martes, 5 de mayo de 2009

Yolanda Castaño, España


(Santiago de Compostela, 1977) Directora de la Galería Sargadelos de A Coruña y filóloga. Poeta, videocreadora, conferenciante, y articulista semanal en varios medios a la vez, mientras co-presenta un concurso cultural diario en la TVG. Fue Secretaria General de la Asociación de Escritores en Lingua Galega y fundadora de una editorial de poesía para nuevos valores. Activa dinamizadora cultural, ha dirigido talleres de poesía y colaborado en numerosos libros colectivos, antologías tanto gallegas como estatales, encuentros e infinidad de recitales dentro y fuera del país. Ha desarrollado muy diversas experiencias fusionando la poesía con música, plástica o audiovisual. Ha publicado Elevar as pálpebras (1995), Delicia (1998, 2ª ed.: 2006), Vivimos no ciclo das Erofanías (1998, + versión bilingüe en 2000. Premio de la Crítica Española 1999), Edénica (2000), O libro da egoísta (2003) y Libro de la egoísta (Visor, 2006). Acaba de recibir el codiciado Premio “Espiral Maior” por la que será su próxima obra, Profundidade de campo.


Pero yo, hija de mis hijas, he de desmantelar a golpe de deslumbramientos esta aciaga militancia de una yolanda emigrante de mí. Yo, la soberana estéril, la por desgracia egoísta. Debo tasar la dosis exacta de memoria y olvido. Así mi visión de la vereda es un rostro desde atrás. Todas las oscuras raigambres que se nacen en mí. No hay dirección que no me contenga, raza que no en mí se comience y filas de dígitos extendiendo para mí sus dedos ferales. Lo que interesa son mis pasos. Como un bosque de símbolos del que mi ignorancia es significativa. Mucho dejarse la piel pero yo no quise aprender a llegar. Jardín exiguo, viento cerrado de manos, infinita cuadrícula. Renuncio al lugar del aliento. Quiero aprender a salir.

Hace tiempo que un animal vive nutriéndose del olvido. Pero yo soy la ventrílocua, yo, la tirana loca, la analfabeta. Con el magnífico libro de las venturas agazapado en la vulva. La que no comprendió nada pero lo sintió todo. Soy la ventrílocua, la que corre cantando por los corredores de plomo, con voz de pizarra. Y abortar fue un deber, una grave necesidad, un desafío. Para cuando el pálido manto de mi memoria se va cubriendo de esta piel que yo seré. Que todas las noches con devoción escribo arrebatadoras cartas de amor y en las madrugadas panegíricos a esta yolanda mezquina, que sabe venderse, y conoce el final.

Soy yo en la cripta y mi nombre dentro dibujado de tiza. Habitaciones concéntricas. Que mi inteligencia no compre mi sentido. El tacto, el privilegio, las ganas de tirarse. Ni tampoco mi cabeza será esclava de mi orgullo. Yolanda la soldada, la comerciante. Porque yo soy la que ni aguarda. Soy el auriga del ardiente carro. La egoísta porque está sola. Que tanta calamidad me satisface, porque mi belleza fundará dinastías. Y entonces será ir con una minuciosidad de devota recogiendo esos minúsculos y dichosos pedacitos de espejo roto que yo soy. Yolanda me hará un hogar paupérrimo entre sus brazos de mundo y así aprenderé la inenarrable alegría de tener casa.

Y entonces vendrá ese postrímero adviento y la verbA se hará carne. Y diré: “Yo soy la de la única estirpe de Adnaloy, la que extenderá sus dedos flamígeros sobre el horizonte, la que bajará y después se despojará de su manto y vestirá un sayal, y luego se reclinará y dará de comer su corazón a las bestias”.



(en YO ES OTRO. Autorretratos de la nueva poesía, DVD, 2001)

No hay comentarios: