sábado, 22 de agosto de 2009

La acción, la firmeza, la convicción

En medio del juicio oral que la espuria Corte Suprema de Justicia de Honduras le impuso a varios compañeros acusándolos de sedición, vandalismo y traición a la patria, la compañera poeta Divina Alvarenga alzó su voz, declamando este poema emblemático del poeta Roberto Sosa.

Hubieron protestas indignadísimas de los dueños de la correcta compostura, pero en un respaldo de gran simbolismo en la historia judicial hondureña, los asistentes protestaron y obligaron a que el poema se escuchara de cabo a rabo en la sala del juicio.



LA CASA DE LA JUSTICIA


Entré
en la Casa de la Justicia
de mi país
y comprobé
que es un templo
de encantadores de serpientes.

Dentro
se está
como en espera
de alguien
que no existe.

Temibles
Abogados
perfeccionan el día y su azul dentellada.

Jueces sombríos
hablan de pureza
con palabras
que han adquirido
el brillo
de un arma blanca. Las víctimas -en contenido espacio-
miden el terror de un solo golpe.

Y todo
se consuma
bajo esa sensación de ternura que produce el dinero.

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