miércoles, 25 de junio de 2014

¿Serás, amor...? - Pedro Salinas, España

¿Serás, amor un largo adiós que no se acaba? 
Vivir, desde el principio, es separarse. 
En el primer encuentro 
con la luz, con los labios, 
el corazón percibe la congoja 
de tener que estar ciego y solo un día. 
Amor es el retraso milagroso 
de su término mismo; 
es prolongar el hecho mágico 
de que uno y uno sean dos, en contra 
de la primer condena de la vida. 
Con los besos, 
con la pena y el pecho se conquistan 
en afanosas lides, entre gozos 
parecidos a juegos, 
días, tierras, espacios fabulosos, 
a la gran disyunción que está esperando, 
hermana de la muerte o muerte misma. 
Cada beso perfecto aparta el tiempo, 
le echa hacia atrás, ensancha el mundo breve 
donde puede besarse todavía. 
Ni en el llegar, ni en el hallazgo 
tiene el amor su cima: 
es en la resistencia a separarse 
en donde se le siente, 
desnudo, altísimo, temblando. 
Y la separación no es el momento 
cuando brazos, o voces, 
se despiden con señas materiales: 
es de antes, de después. 
Si se estrechan las manos, si se abraza, 
nunca es para apartarse, 
es porque el alma ciegamente siente 
que la forma posible de estar juntos 
es una despedida larga, clara. 
Y que lo más seguro es el adiós.

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