martes, 16 de abril de 2013

"Maybe I’m burning and I don’t feel it,”

Las noticias sobre atentados terroristas provocan un sentido de extrañamiento en mí. Veo las imágenes previas del cómo discurre la realidad, veo, en este caso de Boston, a los corredores, ya muy exhaustos intentando llegar a la meta sin darse cuenta que corrieron todos esos kilómetro para ir en busca de las explosiones. Las banderas flameaban, la gente alentaba a los que iban llegando, la subjetiva de un cámara digital en manos de un corredor desconocido muestra la línea de llegada, al trote, y de pronto la nube de la explosión y el comienzo de algo que estaba suspendido y que es alimento de todo reality show. ¿Es falso efecto visual? alcanzo a preguntarme, pero luego llegan, agolpándose, todas las demás imágenes de gente destrozada, los reportes de los niños muertos y heridos, las micro-biografías y las llamadas de los familiares, "la vi por última vez el jueves, era una nieta adorable".

"Es un poco irónico que acababa de terminar la maratón y quería seguir corriendo", dijo Sarah Joyce de 21 años. Y eso es lo extraño en un mundo donde la realidad ha sido dosificada y manipulada para ser irreal. Uno puede estar mirando un reality show cualquiera y en él se pueden estar matando pero en el fondo se considera que eso es parte del show, que una vez que se admite a participar de él todo queda en la dinámica de la irrealidad, con sus propias reglas y reacciones.

Estados Unidos vuelve a sangrar y es la gente más inocente la que recibe el impacto en ese otro frente que los mismos Estados Unidos abrió en su historia reciente. Aquí no vemos las incursiones de combate y soldados altamente entrenados recibiendo fuego, no, vemos a niños acribillados dentro de sus escuelas, a deportistas sonrientes y sanos, todos ellos volando a pedazos junto a la realidad que se ha montado frágilmente. "Una nación en guardia no puede evitar toda conspiración contra ella", escriben los periodistas, "¿Qué fue lo que falló?"... falló la humanidad, tal vez, falló la civilización, falló la dirección de los misiles tele dirigidos satelitalmente y que siguen explotando sobre Libia, Siria, Irak, Mali, Afganistán, falló el cálculo de los daños colaterales, la idea de que la población estadounidense no entraba en el terreno de combate de una humanidad que fue lanzada a la guerra civil por el poder inconcebible del imperialismo.


http://www.abc.es/internacional/20130416/abcp-washington-post-nacion-guardia-20130416.html

http://www.nytimes.com/2013/04/16/us/witnesses-describe-scene-of-carnage-after-blasts-at-boston-marathon.html?hp&_r=1&

2 comentarios:

taty dijo...

A mí siempre me impresiona que de estos eventos en Estados Unidos se hace mucho ruido y mucho reportaje y muchas entrevistas a familiares y amigos de las víctimas.

La sangre derramada es la misma venga de donde venga.

Qué pasa con la decena de niños que muere por bombas en el Medio Oriente? Dónde están sus historias, sus familias, sus casas, sus iglesias donde los manden al cielo en paz?

Por qué no tienen nombres?

Saludos.

Fabricio Estrada dijo...

Claro, Taty, ahí está la raíz de la violencia que Estados Unidos promueve contra sus propios ciudadanos: al matar miles de civiles en sus guerras se olvidan que toda guerra es como el mar que devuelve a los muertos.

Bienvenida.