusta verlo. Has pintado de forma muy exquisita.. Del sentimiento de comer polvo en las canteras, has hecho un pan del cielo que hizo volar, maná, como mago.. Genial!