Pocas cosas conocemos del mundo que nos rodea. Muy pocas. Los medios nacionales se concentran en lo que sucede sólo en el contexto hondureño y la población entera queda sin cotejo, sin ninguna referencia para dimensionar lo que pasa aquí adentro, por ejemplo, en el caso de las mujeres que han sido asesinadas los últimos años en un femicidio espantoso.
¿Cómo se ha logrado tal anestesia generalizada? En principio, al no reconocer un frente común ante un enemigo común, se cae en la tendencia de creer que la violencia es un hecho puramente delincuencial, una pandemia que va activando patologías. En este escenario poroso -no sólido- es difícil que se reconozca la parte ideológica, como sí se puede mostrar en el caso de ISIS con su argumento fundamentalista integral, pero en nuestro caso, el fondo argumental sigue siendo ideológico, al igual que ISIS, a pesar de estar ocultas tras los espejismos que monta la sociedad patriarcal occidental. Y por supuesto que la cultura patriarcal activa patologías en los hombres asesinos e incluso en las mujeres que han entrado en la dinámica de la matanza, pero al estar constituidas estas acciones por un espejismo de libre albedrío democrático, el fundamentalismo cristiano actúa en un entramado de vastas complejidades que evitan se muestre como lo que permanentemente es: un enemigo unificado, sólido, ideológicamente dirigido.
Este documental sobre las mujeres Kurdas en Kobani, nos da una clave del cómo se defienden las mujeres ante la amenaza real -como también es la nuestra- de un enemigo que asedia su existencia. Aquí, como en Kobani, la decisión diaria es de vida o muerte, pero el sistema en descomposición que se mantiene en vigencia evita que se logre revelar quién es el verdadero enemigo común, ese monstruo político hecho de huesos patriarcales y musculatura fundamentalista cristiana.
Que las kurdas de Kobani sepan de la afrenta que significa para un fundamentalista de ISIS el que una mujer los enfrente y los mate en combate es "el arma secreta" que utilizan como acto desesperado pero altamente ideológico: "Cuando a un hombre lo mata otro hombre va al cielo, pero cuando una mujer mata a un hombre no va al cielo", así reza la creencia fundamentalista islámica, y las mujeres de Kobani saben de la verguenza y maldición teológica que acarrearía sobre sí aquel combatiente de ISIS que se deje matar por una mujer. Vemos entonces, en el documental, una lucha de dimensiones simbólicas enfrentadas que nos anuncia el nivel que la humanidad hecha mujer tendrá que asumir, de una forma u otra, para defender su cuerpo, su espíritu, su territorio transfronterizo.
F.E.
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