martes, 28 de abril de 2009

Rubén Izaguirre - Nunca pude decirte adiós

Portada de los fascículos Hondureños para llevar, selección de poetas de Honduras de todos los tiempos, Editorial Pez Dulce ®

Es difícil dejar de asociar a Rubén con las innumerables iniciativas que Pez Dulce ha impulsado en forma de ediciones de libros y otras plataformas poéticas, mismas que han venido a difundir a una gran cantidad de voces -incluída la mía- que de otra forma hubiéramos permanecido inéditas por más tiempo de lo esperado o de lo razonable.

La generación de Casa Tomada en los noventas - a la que definitivamente pertenezco junto a Roberto Becerra, Víctor Saborío, Rebeca Becerra, Lety Elvir, Edgardo Florián, Diana Vallejo, Roberto Tinoco, Luis Méndez, Oscar Flores, Sue Laínez, Alfredo Poujol, Nora Becerra, Gema Silva, Marco Tulio Padilla, Antonio Calix, José Antonio Santos (ya fallecido), Lorena Depienne, Francesca Randazzo y otros compañeros que aleatoriamente llegaron al taller- tuvo como referente el permanente activar en torno a lecturas abiertas de poesía, y en ésto, Rubén, tiene mucho que ver, al encarnar junto a Víctor a la Editorial Pez Dulce y su desinteresado apoyo a publicaciones.

La poesía de Rubén se ha mantenido como una llama insondable, aún y cuando las borrascosas malidiscencias han querido apagarla o borrarla del mapa poético hondureño. Como un pequeño arroyo que erosiona a paso lento la piedra que se le opone, la poesía de Rubén sigue tan viva como al principio, cuando llegaba con sus breves sablazos a las reuniones de Casa Tomada. Así lo recuerdo y así sigo viviendo en sus imágenes.

Estos poemas forman parte de su poemario Nunca pude decirte adiós.

Ecatepec de Morelos, México, mayo 2002

¿Verdad, papá,
que esos niños sólo están muertos
en la pantalla del televisor?

No, hijo, esas criaturas
ya no existen en realidad; se han ido,
ya no están, sus cuerpos
pronto serán unos esqueletos.

Ya sé papá, ya sé:
apaguemos el tele
para que la muerte se detenga
o cambiemos de canal
para que se vaya
a otro lado.


Domingo de clases

Los ricos están en la escuela ecuestre
La clase media en el aeródromo
Los pobres en el estadio nacional
En misa, los más necesitados
Los poetas en las cantinas
Y los tristes están viendo caer la tarde
con una pistola en la cabeza.


Un sueño

Si sos vos,
despertame.


1964

¿Te acordás, Lourdes, te acordás
cuando decían que los cubanos
se comían a los niños
y un monstruo te devoraba las muñecas
en un sueño?

Gringos hijos de la gran puta


VIII

Ya para dormir,
Rubén se ha puesto sus sueños
sobre la cama y, muy serio,
me ha dicho:

Papá, cuídelos, que nadie me los toque,
mire que aún no los termino.
Yo, ya vengo, solo voy a tomar
un poco de agua,
porque esta noche
les he prometido
llevarlos a conocer el mar.

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