viernes, 20 de abril de 2018

Manuel Adrián López - Cuba




Foto: Fabricio Estrada

(Los poemas pertenecen al libro inédito, “Los días de Ellwood”)


Mantiene la penumbra allí dentro
evita las imágenes
que rebotan desde afuera:                                                                                                                  
senos apuntando como fúsiles
y cientos de pájaros desubicados
por el perenne zumbido
de una música tormentosa.
No logra ver la niebla que lo calma
cuando se acumula sobre el río
ni el verdor que lo apacigua
en ausencia del océano.
Es arquitecto experto de sus alrededores
con un abrir y cerrar de persianas
fabrica ese entorno defectuoso
donde habitan puentes.
Puentes que cuelgan sumergidos
en la densidad de sus emociones
de una lucha por dominar
el uno al otro
ambos a sabiendas que serán desplomados
al menor descuido
al menor intento
de que alguno pretenda rebelarse.





Asesinan con la rapidez
de un respiro.
Son una plaga incapaz
de detenerse a recoger el papel extraviado
o la lata de refresco
que alguien dejó de florero en un banco.
Aplastan las florecillas silvestres
porque no saben sus nombres
sienten sus pisadas ofensivas
gritan igual que el pájaro
cuando el niño le lanza un flechazo.
Se han convertido en plaga infernal
destrozando al unísono
expertos asesinos en serie.






Quiso ser neblina una mañana
confundir su silueta 
de caminante con sombrilla negra
con el reflejo de las aguas.
Vio a una geisha asomarse
guiñarle un ojo
mientras extendía sus brazos
invitándolo a las turbias profundidades
de donde solo regresan
fragmentos de madera a la deriva.





Ha intentado ser trapecista en más de una ocasión
ha sentido la mano invisible
que le prohíbe lanzarse.
Le seduce el brillo de los rieles
y la basura que la gente va desechando.
Se detiene a unos pasos
al filo de la plataforma
extiende el cuello como garza
olfateando lejanías.
Ha querido ser brisa y saltar al vacío
sentir el paso del tren que se aproxima
acariciándolo.





Condones usados
sin saber quiénes fueron penetrados
en las escaleras
sin saber si lo disfrutaron
en el parque
sin saber si fue a la fuerza.
Acaso los mapaches fueron testigos
de a donde fue a parar el semen
se habrá convertido en fertilizante
y los rostros
¿a quiénes pertenecen estos falos invasores?





La falta de espacio los agrede
liliputienses sometidos a un Gulliver
a un veneno que consumen
adictos al miedo
al paisaje urbano que ahora
tienen de fondo.
Asfalto grisáceo que pisan
exceso de escaleras
para tomar un tren
destino-desconocido.
Si sobreviven a este comienzo
los condecorarán
con laureles robados a una poeta
que dice ser
dueña absoluta de esta ciudad.





Ha sido atrapado como el unicornio.
Ha sentido las flechas
hundiéndose en su piel.
La sangre se ha derramado por sus piernas
creando el mismo recorrido del semen
después de los gemidos del cazador.





Poetas enloquecidos
por el dichoso exilio
exabruptos a la hora de la cena.
Evitar la cosa cubana
evitar a mujeres enloquecidas
evadir a los recién llegados
de cualquier isla.
Los espíritus se cansan de alertarlo
preocúpate por lo tuyo
ni un solo salvavidas lances más
a los que han decidido ahogarse
en su asfalto hirviente
desde sus ventanas sin vista
al Hudson. 
Se ha refugiado en esta selva
pero no es guardabosques.
Imposible auxiliar a cada juglar
que asome su nariz
detrás de un libro abandonado
en los anaqueles polvorientos
de una difunta librería
de cualquier calle anónima.





Abre Google en busca de un mapa
para localizar la calle Bennett
a la altura correcta
donde vivía una poeta
que se lanzó del séptimo piso
en la soledad de una noche
mientras sus padres judíos
veraneaban en el balneario
que era entonces la ciudad
de la cual él ha intentado escapar.

Había agotado las lecciones
del Cábala
el estigma de ser la última amante femenina
de Ginsberg
y los intentos de amar a otras mujeres
que no quisieron usar sus verdaderos nombres.
Llamarla rebelde
sería reducir su pesar.
Un atropello
tan cruel como la avalancha
de su cuerpo pesado
atravesando la ventana con candado
que le sirvió de pasadizo
hasta el patio interior
de esa vivienda que busca

en la calle Bennett.


La hora difícil ha dejado de ser
la madrugada
y el constante conversar
de espíritus.
Ha sido relevada por
la agonía de la hora
del almuerzo entre semana.
De doce a una inventa
quehaceres con su soledad.
Sin apetito camina las calles
en busca de un lugar idóneo
para esconderse
aunque la comida sea pésima
y eleve su azúcar
a niveles exorbitantes.
Ha ido refugiándose
en lo habitual:
un McDonald’s
en una estrecha mesa
entre dos argentinas
quejándose de la ensalada
y una mujer que mientras masticaba
las venenosas papas fritas
contaba por teléfono:   
“tengo Lupus”.
Buscó otro sitio
intentó sentarse en los bancos
de una iglesia
pero un cartel anunciaba
su cierre por falta
de presupuesto.
Se ha convertido en obsesión
sentirse adecuado
masticar las veces necesarias
y regresar a su prisión
diseñada por su antojo
de Corporate America.
No ha vuelto al Dunkin’ Donuts
y sus mesas sucias
con residuos de otros solitarios. 
Tampoco ha querido regresar
al negocio de la esquina
porque sabe que el lox
sería una tentación
pero no respira entre tanto
joven con zapato puntiagudo.
Quizá su destino
se encuentre en la oscuridad
del pub irlandés
su menú diario de cinco dólares
y la sombra que lo acompaña
en su mesa designada
para un comensal.



Manuel Adrián López nació en Morón, Cuba (1969). Poeta y narrador. Su obra ha sido publicada en varias revistas literarias de España, Estados Unidos y Latinoamérica. Tiene publicado los libros: Yo, el arquero aquel (Poesía. Editorial Velámenes, 2011), Room at the Top (Cuentos en inglés. Eriginal Books, 2013), Los poetas nunca pecan demasiado (Poesía. Editorial Betania, 2013. Medalla de Oro en los Florida Book Awards 2013), El barro se subleva (Cuentos. Ediciones Baquiana, 2014), Temporada para suicidios (Cuentos. Eriginal Books, 2015), Muestrario de un vidente (Poesía. Proyecto Editorial La Chifurnia, 2016), Fragmentos de un deceso/El revés en el espejo, libro en conjunto con el poeta ecuatoriano David Sánchez Santillán para la colección Dos Alas (El Ángel Editor, 2017), El arte de perder/The Art of Losing (Poesía Bilingüe, Eriginal Books, 2017) y El hombre incompleto (Poesía, Dos Orillas, 2017).


Su poesía aparece en las antologías: La luna en verso (Ediciones El Torno Gráfico, 2013) y Todo Parecía. Poesía cubana contemporánea de temas Gay y lésbicos (Ediciones La Mirada, 2015), Voces de América Latina Volumen II (Media Isla Ediciones, 2016), NO RESIGNACIÓN. Poetas del mundo por la no violencia contra la mujer (Ayuntamiento de Salamanca, 2016) y Antología Paralelo Cero 2017(El Ángel Editor).

Ha participado en varios eventos literarios, algunos son: Miami Book Fair International, XXXV Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería en Ciudad México, IV Festival Atlántico de Poesía de Canarias al Mundo en Gran Canaria, España, V Festival de Poesía de Lima en Perú, Poesía en Paralelo Cero 2017 en Ecuador, en la lectura bilingüe, Poetry of the Americas, en New York Public Library, Americas Poetry Festival New York, 2017, y X Festival Internacional de Poesía en Puerto Rico, 2018.


No hay comentarios: