domingo, 6 de septiembre de 2009

Christian Poveda, in memorian - Allan McDonald





Asesinado hace pocos días en El Salvador, este gran realizador cinematográfico y foto documentalista, recibió en su humanidad la bomba retardada que la muerte siempre prepara para quienes se atreven a acercarse a su rostro fulminante. Todo flash entonces es la irradiación intensa de un gesto inescrutable, todo flash, entonces, fue para Christian el final de un tunel con signos y marcas imborrables.




Christian Poveda:
Un flash perdido en mí.



Hace unos años, no sé cuantos, porque fue en esos días en que uno creía que la vida no dependía de un calendario, todos creíamos entonces que esto de vivir era una batalla ganada y nunca nos preocupamos del ritmo ridículo del reloj.

Por eso precisamente conocí a Christian en Tegucigalpa, bajo un lluvita que daba lástima ver caer sobre los tejados impasibles de una gris tarde que yo miraba por una ventana de balcones acerados con el olvido; fue en un salón de arte, era una exposición sobre pintura y fotografía, yo miraba pasar la tarde por allí cuando Christian se acerco y me pregunto la hora, esa maldita hora y ese maldito reloj que deje de usar por miedo a cumplir las órdenes de la dictadura del tiempo.

Las 4:56 minutos le dije, me sonrió y me dio la mano, me dijo que era periodista, lo vi con muchas cámaras en el hombro, y no me explico mas, yo apenas alcance a darle un saludo con la mano, y el dio la media vuelta, y desapareció entre los alquimistas de la critica que se alzaban con los ojos asustados viendo pinturas azules y fotografías en sepia.

Esa fue la única vez que vi a Christian, nunca más supe de él, más que de imágenes paralizadas por su cámara y ensartadas en el ojo divino de Google. Y hoy que lo han matado a balas en El Salvador, país que el escogió para caminar entre los prados verdes de la cenizas esparcidas, como en el cuento de pulgarcito, allí fue matado a tiros Christian Poveda, sin más aliento que un hilo perdido de historias encharcados en el cuarto brujo de sus últimas imágenes.

Por eso escribo a mansalva, para salvar el recuerdo de esa tarde viendo la hora para que Christian inventara el tiempo eterno entre el ultimo fogonazo de magnesio de esta vida perdida.



Publicado en Contrapunto, El Salvador

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