Así es Melvin, yo escuché que un violín sonaba demasiado fino en aquel Mariachi Honduras, y me fui detrás del parlante para encontrarte, con el mismo gesto con que interpretás a Mendelssohn, pero esa vez, era a Vicente Fernández ¿verdad?, y no importó, porque luego te pedí que sonarás como Itzhak Perlman y lo hiciste, y callaste a quienes miraban en vos una estampa venida a menos.
Así te vuelvo a encontrar, en plena Plaza Central, como si nadie y todos te escucharan, como debe ser, a ojos cerrados y con todos los pájaros del centro posados en las cuerdas de tu violín.
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