La lógica del sistema político hondureño sigue siendo la misma porque los mismos que diseñaron la periodicidad y la alternancia política siguen vivos. La realidad actual de la clase política hondureña es dominada por hombres y mujeres que lograron sobrevivir casi 50 años en ella y conforman, sin mayores inconvenientes, una gerontocracia (poder político de los ancianos) implacable que va distribuyéndose entre familiares directos y medianamente cercanos. Esto significa que las nuevas expresiones políticas terminan siempre dominadas por las líneas ideológicas que articularon la sociedad desde que las instituciones partidarias comenzaron a ser promiscuas con el militarismo ascendente.
Ante este cuadro, el bien organizado sistema de castas va probando, una y otra vez, movimientos que solucionen las -para ellos recurrentes- emergencias sociales. Sólo ponen el ya viejo papel carbón y calcan. Unas veces le corresponde a unos ser los protagonistas y, sin sorpresas, luego les toca el turno a los otros. Marcel d'Ans aborda esta mecánica de ejecución en su libro "Honduras, difícil emergencia de una nación, de un Estado", algo que por igual, viene siendo estudiado por historiadores hondureños, con cierta intermitencia que impide seguir el hilo para insertarlo en la urdimbre actual. Digamos así, que juan orlando hernández es el suazo córdova de hoy y que manuel zelaya rosales es el avatar de ricardo zuniga augustinus; que joh no piensa en un sucesor más que él mismo (en su persona reúne las consabidas necesidades reaccionarias del hacendado rural que fue OMA y la tolerancia feliz de los militares... ¡perfección como pocas en nuestra historia!); que el Congreso Nacional no está exasperado esta vez y que al contrario de 1985, promueve desde el Tribunal Superior Electoral la eliminación de las primarias... puede ser un gran ejercicio para entender el dominio hegemónico que sólo necesita utilizar piezas que el tiempo -y algunos movimientos telúricos como un golpe de Estado desperdiga sobre la mesa.
Puesto que la Constitución política prohíbe la reelección del jefe del Estado, el proyecto de Dr. Suazo consistía en actuar de tal modo que acceda a la presidencia un fiel continuador, miembro de la misma fracción del Partido Liberal como él. Dado que la destitución del General Álvarez había hecho perder su posición de heredero a Carlos Flores Facussé, el Dr. Suazo tuvo que designar otro. Decide buscarlo entre los grandes propietarios rurales, y termina encontrándolo en la persona de Oscar Mejía Arellano, un hacendado del Departamento de Intibucá.
Con el fin de hacer culminar sus intrigas, el Dr. Suazo no sólo siembra cizaña en su propio partido, sino que también va a involucrar en el asunto a sus adversarios del Partido Nacional, en el cual impera todavía el viejo líder Ricardo Zúniga Agustinus (el que también ha perdido prestancia política con la caída del General Álvarez). Exasperados por las maniobras que se están fomentando en ambos partidos, y movido por la intención de poner fin a ellas, el Congreso Nacional vota sorpresivamente una serie de enmiendas a la ley electoral, quitándole a los partidos el ya secular privilegio de designar a sus candidatos presidenciales, los que de ahora en adelante deberán seleccionarse mediante elecciones primarias."
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