lunes, 19 de mayo de 2014

De guardianes de la Patria y el mal

Bastante interesante el giro que los medios le han dado al lenguaje para abordar y justificar el programa "Guardianes de la Patria". En su última edición dicen: Niños de Honduras: reclutados por el mal (http://www.elheraldo.hn/alfrente/710303-331/niños-de-honduras-reclutados-por-el-mal ), lo que es, de manera tácita, un desdoblamiento de lo que en verdad se busca: que regrese el reclutamiento forzoso en la ya desenfrenada militarización de Honduras.

La retórica no es tal cuando el lenguaje del poder ya ha decidido transmitir lo que busca reglamentar. Existe un mal de muchas aristas definido en esta suposición, pero el que más pesa es un mal que sólo compete a los jóvenes y que, en gran parte, habita en el tiempo que dura la juventud. Ser joven, entonces, es el mal, y el mal se combate desde la gerontocracia. ¿Si los jóvenes son reclutados por el mal entonces el mal es externo a ellos? esta podría ser la otra pregunta y la respuesta lógica sería: el mal viene de los adultos. ¿Entonces para qué llevarlos al régimen adulto del ámbito militar? Para aniquilar el espíritu de juventud, para que la disciplina ahogue la chispeante naturaleza de lo joven, para neutralizar.

¿Qué mal, entonces, está reclutando a los jóvenes de Honduras? Siguiendo la línea de pensamiento de Baruch Spinoza, la población estaría consiente del mal implícito en que se caería al dejar que los niños estén bajo el cuidado de los militares, pero el bien esperado en este caso a largo plazo, superaría con creces todo mal inmediato.“… entenderé en adelante por “bueno” aquello que sabemos con certeza ser un medio para acercarnos cada vez más al modelo ideal de naturaleza humana que nos proponemos, Y por “malo”, en cambio, entenderé aquello que sabemos ciertamente nos impide referirnos a dicho modelo.”

La naturaleza humana que proponen los medios y el sistema de militarización hondureño es la represiva, en cuanto a que la doctrina militar hondureña ha demostrado luego del golpe del 2009, que su cultura interna es anti-ciudadana, por lo tanto, es ideal una ciudadanía que no le de cauce a su búsqueda de libertad individual y colectiva, una libertad que rompa con la idea que Spinoza tiene de la libertad humana condicionada: la piedra que, lanzada, comienza a girar, a rodar de la manera en la que definió el impulso inicial. Una vez en solitario, si la piedra pudiera pensar pensaría quizá que ella es libre para moverse tal y como lo está haciendo, porque su voluntad es que así sea y no hay nadie que dirija su giro ni que la ordene... Esta es la famosa libertad humana –dice la cita–, que todos se jactan de tener, y que tan solo consiste en que los hombres son conscientes de sus apetitos e ignorantes de las causas por las que son determinados. 

F.E.

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