sábado, 15 de agosto de 2009

Nos compromete el grito - Mayra Oyuela, Honduras





Buenos días sindicatos, buenos días socialistas,
buenos días trotskistas y seguidores de Gramsci.
Buenos días populistas y proletariado.
Buenos días campesinos, buenos días campesinas,
buenos días científicos, intelectuales,
lideres, zapateros, ebanistas, y poetas.
Buenos días amas de casa, anarquistas,
historiadores, niños, niñas,
buenos días marxistas, emos y punks.
Buenos días dramaturgos, actores, músicos, y orejas.
Buenos días docentes, buenos días artistas
buenos días estudiantes, feministas, taxistas
escultores, camareros e incrédulos.
Bienvenidas ratas, bienvenido sol,
bienvenida piedra, zanates, seudo derechos humanos
garrotes e infiltrados:
Estamos todos reunidos aquí
porque en casa presidencial
hoy amaneció gobernando una cucaracha.
Camaradas puristas del lenguaje,
no pediré disculpas por el panfleto
porque desde los estercoleros de New York
se promueve la sangre,
residimos en el lugar que habita el hombre,
convivimos en el lugar donde lapidan al hombre
y no queremos más hijos para llorar,
nos compromete el grito,
nos compromete la luz que se dispara
desde los fusiles de nuestras gargantas
desde la gallardía de sabernos todos hijos de la carne,
dioses de carne.
Pedimos pan y nos dan hambre,
pedimos respeto y nos proveen soborno.
No doblaremos las rodillas,
no es tiempo de orar,
no esperaremos que crucifiquen nuestra opinión
para que resuciten nuevas democracias,
en nuestras manos la esperanza de levantar la vida
y honrar la sangre de los que hundieron
el anhelo como anzuelo a la tierra,
aferrados al consuelo de devolvernos la esperanza.
Los que custodiamos los sueños en las noches baldías
no instigaremos en el llanto de las madres que hacen patria
con los nombres de sus hijos muertos.
¿Quién amará al hombre con su destello verduzco de azufre?
humanoides mercenarios de humanos,
líderes de un sol que no sabe alumbrar,
melodías tristes son las marchas tras sus pasos
con la furia incesante en cada pie,
con la madrugada reciclada en los ojos
y un ataúd de paisajes por derribar.

¿Quién habitará a este hombre?
Selva de carne atravesada por la desgracia de lo insuficiente
licántropo de ciudades hundidas bajo sus huellas
ave fénix que la muerte vencerá
ante la desgracia de llevar a cuestas un precio.

¿Quién pereció en este hombre?
¿La bondad, la esperanza en lo verdadero?
Avanza con armas el humanoide, animal de vértigos
creatura extraña y rebelde,
domesticada por el lujo, por la avaricia,
por el poder y el descaro.

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