lunes, 10 de diciembre de 2012

Calca en el tiempo greco-hondureño

Valerio Massimo Manfredi me ha dicho desde el librero "sácame de aquí, quiero recordarte algo", y yo, por supuesto, bien mandadito cuando se refiere al mundo antiguo, tomo Akropolis, La historia mágica de Atenas y me encuentro ya inmerso en la asociación de memorias. No queda decir más, los siguientes extractos son simplemente una calca de la situación hondureña, sólo que Manfredi me está hablando de la decadencia ocurrida en toda la Hélade en el S. VIII a.C.

No fundamos colonias formales pero sí emigramos en masa, no tenemos templetes votivos pero si los Mall donde los pobres van a ver pasear a la clase privilegiada:

"Eran unos tiempos duros, pues no existía ninguna organización que protegiera a los débiles, ninguna solidaridad entre los pobres. Cada uno iba a lo suyo y bastante tenía con eso. Cuando las tensiones sociales se hicieron insoportables, la válvula de escape, como siempre, fue la inmigración, que se producía de un modo muy especial: se consultaba al oráculo de Delfos, que nombraba al "oikista" (oikistes), es decir, al fundador que debía encabezar la expedición e indicar el lugar donde se fundaría la colonia. A continuación se elegía mediante sorteo a un varón célibe por cada familia destinado a formar parte de la colonia, se preparaba una expedición y los jóvenes partían a la ventura, hasta que encontraban nuevas tierras allende el mar donde fundar una ciudad nueva. Tenían absolutamente prohibido volver, si no era después de cinco años, en el caso de que no hubieran logrado echar raíces en la tierra nueva..."

"El ghenos (la raíz ghen- indica el nacimiento, la generación, el lazo de sangre) era el fundamento del poder de los aristócratas, en cuyo seno el jefe del clan ejercía la justicia, dirimía los litigios, concertaba los matrimonios, decidía la política que había que emprender  con respecto a los demás ghene o con respecto al Estado, al que controlaban por completo. Cada ghenos contaba con su héroe, fundador del linaje (el antepasado de la familia dominante), al que se tributaba culto en un templete votivo (heroon). Y, sin embargo, el Estado existía y tenía sus propias instituciones políticas, religiosas, administrativas y militares, sólo que estaba condicionado casi por completo por los equilibrios de poder entre los cabezas de las grandes familias."

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