miércoles, 11 de febrero de 2009

Desgracia, de Coetzee


A David Lurie le ha pasado por encima –además del tiempo- el tren del desencanto. Sabe que está en los últimos cartuchos y que ni siquiera debe apuntar. Divorciado, académico, casi un erudito, atraviesa los días simplonamente y da su cátedra de literatura a alumnos a quienes les importa un pepino Byron y similares.
Harto de un sexo ocasional y pagado, se lía con una de sus alumnas, lo que lo mete en una aventura del tipo Lolita a medias ¿por qué? Su deseo no va más allá de lo que dura la conquista, es un perro solitario y él lo sabe, incluso admite todos los problemas que esto le acarreará, como así sucede.
Es denunciado por la misma Melanie (que así se llama la muchacha) y es llevado a un juicio moral por el pleno académico:
“Fue juzgado por su manera de vivir. Por cometer actos impropios: por diseminar su simiente vieja, cansada, simiente que no brota, contra naturam. Si los viejos montan a las jóvenes ¿cuál será el futuro de la especie? En el fondo, esa fue la argumentación de los fiscales. De eso se trata la mitad de la literatura, del modo en que las jóvenes se debaten por escapar del peso de los viejos, y todo en aras de la especie.”

“Tiene una visión: él mismo está tendido sobre la mesa de un quirófano. Centellea un escalpelo; alguien va a rajarlo desde el cuello hasta la entrepierna; lo ve todo con toda claridad, pero no siente ningún dolor. Un cirujano barbudo se inclina sobre él. Frunce el seño.
Pero ¿qué es todo esto?, farfulla el cirujano. Mete el instrumento en la vejiga. ¿Qué es esto? La arranca, la arroja a un lado. Mete el instrumento en el corazón. ¿Qué es esto?”
Aquí está el eje de la desgracia en David Lurie, la desgracia que lo seguirá desde ese momento como un perro callejero que de pronto le toma cariño y lo cuida, mientras él, intenta sobrellevarlo todo ilusionándose con la opereta decadente que se ha prometido en homenaje personalísimo a Byron.
Una tremenda novela la de Coetzee, sin nada de preámbulos a la hora de acometer la trama o los desenlaces que forman los giros enriquecedores de la historia. ¿Desgracia? Sí, hubiera sido una desgracia nunca haberla leído.



F.E.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buena lectura Fabricio. Coetzee,
es un escritor definitivo; con y/o sin premios, saludos a todos y todas por Honduras.

abrazo
vilma

P.D: muchos cariños