viernes, 1 de abril de 2011

Formalismo rima con imperialismo (favor no divulgar)


Está claro que toda negociación con el régimen es una especie de harakiri, un ceremonial suicidio del movimiento social. 
Pienso que mucho de esta idea insensata de negociar irremediablemente viene de un problema esencial que nadie quiere reconocer para no causar "malestares" a la conducción de izquierda, y que en sí es una atrofia en la mentalidad general histórica del liderazgo en Honduras: NO SE LE QUIERE DAR RELEVO GENERACIONAL AL LIDERAZGO.

La derecha demostró que sus líderes durante el golpe eran hombres y mujeres rancias cuya senectud representaba la más profunda anacronía con el empuje social que dio la cuarta urna, un empuje que, más que otra cosa, fue la llegada de la ansiada modernidad al Estado (un Estado moderno es aquel que permite la efervescencia de todos sus contrastes y los aprovecha. Una mentalidad moderna se da en un ciudadano que vive en un estado de efervescente y vital contraste).

De igual forma, en el FNRP existe una desmedida sobreprotección a los cuadros históricos de la izquierda, hombres y mujeres que se han dado cuenta que la Resistencia es la coyuntura real que tanto promovieron durante años, pero que en todos esos años de lucha se volvieron viejos y viejas por lo cual ahora temen no alcanzar "el cielo en vida". Defienden con uñas y dientes su historicismo y consideran que los primeros en entrar al reino ansiado son ellos, y no solamente para abrirles las puertas a las nuevas generaciones, sino que también para guiarlos dentro del cielo.

Esa es la auténtica causa de la falta de audacia en sus decisiones y del enajenamiento que han transferido a un grupo de "jóvenes" que están convencidos que sus padres y madres son los indicados para seguir con la conducción. Evidentemente estamos hablando de otro patriarcado y caudillismo, lastimosamente muy interiorizado, lo que ha hecho que durante la asamblea del 26, estos hayan votado por hombres y mujeres llegados a la tercera edad en menoscabo de un acuerdo previo: "Se le dará privilegio  la JUVENTUD en la votación para delegados". Fue realmente triste ser testigos del cómo se traicionaban a ellos y ellas mismas, pero de igual forma, fue satisfactorio el comprobar que esta realidad de la atrofia generacional es auténtica.

Así que en este fundamental aspecto, los liderazgos en Honduras -tanto de izquierda como de derecha- se encuentran en un punto muerto que no lleva a ningún lado, así que los formalismos, las danzas protocalarias previo a la batalla frontal, se seguirán dando, como se dieron en las antiguas tribus de todo el mundo, desde los Tlaxcalteca Vrs Mexicas hasta los Zulúes Vrs Boers.

Hay que darle paso YA a la juventud, con todo y su radicalidad predisposición serán -por naturaleza- la emulación activa que hizo de Alejandro Magno la solución al nudo gordiano. 

Otro punto, es el absoluto desconocimiento de las fuerzas que organiza el Imperio Gringo, desde las morales estructurales hasta las militares geopolíticas. Los gringos han organizado moralmente a Honduras y conocen el terreno de "lo hondureño", el "modito" (como dice el maestro Rafael Murillo Selva). En ese terreno se afianzan las regulaciones jurídicas, más por mentalidad que por doctrina. Seguir peleando dentro de ese terreno fortalece a la derecha imperial. Es necesario recrear en Honduras el Código Pashtún afgano que ha impedido durante siglos el sometimiento de la zona, algo que Alejandro Magno comprendió e intentó revertir casándose con la bactriana Roxana.

Refundar el país significa refundar las concepciones morales, dispersar las fuerzas identitarias que los gringos nos manejan al dedillo, sacar la directriz citadina y repartirla por el campo, ahí donde el COPINH, MUCA, OFRANEH y otras organizaciones han demostrado una movilidad única que fue -precisamente- el éxito del paro cívico anterior. Es decir, el paro cívico demostró que la movilidad que el imperialismo sufre no está en las reglamentadas marchas de Tegucigalpa, sino que en aquello que retoma fuerzas originarias y territoriales con las que ellos no están para nada acostumbrados.

¿Nos recordamos, entonces, de Ho Chih Minh y de la lucha a niveles de conciencia natural y profunda basadas en el territorio? Paradógicamente, las lecciones de extrema juventud nos siguen llegando de momentos cumbres de la humanidad que fueron tales por su naturaleza anti sistémica.

Fabricio Estrada

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