martes, 8 de octubre de 2013

Carta - Santiago Ney Márquez, Uruguay


Cuando quiera volver a entender, aunque nunca voy a volver a entender, a no ser que quisiera, o pudiera sentir eso, pero más que nada quería referirme a cuando se me caen gotas de cosas desde partes de otro que soy yo, es decir, mi idea sobre mi cuerpo, que todos tenemos una, idea sobre mi cuerpo. Voy a mirar mi mano y ver el tallo ese que salió en la palma, como una mano pequeña que me sale de mi mano que es pequeña en sí misma. Tus manos hacen el siguiente gesto. Entonces desde un costado de la pieza el ruido de música hace ruido y confirma que está habiendo sonido. Y voy a olvidar todo, lo que no entendía, y darles nombres a los hongos de la pared mientras veo el cine aún mejor si no dormí por tres noches porque me ayuda a que se muevan las manchitas y sean el cine de la vida. Allí, tu pelo era todavía más y más largo y con mejor olor. Los puchos se me van solos a las rodillas. Aprendo a dibujar vectorial, aprendo a dibujar dibujos vectoriales. En la ventana de la casa puedo ver una piscina redonda de arena. Me imagino desde el destino mirando el camino y se calman los pasos de seda que llevan desde la garganta del pez derramando mientras las luminosidad de que termina la tormenta de fin de año me llama por mi nombre me llaman son pájaros con un sonido horrible que empeora la mala música que siempre me gusta.
Y como un acordeón haría, los autos no los veo, hay gente gritándose aquí en el barrio, uno tiene un pin con la palabra que apenas puedo leer porque no para de moverse y gritar lo que pasará a partir de mañana en el corazón de la familia que no puedo ver por el balcón porque estoy de espaldas, pero van tranquilos sin moverse mirando una tele inmensa que hace lo mismo que ellos hagan. Me sirvo un vaso de algo, la tele se servirá un vaso de algo. Pienso en los vecinos que presiento y no estoy viendo, la tele piensa en los vecinos que está presintiendo y no está viendo. Me imagino mirando una lenta ola de mar que nunca sube y nunca cae y es en realidad mi propia vida y me proyecto como el diminuto bailarín que está en una gota que se mueve como un sol que se abriera y cerrara de acuerdo a las palabras que enuncien estudiantes de carreras cortas acerca de Zeus, La televisión mía se imagina mirando una lenta, larga infinitamente inmensa en tiempo, una ola que nunca cae y ve que en realidad acaso ella tele sea el diminuto bailarín que se retuerce como un sol escurrido desde los dientes de estudiantes de carreras cortas como ingeniería en marfil y nueces mientras hablan de Zeus y recorren con los dientes la amalgama de los dientes de estudiantes que dejan salir un silbido muy sutil referido a Zeus.

Y ellos asumen, todos asumen, que apenas empiece a hablar del oro del  Perú no lo va a estar haciendo en joda.
Estalla una guerra en tu columna, la vida se te abre como se abre una colonia de esporas cuando le decís la letra de summertime al aire, entonces, pará que me miro la mano mía, y te lo explico y todo bien. Me miro el dedo, la huella de mi dedo, y hay sol, y hay un sol tremendo entonces me pregunto si hubo alguna época buena del mundo, pero más que nada si hubo una o alguna época buena de mi vida.

Santiago Ney Márquez

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