De ahí eso de lo espectral. Yo era era un espectro tratando de reorganizar la realidad que miraba y que definitivamente viví con toda su intensidad en la niñez y en la adolescencia.
Mi pretexto para ir fue el de tomar fotos, registrar el evento del Rey Feo, sin embargo, me aturdí al ver tanta gente desconocida habitando y transcurriendo los espacios que la memoria -falazmente- intenta venderme como sacros. Prueba de ello, estuvo en haberme sumado a escuchar el "Testamento del Rey Saliente" sabiendo que lo que ahí escucharía no tendría ni un tan sólo vínculo con mi fantasmal realidad.
No escuchaba, entonces, y así, me dediqué a escanear cada uno de los hechos que componían la noche, y de manera fascinante, supe que lo que lograba ver eran esas réplicas inmutables a los cuales el rito echa mano para petrificar el tiempo. Ahi estaban los mismos niños que fui, una veces en los salientes de la iglesia y en otras, observando hipnotizado las sillas voladoras.
Era rabia, era desesperación, era lo que toda la tarde intenté explicar a mi hermano César y que al final, terminó por vencerme y haciéndome huir entrada la madrugada.
Me resulta muy terrible, en verdad, regresar a lo que dentro de mí es un laberinto del que intento salir con poesía.
Se escuchaban los motores y lo que escuchaba, era ese sonido que en muchas mediasnoches me ha despertado con la sensación de pérdida insalvable.
1 comentario:
Preciosas fotos, Fabricio, y más por lo que mucho duelen. Un abrazo inmenso!
Publicar un comentario