martes, 27 de septiembre de 2011

Spam en la memoria - Fabricio Estrada


La primera vez que vi a un fuerte grupo de gringos en acción fue alrededor de “la palabra”. Llegaron de pronto, a principios del año 1983, a aquel Sabanagrande que nunca había imaginado que se pudiera construir otra iglesia en el sagrado solio católico del pueblo.

Pero ahí estaban los gringos de Connecticut o de algún rincón de Wyoming, en camisetas y yines abriendo las zanjas de los cimientos y demarcando el terrenito al lado de la casa de Córdula. “Como dice la palabra –dijo un íntérprete- construiremos esta iglesia en tres días…”, y sin más, los barbudos hombrotes y las rojizas y fuertes mujeronas fueron poniendo bloque tras bloque de lo que en tres días –ni más ni menos- pasó a ser la primera iglesia evangélica del pueblo: la iglesia Filadelfia. “Ahhh, pues entonces estos gringos son de Filadelfia” –dijeron los conocedores que habían estado por el norte en aquellos días en que pocos se iban de mojados.

“Es que vieran cómo trabajan esos gringos allá ¡arman y desarman una casa en tres patadas!”. Y esa frase se me quedo, al igual que la asociación que tenía de ellos con la ropa usada que empezó a llegar por decenas de fardos junto a biblitas azules y unos folletines amarillos que eran como cuestinarios para el alma pecaminosa.

Yo tuve una coleccioncita de esas biblias azules y también, comencé una coleccioncita de Atalayas y Despertad (me gustaban las ilustraciones de los mansos leones y de los cristos sin melenas doradas), porque después de los de la Filadelfia comenzaron a llegar batallones de evangelizadores con megáfonos y cantos y unos enormes fiestones que hacían temblar la medianoche de lo que antes era un sueño eterno en Sabanagrande. Con los gringos inicié el intercambio de palabras en su idioma de chicle y mantequilla de maní, lo que se fue haciendo natural para mí y para todos y todas una vez que llegaron las siguientes “muestras de amistad del pueblo americano”: el Cuerpo de Paz.

La parroquia católica comenzó a sentir el arrinconamiento cuando en plena misa de domingo, las misiones evangélicas empezaron a armar culto en el parque frente a la iglesia, con todo el arsenal de gritos exorcistas y equipos de sonido a todo volumen. Haciendo uso de sus tradicionales influencias, Monseñor Evelio hizo que saliera una ordenanza dirigida a no permitir esa “afrenta”, la cual fue efectiva, aunque para agarrar el hilo del cambio de tiempos, el cura párroco dispusiera poner unos parlantes a la altura del campanario para que la gente del pueblo escuchara la misa… digo, para que se dieran cuenta aquellos de quién llevaba la voz cantante en el pueblo. Ahí comenzó la banda sonora que recuerdo en el aire antes tranquilo del pueblo. Los coritos alabaré sacaban chispas con los perdona a tu pueblo señor hasta formar una enredadera de nubes amorfas pero de inquietantes perfiles apocalípticos.

La medida táctica de Monseñor no tuvo la efectividad deseada. Las iglesias evangélicas fueron multiplicándose aldea por aldea, barrio por barrio y Caritas comenzó un retroceso paulatino en sus proyectos de desarrollo comunal. Muchos celebradores de la palabra católicos, cambiaron su mensaje social pseudo-revolucionario al convertirse en pastores protestantes, y así, la solidaridad fue cayendo en un autismo cada vez más profundo. Se dejó de escuchar la misa campesina y ciertas insinuaciones progress de algunos sacerdotes. Comenzó entonces a verse en toda su dimensión aquello de lo bueno que eran los gringos en “armar y desarmar una casa en tres patadas”.

Todo eso se me cruzó por la cabeza ayer, al ver pasar las movilizaciones evangélicas del Día de la Biblia. “Celebremos que Dios nos ha dado el libro más importante”, “Ningún libro es superior a la Biblia”, “Satanás no lee la Biblia”, etc. Así eran algunas de las expresiones escritas en los carteles. Y no eran pocos ni pocas los que se movilizaban: eran cientos y cientos en las colonias y miles de miles en el centro de Tegucigalpa, gritando consignas mixtas tomadas de la movilización social en Resistencia pero acomodadas al objetivo cristiano-evangélico: “Honduras con Jesús jamás será vencida”, Jesús, amigo, el pueblo está contigo”, e incluso, cánticos de barras bravas: “Olé olé olé olé…Jesús, Jesús”… definitivamente un proselitismo en masa, etéreo y arrobado, cuyos cimientos de poder promovían la candidatura presidencial del Mesías próximo a descender.

Y las respuestas dadas a las cámaras de televisión fueron más claras todavía: “Aquí está marchando el pueblo de Dios en contra de la violencia en que nos han metido los corruptos… vamos orando para que Dios quite de Honduras a quienes le han puesto ataduras e intereses personales, y sabemos que Dios nos escuchará porque como dijo Óscar Álvarez, en Honduras somos más los buenos (…)”

Mientras miraba todo esto, se me venia el sabor del spam y del pollo enlatado que repartían los gringos en el pueblo. Recuerdo que, al buscar una camiseta que le quedara del bulto recién abierto en la iglesia, una señora campesina le decía a otra “si no es por los gringos ni comeríamos ni nos vestiríamos…”, (ni aprenderíamos coritos alegres, pensaba yo). La señora al fin encontró una camiseta verde y se la puso. La leyenda escrita en el pecho decía “UCLA”. La falda era raída, oscura, e iba descalza, una descalza eterna de Los Nanzales.

Si en algún momento sería más significativo “el pueblo de Dios movilizado por la paz de Honduras”,  no habría que dudarlo: deberíamos saber que es ahora. 
“Desata, oh Señor, las ataduras de la corrupción, las ataduras de la violencia, las ataduras del egoísmo, las ataduras del homosexualismo y el lesbianismo… las ataduras de los revoltosos que salen a las calles a atemorizar (…)” y la plaza entera repitiendo palabra por palabra, ojos cerrados y brazos al cielo. Cientos, miles. Señoras disfrazadas de danzarinas hebreas, niños disfrazados de Moisés, policías disfrazados de santos, jovencitas y jovencitos disfrazados de adultos… Aquella blancura resplandecía aún bajo la tormenta que de pronto cayó, como maná líquido.

Y al cerrar la transmisión en directo del Día de la Biblia (¿habrá en Francia –bajo decreto lesgislativo- un día del Corán?), como un moderno cántico en el paisaje celestial de la animación 3D, apareció de pronto Polache, con su mensaje finamente analizado por los estudios de mercado en los que se concluye que  hay que hablar y hablar para la paz encontrar, y ser hermanos de nuevo“en una Honduras sin ataduras”
We built this house and it will be us… me pareció escuchar a aquellos gringuitos trabajadores. Pero no hubo nadie que me lo tradujera. Lo que hubo ¡y mucho! fue spam y chocolate. Amén.

1 comentario:

Fabricio Estrada dijo...

Querido,
felicidades por el articulo sobre lo spam...me encantó!!!!
Sobre este asunto, disculpame pero estoy cansada de discurso de paz......y una buena entrada a golpe al hombre de la embajada USA?????
Andres Pavon desde siempre se sabia quien era!!!!!!
un abrazo

Ida Garberi

Fabricio

¿cuáles son tus vínculos con Sabanagrande? mira que coincidencia, yo tambien conocì a monseñor Evelio, pero no el contexto de Sabanagrande sino en el pueblo vecino, La Venta del Sur, donde monseñor Evelio iba de vez en cuando a "oficiar" misas y pedía, con suficiente tiempo de antelación que su almuerzo fuera en "casa de Gilda", mi abuelita materna, con quien yo viví desde los 6 a los 12 años, y es que mi abuela cocinaba de locura, y cuando le avisaban que llegaba monseñor Evelio ella empezaba a preparar comidas, entre ellas un "b(v?)aso relleno", carne asoleada, tajos, etc todo super exquisito, no he vuelto a probar esa comida. Además mi abuela era una mujer super inteligente, brillante, auténtica campesina, que enamoraba con sus pláticas y sus recuerdos, aparte de que era muy guapa, pero ademas se negaba a ir a la iglesia, confesarse o comulgar (no me acuerdo de que lo hiciera mientras yo viví con ella)...decia que para qué ir a la iglesia, que ella jamás perdonaría a sus enemigos por lo tanto no valía la pena que dios perdiera el tiempo con ella y que era muy listo para que ella pretendiera engañarlo con que había perdonado a "los que te hacen daño". Las visitas de monseñor Evelio a mi casa eran obligadas y pasaba horas platicando con la doña, así le decían a mi abuela...

Yo vivi en Sabanagrande un año, creo que fue 1969, el año de la guerra con El Salvador, en casa de "Las Sanchez" que tenían una casa preciosa en una esquina de Sabanagrande, ellas eran primas de mi madre, ya que mi abuelo era de ese lugar (apellido Sierra Silva, medio parientes de Modesto Rodas, que resultó ser primo de mi madre, pero enemistados posteriormente por causas políticas, unos cachurecos y otros liberales).

Estudié un año, primer curso, en el colegio de Sabanagrande, y con Las Sánchez aprendí a hacer coronas para muertos (menos mal que se me olvidó ya y si hubiera continuado con las Sanchez mi futuro hubiera sido o monja o "solterona" pero no por opción) y tengo un lindo recuerdo de ellas, se que todas murieron ya...bueno me hiciste recordar una época de mi vida, abrazos


Gilda Ma. Rivera Sierra
Centro de Derechos de Mujeres, CDM.

hermoso fabricio, no pudo ser mas descriptivo,me remonte a mis campos bananeros, a mi Guaruma Uno, a mi Lima querida. sera que a pesar de la diferencia de años el intervencionismo fue el mismo con las iglesias evangelicas que recien llegaban y a través de lo que recordamos la Alianza para el Progreso.

Dirian Pereira

..Muchos años antes allá por los sesenta llegaron los primeros del Cuerpo de Paz -recuerdo aquel escudo de la Alianza para el Progreso con barritas azul rojas y dos manos estrechandose tambien a Nueva Armenia, eran pipones y todos los niños los rodeabamos como si vinieran de otro planeta hablaban un español machucado y nos regalaron aparte de otras cosas: letrinas.

Angel Aguilar

Excelente artículo Fabricio. La tarea es muy grande, ya que además de vencer al sistema de la oligarquía, a la violencia estructural del imperialismo militar y a las desigualdades del retraso... Hay que vencer también al oscurantismo, debemos de impulsar a este país al renacimiento que se quedo por fuera de los barcos que vinieron a conquistarnos.

Un abrazo hermano, seguí escribiendo.
Gerardo