¿No sienta perfecto que un artista busque la totalidad de su expresión en lugar de quedarse haciéndose rulitos mientras piensa si es correcto que de cantante se pase a cantautor o de poeta a pintor, o de fotógrafo a instalacionista? ¡vaya que sí! Yeco se indigna (como debe indignarse todo artista) y crea; no se indigna y hace la rabieta, opina y denuncia con arte, con lo que tenga a mano por mientras o por siempre.
Lo terrible del femicidio tiene raíces en ese romance de lo políticamente correcto en las "funciones ciudadanas" ¿habrá que meterse cuando se es testigo de un manotazo en el rostro de una mujer? ¿habrá que denunciarlo? ¿será que se lo merece y yo no me merezco un problema más? ¿será que era marera? ¿y si no lo fuera... y si fue por coqueta o metiche o porque la faldita insinuaba demasiado? ¿y que tal que el marido llegó demasiado cansado del trabajo y ella le reclamó por la birrias atravesadas? ¿acaso no es la que lo fue a denunciar sólo por un empujoncito que le quebró el brazo?
El asunto es que Yeco está por aquí, y no se hace el loco ni se va a las portadas de los periódicos para ver la pose y el cuerpo de la muerta, con ese morbo que se salta los agujeros de las balas y hace decir en coro: ¡y qué bonita que estaba la jodida!
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