¡Afición de sol de todo el país, uníos! Un fantasma recorre Corruptonia: el fantasma universal de la diabólica cuarta urna melífera. Brincó su Eminencia Ilustrísima Reverendísima Preocupadísima echándole el agua bendita del vade retro Satán a la vil iniciativa. La Embajada gimoteó, rasgándose las vestiduras de gendarmes del mundo. Y el terco comandante vaquero, cual cuervo de Poe, repitiendo: “cuarta urna, nada más”.
Y los plutocráticos del estatus quo, fabricantes de miseria –dolidos en su recóndita calamidad maquilera– pegaron el grito al cielo ante los avances diabólicos del bigote que canta. Los trogloditas se atrincheraron en su pétrea posición al ver la chusma revuelta y resuelta. Los bebesaurios, los dinosaurios, los niños bien, el señorito de los chocoyos, el tarifado renacuajo de la tele, el alquilado melgargután de las treinta mil razones dominicales, los honorabilísimos quiebrabancos, los lameculos de las mineras, los “impolutos” del gasolinazo y otros bandazos, lobos de la misma loma y ratas del mismo piñal, en fin, esa pandilla de sátiros violadores sostenibles de la Carta Magna, dijeron al unísono: “¡Nones, este macho de la constitución es mi mula!” Y, el comandante avionero, cogió su guitarra, ripostando a lo ranchero: “¡No me amenacen, no me amenacen, cuarta urna, nada más.”
Y los analistas, los consultores; los derechosos, derechohabientes de los derechos humanos, el cártel de los sapos, de los papos y de los capos; los piloteadores de doña Blanca; los pastores de Jesupisto de la iglesia de los asaltos de los últimos días; los fogoneros de la guerra fría; los Caballeros de Suyapa cuando les conviene; el gallinero completo, pues, hincados, pidiendo, urgiendo, cabildeando tras los tenebrosos “cuartos oscuros de cortinas gruesas”, el bendito y urgente madrugón de algún chalado de las “gloriosas” Fuerzas Armadas contra la felonía “anticonstitucional” que pone en precario el quítate tú, para ponerme yo, caballeros redondos de la mesa cuadrada.
Y el comandante guitarrero, cual cigarra de la fábula o como el ratón vaquero de Cri-Crí, se montó en “Cofi”, se atusó el bigote, se zampó sus botas, se calzó el sombrero y les dijo a solas: “no hay retroceso, cuarta urna, nada más”.
Porque aquí, en esta tierra de pétreo saqueo, ¡oh, Plutarco!, ¡oh, Rodrigón!, aquello de que la Constitución es pura babosada y que se puede violar cuantas veces sea necesario funciona a la perfección cuando el mar sólo debe mojar el costillar del busero, del lobo, del canalero, de Rafles el monarca de la manos de seda, del reingeniero; de los chafas activos, en retiro, en retirada y en salmuera o las faldas del neo figurín pollito de granja, mandaderos obsequios de la cavernaria oligarquía. Caso contrario: pecado, garrote, madrugón y excomunión.
Armando García
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