miércoles, 1 de abril de 2009

La poesía es una peste (F.E)

Imagino, que nadie confunde la caricia de un anzuelo
con estos dedos que van tras las líneas de toda mano
adivinando pavores y amores jurados.
Porque el índice que humedezco en mi boca
pronto es el faro donde sumiso
viene a revolotear el viento,
perruna transparencia que corre tras banderas
y me las trae juguetona
para hacer con ellas lo que quiera.
Porque no hay mayor signo
que el puente donde mezclo puños y palmas,
campo que abono con grafito
y donde voy segando lápices mordidos por la plaga.

II

Eres, el cíclope enternecido.
Resplandeces y evaporas a la lluvia en tu coraza.
Arde tu mirada cuando el campo está seco
y de rodillas, labran los ríos su camino.
¿A quién heriste cuando el adios,
cuando convertida en palabra regresaste
a inventariar lo perdido?
Mano que señala con anticipo su golpe,
¿a quién peinarás con ternura de viento
para luego morder sin aviso
ni pretexto?

III

Piedra que es boomerang,
mástil que se amarra al cuerpo del poeta,
azote de los dioses que hace crecer la hierba.
Punto de fuga que proyecta, estampida de las líneas.
Zíngara piedra que es bomerang.

Sólo tras de tí
puede retumbar el hastío.

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