viernes, 21 de noviembre de 2008

El látigo del maestro



Jesús Zelaya, maestro de la escultura hondureña y a quien este año se le ha reconocido con el Premio Nacional de Arte, ha dicho “no volveré a exponer en Tegucigalpa”. Imagino que -aunque él no lo manifieste abiertamente por puro pundonor- esto se debe a la indiferencia con que los “curadores novíssimos” recibieron la apertura de su exposición, en una temporada donde la VI Bienal Centroamericana y otras exposiciones acapararon mediáticamente las muestras de arte plástico. Aquí sus palabras, entonces, su claridad.
“Se ha roto la relación entre el público y el arte, ahora lo que se vende es el espectáculo de la noche inaugural, no se promueve el contacto con las obras. La pintura y en especial la escultura pasan por una crisis y esto se debe en parte a que la Escuela Nacional de Bellas Artes tiene que ser repensada, se ha roto el proceso del artista, antes recorríamos detalladamente cada una de las manifestaciones plásticas y luego tomábamos un camino. Este camino para algunos de nosotros lleva muchos años de estar siendo recorrido y aún así no nos llamamos a nosotros mismos artistas, ahora parece que cualquiera puede ser artista y reconocido como tal en Tegucigalpa.
Es triste pensar que ahora los eventos de relevancia artística ganan esa categoría por quien los patrocina o la pomposidad de la publicidad, aunque de arte tengan poco y den grandes espacios a la “charratería” en la que el esfuerzo está más en la abstracción filosófica que hacen para justificar la incapacidad comunicativa de las obras.”

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