En Julio del 2004, René Novoa me pidió que le escribiera este pequeño prólogo para su poemario Autopsia para un Jazmín. Como yo, muchos han estado esperando que este libro se publique y el tiempo le ha ido dando -junto a nuestra expectativa- una particular consistencia.
Siempre en espera de que sus poemas se hagan libro, subo esta muestra, como aliento y contento de su hermosa lírica.
He aquí la historia que nadie cuenta y que todos inventan, el pie anclado en la esquina donde no nos decidimos a dar el último paso: el de la separación.
"¿Serás amor, un largo adiós que no se acaba?" -le pregunta Pedro Salinas a René Novoa-. Éste, se mira las manos frías, las palabras como estalactitas en sus dedos.-Al menos de mi parte, "me voy a congelar en el reloj-responde- porque decime, "¿Dónde puedo estar sin que envejezcan, en mi, la ausencia y el recuerdo?" El discurrir se vuelve tenso, una habitación oscura donde se van escribiendo los verbos del insomnio, la rabia concentrada en la musicalidad de los versos y la impotencia, creando una poética de humo que se moldea según sople el viento del recuerdo.
El cadáver de una flor en el centro de la mesa, deshojándose, nunca entregada, devuelta."Existen otros, en otros días, con puños que cortan el silencio y que, cuando ellos van hacia adelante, vos y yo, desaparecemos en las plazas". En un mundo plagado de noticias en contra del amor, la poesía amorosa se convierte, ahora, en un anti-evangelio, un algo que subvierte valores de castración y estandarización emocional; eso lo sabe muy bien Novoa, por ello, este poemario se hizo de principio a fin con total premeditación, con el golpe de oreja nerudiano y la clásica mejilla anteponiéndose una y otra vez al odio vertiginoso de moda."Iba saltando una cuerda, saltando una banca, saltandolos días, no sé, pero era algo, algo que impidió que dijera tu nombre", y claro, los poemas de Autopsia para un Jazmín son la búsqueda de "esa mujer que nos duele en todo el cuerpo", una labor de taxidermista que intenta conservar, una vez hallado el mal, ese gesto de angel que ya se marchita, se disuelve y se olvida.
El tono pausado de los textos, logra hacernos ver ese proceso doloroso de la pérdida, su lírica, fiel a una tradición que se renueva en él, alcanza alturas de limpio vuelo: "Creí que eras vos quien agitaba el viento, que ibas en esa ola que sacude la esperanza del pescador". Pero al igual, su conciencia de época explota con desenfado, mostrando así, su autodeterminación y lozanía: "Llegaste rompiéndome la frente, con la fuerza de una bala pintada de mediodía", y sobre todo, demuestra con claridad su dominio del albedrío creativo, en su bella pieza titulada "Kamikaze".
Autopsia para un Jazmín resulta al final, una delicada labor en un poeta que conoce con propiedad su escalpelo, una historia de murmullos que se irá haciendo más audible, a medida del amor que René Novoa pueda imprimirle a nuestra poesía honda y nueva."Dejaré de inyectarme tus ausencias jazmín arrancado de mi sangre..."
Fabricio Estrada
Julio, 2004
René Novoa nació en Tegucigalpa, en 1976. Sus poemas han sido publicados en diarios y revistas nacionales, así como en la revista chilena Los poetas del 5 y en la revista alemana Portuñol. Integra las antologías Colección Sensibilidades, Ourense, Madrid, 2002; Letras Libres, Letras Libres y Libros de Autor, Ourense, Madrid, 2005; Papel de Oficio, Paíspoesible, Tegucigalpa, Honduras, 2005; Sociedad Anónima, Paíspoesible, Tegucigalpa, Honduras, 2007
20
Aún no me explico cómo llegaste,
pudiste haber salido del bostezo de algún desmemoriado
o del grito de un niño
que derrapa todas las noches en una acera,
o quizá de las fobias que se enredaron en mi infancia,
da lo mismo, porque llegaste rompiéndome la frente
con la fuerza de una bala pintada de mediodía
para sacar los nombres que se agolpan en mí,
para dejarme tu olor a madrugada,
a jovencitas conspirando contra la inocencia.
Corrompiste la ausencia para exaltar al que espera,
para beafiticarlo.
Traías un puño de estrellas
para esparcirlo en los caminos mientras llegabas.
Llegaste,
para que las palabras fueran humanas al ahogarlas,
para vestirte de naranja
y despertar en el verde de los bulevares;
para que tu nombre hiciera sentir la caída al pronunciarlo.
Llegaste desde la tierra misma,
desde el último latido de los que creen.
Llegaste,
evitándome la huida.
pudiste haber salido del bostezo de algún desmemoriado
o del grito de un niño
que derrapa todas las noches en una acera,
o quizá de las fobias que se enredaron en mi infancia,
da lo mismo, porque llegaste rompiéndome la frente
con la fuerza de una bala pintada de mediodía
para sacar los nombres que se agolpan en mí,
para dejarme tu olor a madrugada,
a jovencitas conspirando contra la inocencia.
Corrompiste la ausencia para exaltar al que espera,
para beafiticarlo.
Traías un puño de estrellas
para esparcirlo en los caminos mientras llegabas.
Llegaste,
para que las palabras fueran humanas al ahogarlas,
para vestirte de naranja
y despertar en el verde de los bulevares;
para que tu nombre hiciera sentir la caída al pronunciarlo.
Llegaste desde la tierra misma,
desde el último latido de los que creen.
Llegaste,
evitándome la huida.
21
Tu voz me sabe a camino,
a amanecer de un día,
a noche plagada de luces.
A veces se aleja de mí
y jura que es definitivo,
entonces quedo viéndome los pies
o muevo una mano,
para espantar algún recuerdo.
En ocasiones regresa para cerrarme los labios
y abrirme los ojos,
y me cuenta que se enredó en una garganta,
en los muslos de alguna mujer
o que se sentó frente a la puerta de una casa,
en cualquier ciudad.
Tu voz se precipita en los caminos,
corrompe, resucita,
va desnuda por las calles
bailando una canción que nadie canta,
arrastra los pies y nace un niño;
sabe de memoria los nombres,
los cumpleaños,
de todos los que han muerto.
Corre
y los pájaros regresan,
corre
y aparece
-casi imperceptible-
una sonrisa en el rostro de los abuelos,
corre
y vuelve a mí, bailando.
Tu voz,
es la mejor cura contra los años.
a amanecer de un día,
a noche plagada de luces.
A veces se aleja de mí
y jura que es definitivo,
entonces quedo viéndome los pies
o muevo una mano,
para espantar algún recuerdo.
En ocasiones regresa para cerrarme los labios
y abrirme los ojos,
y me cuenta que se enredó en una garganta,
en los muslos de alguna mujer
o que se sentó frente a la puerta de una casa,
en cualquier ciudad.
Tu voz se precipita en los caminos,
corrompe, resucita,
va desnuda por las calles
bailando una canción que nadie canta,
arrastra los pies y nace un niño;
sabe de memoria los nombres,
los cumpleaños,
de todos los que han muerto.
Corre
y los pájaros regresan,
corre
y aparece
-casi imperceptible-
una sonrisa en el rostro de los abuelos,
corre
y vuelve a mí, bailando.
Tu voz,
es la mejor cura contra los años.
Soledades
Hay soledades
que de tanta compañía están solas,
soledades que se nos marchitan en los labios,
soledades benignas,
soledades de a pie,
soledades que nos atrapan en el centro de una cama
ya la orilla de una hora,
soledades que invocan un llamado,
soledades giratorias,
soledades en voz baja,
soledades en los baños.
Hay soledades que espantan fechas y animales,
soledades que se ocultan en un puño,
soledades que no se cansan de esperar,
soledades compartidas,
soledades a medias,
soledades en un lente,
soledades que se deslizan por una espalda de mujer,
soledades que cierran los ojos,
soledades que aún fuman en la ventana.
Hay soledades que detesto por pequeñas
y porque sólo existen cuando vos estás dormida
o cuando yo camino lento.
que de tanta compañía están solas,
soledades que se nos marchitan en los labios,
soledades benignas,
soledades de a pie,
soledades que nos atrapan en el centro de una cama
ya la orilla de una hora,
soledades que invocan un llamado,
soledades giratorias,
soledades en voz baja,
soledades en los baños.
Hay soledades que espantan fechas y animales,
soledades que se ocultan en un puño,
soledades que no se cansan de esperar,
soledades compartidas,
soledades a medias,
soledades en un lente,
soledades que se deslizan por una espalda de mujer,
soledades que cierran los ojos,
soledades que aún fuman en la ventana.
Hay soledades que detesto por pequeñas
y porque sólo existen cuando vos estás dormida
o cuando yo camino lento.
Poema para dos(Formulario de consentimiento)
No te queda otra salida:
debés quererme,
permanecer inmóvil
mientras te abrazo y fumo e invento alguna excusa
para habitar en tu memoria,
para no soltarte.
Aunque despierte cansado de vos,
aunque desee que desaparezcas definitivamente
o te diga que en mí ya nada te pertenece,
no hagás caso,
no sos vos ni soy yo,
es esta forma de buscarte que se renueva,
son estas manos que se transforman en caminos,
es, nada más, que por momentos olvido que estás en mí
y me alejo,
como cuando un hombre pierde la fe,
como cuando la fe no encuentra motivos,
como en los días que me descubro demasiado solo
y me pongo insoportable,
y te beso antes de discutir
o después de desnudarte,
insisto: nadie tiene la culpa,
tan sólo sucede que no he entendido,
en esos días cuando cambio,
vos también salís a buscarme
y el tiempo, está jugando a despertarnos.
debés quererme,
permanecer inmóvil
mientras te abrazo y fumo e invento alguna excusa
para habitar en tu memoria,
para no soltarte.
Aunque despierte cansado de vos,
aunque desee que desaparezcas definitivamente
o te diga que en mí ya nada te pertenece,
no hagás caso,
no sos vos ni soy yo,
es esta forma de buscarte que se renueva,
son estas manos que se transforman en caminos,
es, nada más, que por momentos olvido que estás en mí
y me alejo,
como cuando un hombre pierde la fe,
como cuando la fe no encuentra motivos,
como en los días que me descubro demasiado solo
y me pongo insoportable,
y te beso antes de discutir
o después de desnudarte,
insisto: nadie tiene la culpa,
tan sólo sucede que no he entendido,
en esos días cuando cambio,
vos también salís a buscarme
y el tiempo, está jugando a despertarnos.
Insistiendo en el tema
Ella era transparente y azul e intempestiva,
era de granito, de últimos consejos del abuelo
y de cometa que se rompe en el recuerdo.
Llegaba tarde, pero no puedo culparla
porque al acercarse me devolvía las manos.
Descubrió que las huellas son palabras abandonadas
por alguien que no pudo quedarse,
descubrió -también- que al dormir
somos esos que buscamos despiertos.
Había en sus manos cierto de otros que no cesa,
cierto de noticias cargadas de tinta y de balas,
cierto de mí que no retorna.
Había en sus labios cierto de distancia
-distancia de nombres, no de pasos-
que sólo puede ser medida con mis venas.
Había en ella cierto amanecer junto a mis noches.
Ella, aguacero que corta,
partitura del viento,
metáfora de mi soledad;
ella, que aparece cuando quiero extrañarla,
ella, que se deja amar y abre los ojos,
ella que jura que me detesta.
Ella, la que era,
quien fuera,
ha despertado, hoy, en mi cama.
era de granito, de últimos consejos del abuelo
y de cometa que se rompe en el recuerdo.
Llegaba tarde, pero no puedo culparla
porque al acercarse me devolvía las manos.
Descubrió que las huellas son palabras abandonadas
por alguien que no pudo quedarse,
descubrió -también- que al dormir
somos esos que buscamos despiertos.
Había en sus manos cierto de otros que no cesa,
cierto de noticias cargadas de tinta y de balas,
cierto de mí que no retorna.
Había en sus labios cierto de distancia
-distancia de nombres, no de pasos-
que sólo puede ser medida con mis venas.
Había en ella cierto amanecer junto a mis noches.
Ella, aguacero que corta,
partitura del viento,
metáfora de mi soledad;
ella, que aparece cuando quiero extrañarla,
ella, que se deja amar y abre los ojos,
ella que jura que me detesta.
Ella, la que era,
quien fuera,
ha despertado, hoy, en mi cama.
Kamikazes
Un hombre puede elegir cuándo caer,
profunda, estrepitosamente,
caer con sus palabras,
con las promesas que dejó en el cielo.
Puede dormir una tarde
mientras estallan dos pájaros,
llevándose la alegría de los locos.
Puede mutilarse los brazos
para que no lo habite la mañana;
perder la voz, perderlo todo,
intercambiar recuerdos con los años,
alejarse cualquier día.
Una mujer puede sentirse sola,
gritar cuando la asfixia el tiempo,
construir un espacio con los epitafios del mundo,
aburrirse que la condenen a un poema;
puede cambiar de calle,
aunque sepa que abandona un latido.
Puede renunciar a la idolatría de sus pies,
cansarse cuando le canten a sus ojos
y no a los eslabones de su sombra,
dibujar una balsa
para detener las estaciones,
desatarse las manos
para que llueva en su vientre.
Un hombre y una mujer
Pueden descubrirse el uno al otro,
Deben hacerlo,
Ser kamikazes
Y lanzarse desde sus bocas
Para caer sobre sus cuerpos.
profunda, estrepitosamente,
caer con sus palabras,
con las promesas que dejó en el cielo.
Puede dormir una tarde
mientras estallan dos pájaros,
llevándose la alegría de los locos.
Puede mutilarse los brazos
para que no lo habite la mañana;
perder la voz, perderlo todo,
intercambiar recuerdos con los años,
alejarse cualquier día.
Una mujer puede sentirse sola,
gritar cuando la asfixia el tiempo,
construir un espacio con los epitafios del mundo,
aburrirse que la condenen a un poema;
puede cambiar de calle,
aunque sepa que abandona un latido.
Puede renunciar a la idolatría de sus pies,
cansarse cuando le canten a sus ojos
y no a los eslabones de su sombra,
dibujar una balsa
para detener las estaciones,
desatarse las manos
para que llueva en su vientre.
Un hombre y una mujer
Pueden descubrirse el uno al otro,
Deben hacerlo,
Ser kamikazes
Y lanzarse desde sus bocas
Para caer sobre sus cuerpos.
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