lunes, 6 de abril de 2009

Il diavolo sulle colline, Pavese

El verano absoluto me trae siempre la voz de Pavese. Todo lo de él coincide para mí en este fragmento de El Diablo sobre las colinas:La bella state, Lavorare stanca, La luna e i falò... La casa in collina... No me puedo despojar de él, leo su muerte en el fogonazo del cielo y es como si de entre el polvo y la bruma ascendiera por igual Vivaldi en su arremolinado movimiento.
"En los bancos del jardín de la estación, bajo la escasa sombra de aquellos arbolitos, dormían a boca abierta dos mendigos. Descamisados, cabellos y barba revueltos, parecían gitanos. Los urinarios se hallaban cerca y, aunque la noche supiera a fresco de verano, reinaba en aquel lugar un tufo fuerte que se resentía de un largo día caluroso, sol, movimiento y barullo de sudor, de asfalto derretido, de multitud sin paz.

Por la noche, en aquellos bancos –flaco oasis en el corazón de Turín-, suelen sentarse mujeres, solitarios, vendedores ambulantes, despistados, y se aburren, esperan, envejecen. ¿Qué es lo que esperan? Pieretto decía que algo grande: el hundimiento de la ciudad, el Apocalipsis.

A veces una tormenta de verano los barría de allí y lavaba toda clase de huella."

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