martes, 21 de abril de 2009

Shoá, 64 años después





Cámara de gas






El blanco y negro tiene un doble filo: cuando sólo se tenía a él como gama cromática pasaba naturalmente como foto-reportaje ( la mayoría de fotos que conocemos del holocausto judío y de la represión del levantamiento en Varsovia durante 1944 fueron tomadas por las autoridades nazis, quienes tenían en alta consideración el archivar sistemáticamente sus "visctoriosos pasos sobre los untermenchs"). El otro filo está en la actualización del B/N en estos tiempos full color, lo cual lo hace -en cierta forma- capaz de sublimar o atemperar lo dantesco y la brutalidad de la realidad mediaticamente omnipresente. Cuando el B/N se queda en los libros de historia provoca un alejamiento de sueño pero cuando la extrema realidad del presente se convierte en B/N el sueño se convierte en realidad.

¿Y qué ocurre cuando le damos el color de la vida real a los archivos históricos? Las texturas se palpan, el olor se siente en su bofeteada más promiscua, la realidad de un tiempo monstruoso adquiere su exacta dimensión moral, y la negación de los actos más bárbaros se esfuma.

A 64 años de haberse revelado la magnitud del desatre nazi, Auschwitz-Bierkenau, Dachau, Treblinka, Sobibor, Madjanek, Ravensbruck, Buchenwald, Ebensee, Flossenbürg, Neuengamme, Plaszow, Bergen-Belzen, Mauthausen y otros campos de muerte siguen resonando, como una campana en un pozo sin fondo.

Varsovia
Varsovia
Ukrania, previo a ejecución
Ukrania, momentos antes de ejecución en masa
Ukrania
Auschwitz



Fosas en Madjanek hoy en día

Dachau hoy en día

Madjanek hoy. Zapatos.

Zapatos de la víctimas, Madjanek




Auschwitz hoy
Morgue en Auschwitz
Auschwitz, cámaras de gas hoy




Hornos crematorios Auschwitz


Dachau, patio de ejecución



Chimeneas Auschwitz



























































2 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido Fabricio y amigos todos.
Creo que nuestra educación necesariamente, debe pasar por no olvidar el Holocausto. Las imágenes
nos llaman a recordar al horror al que podemos llegar los llamados
humanos. Sobre todo en la preparación y la alevosía
para desaparecer gitanos, judíos,
negros,campesinos...lo diversidad.
Cuesta creer tanta locura.
Imre Kertész, con sus novelas
de sobreviviente, o Viktor Frankl,
con La antropología como tepapia,
nos curan, nos esperanzan, diría yo, y por supuesto, tu blog.




abrazo
vilma

Fabricio Estrada dijo...

Vilma, hay nombres significativos de entre los que sufrieron el holocausto; significativos por el hecho de haber tomado registro dentro de la propia mortandad a la que ellos mismos se vieron sometidos. El historiador judío-polaco Enmanuel Ringelblum fue tomando nota de lo que sucedía desde el primer día en que fue confinado al Ghetto de Varsovia, escondió los escritos y éstos fueron descubiertos mucho tiempo después, intactos, bajo las ruinas. Aquí subo un fragmento importantísimo para entender en algo las condiciones vividas y sus reflexiones:

AGOSTO 1941

Los carros están repletos con cuerpos. Los ataúdes de los pobres están apilados unos sobre otros. En algunas de las casas del sector pobre (por ejemplo en la calle Wolynska), mueren familias enteras. (...) Una madre escondió a su hijo muerto pudiendo de tal manera utilizar su carta de racionamiento tanto como le fue posible. (...) En general, la muerte de familias enteras en el curso de uno o dos días es un hecho muy común. Hay un aumento muy grande en el número de huérfanos, desde que la gente mayor muere primero, particularmente los hombres. (Pero) no hay, prácticamente, niños menores de dos años, simplemente porque no hay leche para nadie, ni para los niños ni para las madres. Si las cosas continúan de esta manera, la “Cuestión Judía” será pronto resuelta en Varsovia. (...) Una cuestión sumamente interesante es ésta de la pasividad de las masas judías, que expiran sin emitir un suspiro. ¿Por qué no están tan quietos? ¿Por qué muere el padre, y la madre, y cada uno de los niños, sin una voz de protesta? ¿Por qué no hicimos las cosas que amenazamos hacer un año atrás –saqueo y robo- aquellas cosas cuya amenaza forzó a los Comités de Casas acomprar alimentos para los pobres inquilinos? Hay muchas respuestas posibles a estas preguntas. Una es que las fuerzas de ocupación (alemanas) han aterrorizado tanto a la población judía que la gente tiene miedo de levantar sus cabezas. El miedo a que represiones en masa sería la respuesta a cualquier levantamiento de las gentes hambrientas, ha llevado a los elementos más sensibles a una estudiada pasividad para no provocar ninguna conmoción en el Ghetto. Aún otra razón es que los elementos más activos entre los humildes se ha establecido por allí de alguna manera. El contrabando ofrece una forma de vida para millares de porteros, quienes, a pesar del gasto del porte, toman otros 10 slotis por carga y para silenciar el contrabando. (...) Otro factor que tiene al pueblo reprimido es la policía judía que ha aprendido a golpear a la gente, cómo “guardar orden”, cómo enviarlos a los campos de trabajo. Significativamente, son los refugiados de las provincias quienes se están muriendo de hambre, aquéllos que se sienten perdidos, sin ayuda, en estos ambientes extraños. Su protesta se convierte en un mendicante grito de dolor, de una enérgica demanda de limosnas a los transeúntes, de una fuerte protesta a sus propios laudsmannshaften (compatriotas), en la demanda de un pedazo de pan –de una Institución Judía o un Comité de Casa. Sin embargo, la ayuda dada es insuficiente, especialmente cuando los vecindarios consisten en gente pobre. (...) Tuve una conversación con un refugiado que ha estado hambriento por largo tiempo. Todos sus pensamientos estaban centrados en la comida. Adonde fuera, soñaba con el pan. Se paraba ante toda vidriera donde se exhibía comida. Pero al mismo tiempo, se volvió apático, nada le importaba más. Le era difícil lavarse, y lo hacía por la educación recibida en la infancia. Quizás esta pasividad física, un resultado directo del hambre, es un factor en la devastación silenciosa y sin protestas de la población judía. (...) Sigue en el orden del día la cuestión de qué hacer con los mendigos, a pesar de las 120.000 comidas gratis, a pesar de los esfuerzos de la Kehilá y de la ayuda llevada a cabo por el CENTOS (la Asociación de Ayuda a la Infancia). El número de mendigos aumenta diariamente. Aunque la policía emprendió una enérgica campaña contra ellos, por orden de las autoridades, hoy hay más mendigos que nunca en las calles. Muchos de ellos son niños. (...) Otra plaga es la de los conductores de tranvía. La nueva orden prescribiendo severas penalidades para aquellos pasajeros sin boleto ha producido feas consecuencias. La gente trepa al tranvía desde ambos lados al mismo tiempo –sabiendo esto, los conductores toman a los que han subido en ese momento y no han tenido aún oportunidad de adquirir el boleto haciéndoles pagar una multa de 5 slotis por no poseer boleto. Si usted no tiene el dinero para pagar la multa, o si usted dice una palabra de queja al conductor, es llevado ante el guardia. Ha habido casos de personas enviadas a Oswiecem por este delito sin que nada se sepa de ellas.(...)