viernes, 9 de enero de 2009

Carlos Calero, Nicaragua


Carlos Calero nace en el legendario Barrio de Monimbó, Nicaragua, 1953. . Actualmente reside en Costa Rica, pero su arraigo y referencia poética se evidencia en Nicaragua. Ha publicado cuatro libros de poesía: El humano oficio (2000, Centro Nicaragüense de Escritores), La costumbre del reflejo (2006, Editorial Andrómeda, San José, Costa Rica), Paradojas de la mandíbula (2007, Editorial Andrómeda, San José Costa Rica), Arquitecturas de la sospecha (2008) Editorial Andrómeda, San José, Costa Rica. Este mes de febrero se edita, en Nicaragua, Cornisas del asombro, por Editorial 400 Elefantes de Managua.

Lo he visto dos veces en dos excepcionales ocasiones que han bastado para seguirle la pista y apreciarlo en su pura dimensión de poeta: de San José a Granada su voz y lo que ahora, aquí, sus letras responden:


Amigos, poetas

IEl rostro multiforme, sagazmente desarmado por la experiencia, conmueve o entristece a quienes dudan de sí mismos; por esto me punzó la duda y su semántica; con sospecha en el oído turbio, o columna de lo que llamamos concertación en armonía económica.
II
Qué hará un poeta sin su escritura, qué del poema que crece o naufraga dirán los juglares, cuando grazna el cisne o lo ahoga en las albercas de las ciudades; qué de la huída con la carne entusiasmada; y detrás las urbes que conjuran infecciones entre el colmillaje, jauría y la moneda, a contracorriente de cuervos y Poe sin la nieve.
IIIDios mío, qué del poeta, sus versos en acuosidades; qué si intenta fijar la memoria con evidencia de ataúdes y la previsible pacificación del miedo, o escritura en exhumaciones del epistolario, o cuerpo que descabeza la imaginación sin consultar los paisajes.
IVDios mío, poetas, si pretendiéramos el tufo o la carroña, o plaza habitada por las voces en una página.
V
Amigos de poetas que oyen a otros poetas, y creen en los poetas, defienden a los poetas por ajuste de cuentas contra las soledades.
VIEnemigos de los poetas, que desoyen a los poetas; descreen de los poetas; ofenden a los poetas, por pavor al silencio y quienes que no hablan de su propia memoria.


Apuntes para una radiografía

ILa neblina y no alma/humillación/escarcha humedecida por un séquito secreto en pos del microbio occidental en la paz cínica de las ciudades;
IIse levantan sospechas en fúnebre y paredes, con un pálido sol entre paraguas y saudades;
III
o tanto “periquito de amor” mimoso y acartonado, o leprosa vocación por tenerlo en el olvido que aplana la frente del cínico premiado, o exhuma sofismas y placidez con prólogo para el último héroe y su versión con festines de post-vida a costa de tumbas y melodramas épicos acaRtonados;
IValguien podrá calcular su sombra o correr en pos de algo que nunca tuvo, o le despojaron durante el gatuno resplandor la ternura polifónica;
Vese alguien vive en vos y yo, con rostro difuso, o parco chispazo en el orgullo y carne viva para roer el labio que exige belleza con oficio ad honorem:
VIese vos está o se nos fue;
VIIno esperó consabida muerte en las banderas.
VIIILa neblina atenaza recuerdos de ombligos utópico/señuelos, empolla la profecía del falsario, y regresa nuestra duda incólume con retratos y bilis sobre la mano despreocupada,
IXentonces nos muerde el inédito mastín, o protuberancia del que escribe y se diluye en los inodoros.

No hay comentarios: